

Introduzco este corto blog hablando del hombre de la foto. Se trata de Bruno Bettelheim, otro judío austríaco que estuvo en campos de concentración durante la Segunda Guerra. Psicoanalista y filósofo, especializado en niños. Entiendo que fue una persona muy cálida y especial. Escribió varios libros, de uno de los cuales (No Hay Padres Perfectos, en inglés, A Good Enough Parent: A Book on Child Rearing, libro que recomiendo y que como he expresado en otros blogs, no es del tipo “10 guías rápidas para producir hijos felices”), extracto una cita textual que siempre me impactó por dos cosas: por lo extraordinario del concepto, y por el sitio del libro donde la escribió (otro libro que solo leí un poco, pero que me marcó): en los Agradecimientos. Es el primer párrafo del libro ( y una frase a continuación):
“Ante todo quiero dejar constancia de que el título del presente libro se deriva del concepto de la madre “aceptable” formulado por Donald W. Winnicott. Lo he adoptado a ambos padres , es decir, al padre y a la madre, porque ambos son importantes para el desarrollo de su hijo. Mi título sugiere que para criar o educar bien a un hijo no hay que tratar de ser un padre o una madre perfectos, del mismo modo que no hay que esperar que el hijo sea un individuo perfecto. La perfección no está al alcance de los seres humanos corrientes. Típicamente los esfuerzos por alcanzarla obstaculizan esa respuesta indulgente a las imperfecciones ajenas, incluidas las del hijo propio, que es lo único que hace posibles las buenas relaciones humanas…..Pero es muy posible ser un padre o una madre aceptable, esto es, un padre o una madre que críe bien a su hijo….”
A diferencia de BB, creo que no hay un solo ser humano perfecto. Por definición….el ser humano es extraordinariamente complejo y en medio de su complejidad y por su misma constitución (mitad racional, mitad emocional, siendo esta parte la compleja y la que más lo acerca a su ser animal, y por ende, la más imperfecta), la perfección le es más una brújula que un destino al que llega. Exagerando un poco: “tarde o temprano el ídolo exhibe los pies de barro”.
Buscar en el hijo la perfección implica por lo menos dos equivocaciones:
1. No dejar que el hijo sea él mismo, sea todo lo bueno que pueda ser. La definición de “deber ser perfecto” probablemente orientará al hijo a satisfacer unas expectativas muy altas sobre él mismo, que no querrá defraudar dado quien está detrás de la expectativa: un padre cuya aprobación le es vital. Pero quizá hará de su vida un propósito que lo aleje de su verdadero ser. Y algún día hará crisis. Esto lo convertirá en lo que llamo el “hijo trofeo”, que sirve al padre para exponerlo ante otros como un triunfo (“si mi hijo es perfecto quiere decir que yo, quien lo crié, soy un padre perfecto”). En general lo que he visto es que el padre acá busca que su hijo logre lo que él no pudo, para dejar atrás todas sus frustraciones.
2. Volverlo esclavo de un estándar que nunca alcanzará. Lo llamo el “síndrome del no soy lo suficientemente….”. Como nunca alcanzará la perfección, por ser esta un inalcanzable para el ser humano, nunca estará satisfecho. Nunca será ‘feliz’….porque nunca sentirá que lo logra.
Lo muy desafortunado de todo esto es que en mi opinión se distorsiona algo que le es fundamental al ser humano: la búsqueda de la excelencia, de la maestría, de la “Mejor Versión de Sí Mismo” (para esto quizá sería bueno volver sobre los blogs iniciales que escribía al respecto). La perfección es un inalcanzable, mas la excelencia, la maestría, si son alcanzables. Todo va a depender de cómo se buscan.
El problema de fondo de la búsqueda de la perfección es que va a disparar el bloqueo de la aceptación de sí mismo que será vital en la búsqueda de la excelencia. Y otro problema, que se observa mucho en el mundo académico, es que la perfección (el resultado final) se vuelve un fin que justifica cualquier medio. “Copiar, hacer plagio, etc., valen mientras me ayuden a ser el trofeo que otros quieren que sea”. En el deporte hay un ejemplo excelente: es el caso del hombre de la foto, que defraudó a miles de seguidores (ver foto arriba, de Lance Armstrong).
De acuerdo con lo anterior mi recomendación es inculcarle al hijo altos estándares de excelencia, empoderarlo para que sienta que los puede alcanzar, enseñarle a aceptarse a sí mismo en toda circunstancia pero con una aceptación genuina, no complaciente sino sanamente auto exigente. Enseñarle a construir una definición de sí mismo que se rija por buscar dar lo mejor de sí (Mejor Versión), y no a construir una que busque satisfacer las expectativas de otros: el hijo trofeo….es más posible que un hijo feliz sea ‘cuasi perfecto’, a que un hijo ‘cuasi perfecto’ sea feliz.