EinsteinCrisis (modelo)

Como comentaba en el blog anterior, las crisis pueden entenderse como la antítesis de las zonas de confort. Analicémoslas un poco, pues como dicen, pueden significar tanto amenaza como oportunidad (entiendo que la escritura en chino, o japonés, no recuerdo, son dos símbolos juntos, uno de los cuales quiere decir oportunidad y el otro amenaza o peligro; muy buena concepción la de estos orientales).

Parto citando textualmente unas frases muy conocidas del personaje de la foto que encabeza este blog, Albert Einstein:

“No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo… La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a si mismo sin quedar “superado”. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El problema de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de  crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.

Casi que quedó todo dicho. Sin embargo, agrego un par de puntos. Ante todo, las crisis son un paradigma de los cambios que se presentan bruscamente. Tengo unas suposiciones básicas sobre estas:

  • Las crisis son inherentes al hecho mismo de estar vivo.
  • Son potencialmente oportunidades de crecimiento.
  • Son también en general las que nos pueden llevar a estadios más avanzados de desarrollo.

Para apoyar la última afirmación, cito la teoría de otro gran psicoanalista, también (entiendo) discípulo de Freud, de visión más culturalista, Erick H. Erickson (Teoría del Desarrollo de la Personalidad o del Desarrollo Psicosocial). Muy en breve, esta teoría describe 8 etapas del ciclo vital, cada una con una crisis fundamental a resolver; estos estadios del desarrollo de la vida a que han de enfrentarse todas las personas, implican enfrentar y resolver una crisis propia de cada etapa, para poder evolucionar a la siguiente, y así hasta llegar a la última de estas,  la adultez, pináculo del ser humano.

Hace muchos años, estando aún en la universidad, vi exponer a un psicólogo gringo un modelo de las crisis, que nunca olvidé por lo simple pero diciente. Es el que acompaña este blog, junto con la foto de AE. Paso a explicarlo:

Una crisis implica traer un nivel de funcionamiento, digamos que estable. E implica que sucede un evento que precipita la crisis, con una consecuente caída en el nivel de funcionamiento. Digamos que se cae hasta tocar fondo (“de ahí nadie pasa”). Digamos también que en el fondo “nadie se queda”. Luego tarde o temprano se inicia una recuperación en el nivel de funcionamiento, que implica tres opciones: estabilizarse de nuevo, pero a un nivel más bajo que el que había antes de la crisis; estabilizarse al mismo nivel previo, o estabilizarse a un nivel superior de funcionamiento. Así, con la primera opción, se pierde con la crisis, en la segunda ni se gana ni se pierde, y en la tercera, se gana. Esto es lo que haría de la crisis una oportunidad.

Aprovecho acá para introducir un concepto muy importante, que trataré más adelante pero que quiero dejar planteado. Lo que me parece que hace que la crisis de la persona la haga crecer, es que como consecuencia de la crisis ocurre la que llamo una REDEFINICIÓN de sí mismo. Esto es fundamental. Pero mejor pongo un ejemplo que utilizo a veces: supongamos el caso de una señora de unos 40 años, casada con un exitoso profesional independiente. Con tres hijos. Supongamos también que el esposo muere repentinamente de un infarto, sin tener seguro de vida ni pensión suficiente. La señora no ha trabajado nunca. Y queda con el reto de sacar adelante a sus hijos. Probablemente la definición inicial de si misma tenga que ver con “no se hacer nada”. Pero como no va a dejar morir a sus hijos de hambre, digamos que se dedica a hacer ponqués. Y que los hace bien. Y que termina teniendo éxito y siendo empresaria (hay casos reales muy parecidos). Acá la redefinición final es “puedo, soy una empresaria exitosa”.

Y finalizo con una especie de parábola que utilizo mucho: supongan que van dos personas en un bote, en un río turbulento; la barca es sólida. Supongan que entre las dos personas hay muchas cosas similares y muchas diferentes, como es lógico, pero supongan que una diferencia es que una sabe nadar y la otra no. Dado que la barca es segura y solida, esta diferencia no va a ser importante, salvo que el que no sabe nadar vaya un poco nervioso mientras el otro no. Ahora supongan que empiezan a ver que se está entrando agua en el bote, lo que significa “emergencia”: el bote se va a hundir. Si bien la emergencia es la misma para ambos, la reacción va a ser diferente. Imaginemos que el que sabe nadar entiende que solo tiene una opción: tirarse al río y nadar como loco hasta alcanzar la orilla. Y la reacción del otro probablemente será de pánico, para terminar ahogándose más por este pánico que por el hecho mismo de no saber nadar. La conclusión: la reacción a la emergencia va a depender de si la persona siente que tiene recursos para hacerle frente. Si así es, “nadará y se salvará”, y si no, “se paniqueará y se ahogará”…..así son las crisis. Nuestra reacción va a depender de si sentimos que tenemos recursos para hacerle frente, lo que equivale al muy importante concepto de empoderamiento de sí mismo, algo que veremos en el próximo blog, al hablar sobre el miedo.