
Si el líder es una persona integral, logra que la inteligencia racional (IQ) y la emocional (EQ), y quizá también la social (SQ), se potencien entre sí. La IQ le es útil para analizar, evaluar alternativas, etc. La SQ para manejar con acierto las relaciones a su alrededor. Y la EQ, para ser muy consciente de sí mismo, para leer las propias emociones, conocer sus fortalezas y apalancarse en ellas, y administrar sus vulnerabilidades, entre otras.
La buena inteligencia emocional le permite tener energía (‘buena vibra’). Y esta se transmite. Como dicen los expertos que han estudiado el tema: toda emoción crea una radiación, una influencia. Que llega a otros (léase por ejemplo el capítulo sobre influencia sin autoridad, del libro ya citado Executive EQ: Emotional Intelligence in Leadership and Organizations, de R. K. Cooper & A. Sawaf).
Las emociones se transmiten por contagio, fenómeno que ha sido bien estudiado. Es lo que se ha llamado Resonancia (que implica estar en ‘sintonía’ con los seguidores). La suposición de fondo es que el estado de ánimo y el comportamiento del líder determinan los de los seguidores, a través del fenómeno de la resonancia (en contraposición a la disonancia). En mi opinión este ‘contagio’ se da básicamente a través del canal no verbal (que “miente menos”, lo que se aprecia en la serie de TV ‘Lie To Me’). Esto es muy importante por ejemplo cuando la información que viaja por el canal verbal (más consciente, más controlable) dice algo que contradice lo que se manifiesta a través del canal no verbal. Al final la persona ‘lee’ ambos canales, y si bien puede tener en cuenta lo verbal, va a ser lo no verbal lo que determine el efecto en su parte emocional.
¿Por qué es esto importante? Porque exige al líder que conozca su parte emocional, que la entienda y la maneje bien, pues va a ser a través de esta que va a determinar las reacciones emocionales de sus seguidores. Necesita en la mayor medida posible lograr generar buen estado emocional, optimismo. Para generarlo a otros. No hay que perder de vista que el compromiso, la pasión, son respuestas en alto grado emocionales.
En el libro de Cooper & Sawaf se cita a Dee Hock, quien en 1972 era el CEO de VISA, quien aconseja lo siguiente: “Si Usted busca liderar, invierta al menos 40% de su tiempo en gerenciarse a sí mismo – su ética, su carácter, sus principios, sus propósitos, su motivación y su conducta. Invierta al menos 30% de su tiempo en administrar a aquellos con autoridad sobre Usted, y 15% administrando a sus pares. Y use el resto del tiempo para inducir a aquellos que trabajan para Usted a entender estos principios y practicarlos”.
El asunto clave está en la influencia sin autoridad. Básicamente la influencia puede venir o del ejercicio del poder y control, que lo dan la posición y autoridad, o de la resonancia, que es la forma alterna de influencia basada en una alta inteligencia emocional. Si el líder tiene ambos, muy bien. Si solo tiene el poder y el control, va a obtener obediencia pero probablemente no compromiso, pasión. Y si solo tiene resonancia, va a poder influir en otros eficazmente, aún sin el poder de la autoridad.
Excelente ejemplo de resonancia es el hombre de la foto, que sin ninguna posición de mando en el gobierno, los negocios o el ejército, sin riqueza, y solo con la fuerza de sus principios, movilizó e inspiró a millones de personas, logrando que la gran colonia del Imperio Británico, la India, se emancipara, sin el ejercicio de la violencia. Contribuyendo con ello a la caída del gran imperio. Y Ghandi, según la historiadora Diana Uribe en sus relatos sobre la Historia de las Civilizaciones, fue el que salvó al Siglo XX de la vergüenza.
Termino con este breve análisis, de un fenómeno de suyo muy complejo, los blogs sobre Liderazgo Inspiracional. Ya estuvo bien por ahora. Daré un giro, volviendo a mi parte más ‘humanista’ (menos ‘corporativa’), para analizar un poco un tema que está muy en boga, más no siendo fundamental por ello sino por definición: la felicidad. Que curiosamente está muy en boga también en las organizaciones. Como ligero abrebocas cito una frase que apareció hace unas semanas en los editoriales de El Tiempo, que no recuerdo textualmente pero que dice algo así como: “la búsqueda de la felicidad se parece a cuando una persona busca sus anteojos teniéndolos puestos”. Digo que la felicidad se parece a tratar de coger un bus, al que le estiramos la mano cuando acaba de pasar.