Los conceptos de zona de confort y crisis de los que tratamos en blogs previos al hablar de la persona y su búsqueda de alcanzar su Mejor Versión también son conceptos clave para entender las relaciones y darles buen curso. Analicemos estos temas. Veamos dos tópicos entrelazados:
- Las zonas de confort deteriorantes, improductivas
- Los conflictos y la necesidad de darles curso
Iniciemos con las zonas de confort. Repasando el concepto podemos ver cómo es muy fácil situarse en una ZC, sea en lo individual o en lo relacional. El problema es que el costo está en el riesgo de anquilosamiento. La gráfica que acompaña este blog esquematiza una situación de ZC improductiva, dañina. Sería cuando una relación no mejora de cierto punto pero tampoco empeora. Es decir, no crece y evoluciona hacia sano pero tampoco se deteriora al nivel en que se rompa. Pero al ver la hipotética gráfica se aprecia como en un caso así la ‘pendiente’ de la curva es descendente. Esto se parece mucho a lo citado en blog previo sobre lo que llamo ‘la parábola de la rana’ de Peter Senge.
Pero hay una cita de Jim Collins, el reputado consultor organizacional autor de ‘Built to Last’ y ‘From Good to Great’, quien en un libro más reciente (‘Why the Mighty Fall and Why Some Companies Never Give In’) analiza el fenómeno inverso al de los libros anteriores: por qué declinan compañías muy exitosas. En el inicio del libro JC compara lo que sucede a estas compañías con el cáncer: el fenómeno es al inicio muy difícil de detectar pero más ‘fácil’ de tratar, mientras que en fases avanzadas es muy difícil de tratar pero más sencillo de detectar. Genial comparación. Creo que esto es perfectamente válido en las relaciones que se deterioran. Cuando el deterioro soterrado evoluciona gradualmente hasta puntos de difícil reversión.
El núcleo del asunto está de nuevo en no ser consciente de la evolución de la relación, de lo que la afecta, de lo que la mantiene unida y puede desgastarse, etc. Cuando la relación va quedando atrapada en zonas de confort, en este caso mejor decir de ‘pseudo confort’, el deterioro progresivo va haciendo un nivel de daño que cuando ya se quiere hacer algo por la relación en muchos casos ya es tarde. Creo por ejemplo que cuando la pareja busca una terapia lo hace en un intento desesperado por arreglarla. Creo que aunque este tipo de terapia es válida es bien difícil, y más aún creo que lo que hay que hacer es una labor más ‘preventiva que correctiva’.
Así que la conclusión en esta apartado es velar porque la relación evolucione, por que no quede atrapada en zonas de confort deteriorantes y para ello, ser muy consciente del curso y enfocarla hacia saludable. Aplica lo dicho sobre la salida de las zonas de confort, que o se da por efecto de las crisis (caso en el cual lo que hay que saber es manejarlas, aprovecharlas como oportunidad) o de la voluntad de mantener creciendo la relación.
El otro concepto es el del conflicto como hecho inevitable en una relación. Hago acá una comparación con un fenómeno natural poco agradable pero que resulta muy interesante: los terremotos. Lo que entiendo que sucede cuando ocurre un fenómeno de esta naturaleza es que en las profundidades de la tierra, en su interior, están las llamadas ‘placas tectónicas’. Que se mueven y reacomodan. Un terremoto corresponde a cuando sucede esto: las placas se reacomodan, y en la superficie de la tierra lo que sucede es que se da lo que puede devastar ciudades.
Pienso que el conflicto en una relación, que no es de sí agradable, puede entenderse como una reacomodación. A nivel visible, sería como un ‘terremoto’, que expresa la necesidad de ajustes en la relación. El asunto es, si se da el conflicto, qué expresa y qué puede hacerse con este. Taparlo, pasar por encima como si nada sucediera, o entender que es una situación natural de la relación que hay que manejar. Por ejemplo, veo con frecuencia que parejas que recién han formalizado su relación entran en un período de mucho conflicto. Lo interpreto entonces como la necesidad de ajustes dados los cambios que se han presentado en la relación (formalización). Y resulta lógico que así sea…hay que adaptarse a los cambios en la relación.
El conflicto puede ser ‘subterráneo’. Es decir, puede no ser muy visible en la superficie (lo que llamo ‘encima de la mesa’), pero estar ahí, ‘debajo de la mesa’. Haciendo daño pues si no se ‘pone sobre la mesa’, si no se saca a la superficie y se maneja, no podrá aprovecharse. Manejar el conflicto es ‘sacarlo a la superficie’, lo que obliga a hablar de la relación, de lo que está sucediendo en esta. Y hablar de la relación no es algo sencillo, exige madurez a las partes, exige ‘cuidar el bosque y no los árboles en particular’.