Continúo con un breve blog en torno a tres verbos importantes en la calidad de vida.

Fluir: No se trata de definir los verbos, sino de tratar de atrapar un poco de su significado. Me encanta este verbo. Así como el agua que no fluye se pudre al estancarse, así pasa con la persona. Si no fluye se estanca. En cuanto a la esencia de la persona lo que entonces hay que hacer es dejarla fluir, que se exprese. Se parece un poco al título de una de las canciones más populares de Los Beatles: Let It Be. Fluir implica dejar ser…dejar que lo natural y espontáneo sea, se manifieste…Lo contrario sucede al orientarse hacia complacer expectativas, buscar ser quien otros quieren que uno sea, perder la naturalidad, la autenticidad, la espontaneidad. Digo con frecuencia que, si uno quiere ver la mejor faceta de otro, debe buscar su espontaneidad. Es decir, la mejor faceta de la persona es cuando no tiene máscara, cuando no desempeña un personaje para el público, cuando su naturaleza esencial fluye hacia el exterior…La palabra autenticidad está basada en la misma raíz etimológica que ‘autor’….así sería que autenticidad tiene que ver con ser el autor de sí mismo.

Legar: Conocí la importancia de este verbo a través de Erick Erickson. En su teoría de las 8 etapas que atraviesa una persona, al llegar a la última, la adultez, se tiene – como en todas las demás etapas – una tarea crítica. En la adultez se trata de legar. Me parece un concepto excelente y creo que ello da opciones de encontrar sentido en la persona de la tercera edad. Cuando ya se ha recorrido el camino, cuando se ha acumulado saber, experiencia y conocimiento. Especialmente vivencial. Lo paradójico es que a la persona no le queda ya demasiado tiempo (al menos comparativamente); quizá ya consiguió todo lo que tenía que conseguir. Por lo tanto, acumular tendería a dejar de tener sentido (salvo si se trata del poder, que es en sí misma una motivación insaciable…es como tomar agua del mar cuando el náufrago está que se muere de sed…toma agua de mar que por el momento se la calma, pero al rato se la acrecienta…así es el poder…). Lo que adquiere sentido es dejar lo valioso que se tiene, a otros. La persona se valoriza dando, siendo, no teniendo…Un buen ejemplo de esto, si mi memoria no me falla, se puede apreciar en la Universidad creada por la Cámara de Comercio de Bogotá (Uniempresarial), en asocio con GTZ, entidad del Gobierno Alemán, en la que los pensionados alemanes participaban, transmitiendo sus conocimientos profesionales acumulados a los alumnos. La pregunta obvia acá es quién ganaba más con esta transferencia de conocimiento: ¿el alumno, o el profesor? Para entender la dimensión de este verbo hay que despojarlo del sentido usual que le damos, el económico. Diría que legar es transferir valor, que vale si se comparte, y ello se hace cuando se siente que se tiene (valor, valía).

Crecer:  En este caso me voy a referir a crecer como un verbo un poco la antítesis de cambiar. En general las personas que buscan algún tipo de apoyo (terapia, coaching, consultoría) quieren cambiar. Cambiar en cuanto a dejar de ser lo que se está siendo en el momento. Cuando se me plantea el tema digo que en realidad no se trata de cambiar, sino de todo lo contrario. Cambiar implica tratar de ser algo diferente a lo que se es, digamos que a la esencia. Y ello se basa en la no aceptación y el desconocimiento o incomprensión de lo que se es, o al menos de lo que se está siendo en un momento determinado. Creo que de lo que se trata es de comprender lo que se es (digamos que la realidad actual de la persona), buscar de ello lo que realmente si se es (por esencia), aceptarlo y a partir de ahí, afirmarlo. Así, se trata de crecer respecto a lo que se es, de ser más de lo que se es…un poco similar al concepto de la mejor versión de Sí Mismo. En este caso uno ES, pero busca la mejor expresión de ese SER.