
Como decía en blog previo, dada la longevidad creciente de la población, uno de los grandes retos de la vejez es que el retiro laboral (para quien se pensiona luego de haber trabajado muchos años) es un cambio que acontece en un momento ‘relativamente’ temprano de la vida. Suponiendo que la persona no tenga dificultades económicas (al menos relativamente) una vez se pensione, el reto es cómo llenar su vida de sentido, especialmente si lo laboral ha sido eje central de su vida y de la definición de sí mismo durante varias décadas.
Analizaré unos pocos casos reales que conozco, para ejemplificar una de las más importantes opciones que creo la persona tiene en este período de su vida.
El primero data de por allá 1989. Paralelamente a mi rol de ejecutivo en Recursos Humanos, me dedicaba a la psicoterapia, adscrito al Servicio Médico del Banco de la República; hacía este trabajo en las noches y los sábados en la mañana. Un día acude a mi consultorio una señora que estaba muy cerca a la pensión; la recuerdo porque estaba muy cerca el cierre de Proexpo, entonces ligado al Banco. Era la Secretaria del entonces Director, que a su vez fue el último. Estaba separada y tenía tres hijos. El tema va a que cuando le pregunté sobre qué pensaba hacer al pensionarse (lo que no tenía que ver con su motivo de consulta), me dijo muy segura y clara: “me voy a inscribir en la Universidad del Rosario a estudiar Arte”. Me encantó esta respuesta.
La otra anécdota tiene que ver con mi período en Merck, la multinacional alemana, en la que estuve 14,5 años. Era por ahí 1994, y se imponía la moda del outsourcing. Un día llegó una publicidad de Sodexho, que empezaba a ingresar al mercado local, ofreciendo el servicio de casino. Merck en Colombia había tenido por muchísimos años un casino administrado por una señora muy prestante socialmente, muy querida, pero en la cocina, un “general”. Digo que entonces en la empresa mandaba el Gerente, pero en la cocina mandaba ella. Y llegó el momento de plantearle el retiro, para facilitar el cambio al outsourcing. Doña Beatriz, como la llamábamos, tenía de lejos la edad de pensión. Pero nadie se atrevía a plantearle la necesidad del retiro. Y al menos en parte porque pensábamos que iba a ser muy duro para ella dejar el oficio que le venía dando sentido a su vida por muchísimos años. Como yo era el Gerente de Recursos Humanos, y el casino estaba a cargo de mi área, me tocó a mi. Me llené de valor y la confronté. Era como despedir a la mamá de uno…..y paradójicamente, no hubo ningún problema. El cuento va a que cuando le pregunté, preocupado, qué iba a hacer al pensionarse, me dijo muy dueña de sí misma: “Tranquilo, Dr. Serpa. lo tengo planeado. Los lunes haré beneficencia con las señoras de XXXX, los martes con YYYY….etc.”. Hay que decir que era soltera y no era una ‘joven’ de 55 años, edad de pensión para la mujer en ese entonces.
El otro, más breve…también de esa época. Un día nos ofrecieron servicios ligados a GTZ, organización privada alemana que promueve el desarrollo; me llamó mucho la atención entonces que nos hablaban de cómo utilizaban los servicios de pensionados, ya que “el retiro no acaba con el conocimiento”.
Pero el mejor ejemplo que se me ocurre es el del hombre de la foto, Nicanor Restrepo Santamaría, ya fallecido y en su momento el líder visible del Grupo Empresarial Antioqueño. Sobre él copio el último párrafo de una reseña del periódico El Colombiano: “Los más allegados a Restrepo relatan que en 2004 cuando decidió dejar la Presidencia de Suramericana, para irse a sus 60 años de edad a cumplir su sueño de hacer un doctorado en sociología en París, y también hizo un postgrado en la vida cotidiana. Como estudiante con morral en mano hacia mercado, cocinaba, pagaba la renta y lavaba platos en su casa; actividades que poco y nada había desempeñado en su vida de alto ejecutivo”.(El subrayado es mío)
Excelente ejemplo. De las mieles del poder, a las aulas. A “volver a vivir la vida simple y llana”.
¿A dónde va todo esto? El retiro, si se fue empleado, o la tercera edad, sea o no que se haya sido, no debe significar que la productividad personal se acabe. Esta concepción se basa en una definición pobre de productividad, centrada en lo económico y en una sola opción del individuo. Los ejemplos precedentes muestran como la persona puede mantenerse productiva, así sea desde otra perspectiva. La señora de Proexpo y Nicanor Restrepo Santamaría, pasaron a buscar la productividad en lo intelectual. Doña Beatriz, en lo social. Los pensionados de GTZ, en el enseñar.
Lo que creo que hay que entender es que al entrar en la última etapa no se debe entender esta como el cese de la productividad, sino como una transformación de esta. Si se hace bien el cambio, se encontrará una fuente de vitalidad, de sentido. Si no, el momento que marca el inicio de la vejez, que sería para este caso ´pensionarse’, va a significar caer en un letargo que tarde o temprano nos va a hacer la vida muy difícil de soportar. No puede llegar a ser un mirar pasar las horas en el reloj esperando la inexorable muerte.
Finalmente, Nicanor Restrepo ya murió. Relativamente joven en cuanto a edad. Pero probablemente murió después de haber vuelto a ser joven, de espíritu. Es que el espíritu no tiene por qué envejecer.