
Después de introducir conceptos útiles para entender una relación, como control, curso, variables intrínsecas y extrínsecas y evolución de las variables en el tiempo, paso a analizar un tema de crucial importancia: el apego. Como siempre es un análisis simple pues quien quiera profundizar encontrará montañas de libros, vídeos en You Tube, etc. Para este análisis voy a utilizar lo expresado en un blog previo, titulado La Validación de Si Mismo, pues ayuda a entender lo aquí expuesto. En particular lo que hace referencia a los vacíos afectivos.
Algo que dije atrás y que a mi juicio es fundamental para entender una relación, es que esta es siempre una negociación. Permanente. ¿Que se negocia? Por ejemplo, las características de la relación (por ejemplo, si es saludable, si en esta priman las necesidades de ambos o solo de uno, etc). Otro asunto clave que se negocia es la DEFINICIÓN DEL OTRO. Este concepto es ladrilludo pero de enorme importancia. Me explico…..supongamos una madre soltera, que no puede estar sola y quien tiene un hijo. Supongamos que ella necesita que el hijo “este siempre ahí”. Entonces va a definir la relación con el como una en que ella se debe hacer necesaria siempre….para ello necesita definir al hijo, o mejor que este se defina a si mismo, como inseguro, como dependiente, como necesitado de ella, de su aprobación. Otro ejemplo: una persona dominante, con alta necesidad de control sobre otros, va a buscar establecer una relación en la que la definición del otro sea como sumiso. Para aclarar mejor…si una persona sumisa está en una relación donde el otro es dominante, y si por alguna razón busca ayuda y empieza por ello a crecer, a buscar independencia, va a haber conflicto con el otro pues el sumiso va a cuestionar la definición que de él hay en la relación (sumiso, dependiente). Y el otro va a querer que su definición no cambie. De alguna u otra forma esto es lo que sucede en la adolescencia, en la que el conflicto radica en que el adolescente busca cambiar la definición que hay de sí mismo, de dependiente a independiente. Y los padres van a intentar que la definición de dependiente se mantenga….eso explica las tensiones en la relación padres-hijo.
Digamos ahora que en una relación la persona satisface básicamente dos variables (digamos que el resto ‘no cuenta’) y que entra ambas suman 100 %, pero que nunca ninguna variable es cero ni tampoco 100. Es decir, ambas variables entran en juego, en cualquier grado.Digamos que la primera sea el ‘afecto puro’, el amor…y que la otra sea la necesidad (de ser querido, de tener soporte, de no estar solos….). Digamos que en este segundo caso, el extremo sería la necesidad de cubrir vacíos afectivos. De acuerdo con ello paso a mi premisa básica: entre más llegue la persona a la relación a satisfacer la variable ‘afecto’, más saludable puede ser la relación. Y viceversa…entre más llegue a satisfacer la variable necesidad, potencialmente más compleja será su relación. ¿Por qué?
Cuando la persona busca en la relación satisfacer necesidades que no puede satisfacer de otra forma sino en la relación, su poder de negociación va a bajar. Depende de la relación para satisfacer estas necesidades. Si el otro ‘se da cuenta’ ( lo cual es la norma….el ser humano es emocionalmente manipulador desde que nace), va a tender a aprovechar esta ventaja. Digamos, exagerando, que razone algo así como: “soy el proveedor (casi) único de esta persona, y aquello que le proveo le es fundamental para estar bien”. Así que probablemente va a buscar condicionar su entrega de afecto, a colocar exigencias. Que el otro no va a tener más opción que cumplir (digamos que tiene que ‘comprar afecto’). Y así el curso probable de la relación será hacia malsano, pues si una relación es malsana para una de las partes (el necesitado), creo que indefectiblemente lo será para la otra. Sintetizó eso con una frase que es para mí una premisa básica: quién puede prescindir de una relación es quien mejor podrá tener esta relación.
¿Donde entra el apego? Es lo contrario (no poder no prescindir)…..quien se apega porque necesita cubrir vacíos afectivos actúa similar a una planta parásita, que por definición es aquella que depende de otra para vivir y le ‘chupa’ alimento (en este caso, afecto). Pero así le ‘quita vida’. Cuando se observan casos de apego extremo se ve lo muy malsano que esto es. Y no sólo para quien se apega sino para ambos. Esto sería algo como que la relación es ‘pierde-pierde’….
Si una relación es indefectiblemente una negociación y si lo que se debe negociar es la salud de esta, hay que tener poder de negociación. Para por ejemplo poder presionar hacia que sea saludable. Y así si el otro coloca exigencias irreales o malsanas para continuar en la relación se debe poder llegar a decir lo que dice el titulo del libro del ‘Papa Jaramillo’ al que ya hice referencia: ‘Te amo…Pero soy feliz sin ti’. Es decir, “te amo, pero mi estabilidad emocional no depende de ti, o sea que si me pones condiciones malsanas para seguir conmigo, no las voy a considerar”, Este es el desapego, que representa bien la foto que acompaña este blog…
Una implicación importante de todo esto, es que se debe ser consciente de aquello que nos da y aquello que nos quita poder de negociación. Si lo que nos quita poder de negociación es la necesidad de cubrir vacíos afectivos en la relación, nuestra mejor opción es cubrir nuestros vacíos por nosotros mismos (ver blog previo, sobre redefinición de si mismo), y con esta base lograr llegar a la relación con una alta proporción de la variable más saludable, el ‘puro afecto’.