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¿Cómo enriquecer la tercera edad, dada la revolución de la longevidad que caracteriza el mundo actual? Quizá lo primero es entender que más o menos dos tercios de los factores que determinan la calidad de vida dependen de la persona (correspondiendo el resto a factores genéticos y a lo que podemos llamar suerte). Esta afirmación se aprecia en una interesante charla TED de Jane Fonda, quien se ha dedicado los últimos tiempos a estudiar esta fase de la vida  (Ted Talks, Jane Fonda, The Third Act, Enero de 2.012).

La tercera edad es una etapa más del desarrollo del ser humano. La última, pero no por ello carente de sentido. Y se trata de buscarle un significado que enriquezca la vida de quien está en esta fase.

Cita JF que muchas personas mayores de 50 años encuentran bienestar en esta etapa. Algunos incluso dicen que es a los 60 que se empieza a vivir….Puede haber menos estrés y ansiedad, mayor satisfacción…en mi opinión, si la persona entiende la transición que implica esta fase vital, acepta lo que tiene que aceptar y entiende que implica una redefinición de sí mismo, podrá disfrutar de lo que esta etapa puede ofrecerle. Creo que la persona a estas alturas “ya cumplió” con las grandes responsabilidades que le imponía la vida, y que el “yugo del que dirán” ha disminuido mucho, liberándolo del gran peso de tratar de satisfacer las expectativas de otros. Y puede dedicarse a conjugar el que es quizá el más importante verbo en este aspecto: disfrutar!

La charla TED de JF tiene elementos muy interesantes. Habla por ejemplo de la necesidad de un cambio de paradigma para entender esta fase de la vida, pues dependiendo del paradigma las actitudes de la sociedad y de las personas hacia esta fase. Y plantea que la vejez vista desde el paradigma de que la edad es patología y no potencial, da una visión poco optimista de esta fase. El modelo de la vida como un arco, en el que se asciende hasta un pináculo para luego descender hasta la decrepitud, ofrece una visión pesimista y ‘catastrófica’ de la vejez. En cambio, plantea JF, el paradigma debería ser una escalera, en la que “nunca se termina de subir”. Esto se basa en la concepción de que lo único que no se comporta de acuerdo con la segunda ley de la termodinámica, o entropía (todo decrece y decae) es el espíritu humano.

Si se entiende que el foco de la tercera edad debe ser el fortalecimiento espiritual, encaminado a la redefinición de sí mismo, basado en la aceptación de las nuevas realidades y en la búsqueda de la plenitud, la integralidad, la autenticidad y la sabiduría, y en la reflexión constructiva sobre el pasado (que implica por ejemplo perdonarse lo que haya que perdonarse), se ve con claridad que la tarea crítica radica en TERMINARNOS A NOSOTROS MISMOS. Cita JF como esto puede darse incluso en condiciones muy adversas físicamente, para lo cual cita el caso de Neil Seliger, abogado quien padecía esclerosis lateral amitrófica, quien se dedicó a escribir y quien decía textualmente a propósito de los cambios que le traían en la tercera edad su enfermedad altamente incapacitante (por ejemplo, no podía hablar):”la debilidad de mis músculos fortaleció mi capacidad de escribir”.

La tercera edad implica la búsqueda de nuevos sentidos y propósitos y de consolidar paz interior. Quizá lo necesario para prepararse para la siguiente fase, para todos desconocida. La persona se va despojando de aquello que tiene valor transitorio, y se enfoca en aquello que lo puede trascender. Me gusta mucho por ejemplo la concepción de Erick Erickson sobre los ciclos de la vida, en el cual la ultima etapa del ciclo es la adultez, donde la tarea crítica de la persona es LEGAR. Dejar huella en quienes quedan…

El espíritu no tiene por qué envejecer. Este y la búsqueda de relaciones con sentido son cruciales para poder hacer realidad la frase del hombre de la foto, que titula este blog (Picasso). El espíritu es el que puede mantenerse joven hasta el final.