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Escribiré sobre algo que reconozco es muy complejo, y que potencialmente genera mucha polémica, lo cual es algo que no me interesa. Y lo haré no como si escribiera en una revista científica (tampoco me interesa). Solo quiero transmitir un mensaje simple pero útil.

Con mucha frecuencia la gente me dice que está deprimida. O igual se escucha mucho decir hoy en día “es que soy bipolar”. Igual con frecuencia la gente le cuenta a uno que ha sido medicada psiquiátricamente. Respeto muy profundamente la medicina, y la muy compleja especialidad de la psiquiatría. Mi único tío paterno vivo tiene 91 años, y fue un brillante psiquiatra. Siempre me generó mucha admiración, especialmente por su gran amplitud mental. Mi mejor amigo del colegio se hizo psiquiatra. Hombre brillante. Sin embargo, creo que la psiquiatría con frecuencia abusa de la medicación.

Hasta donde entiendo, porque estos temas no los volví a estudiar desde la universidad (1984), parece indiscutible que la real depresión (mayor, bipolar, maniaco depresión…) tiene indefectiblemente un componente neuroquímico. No estoy tan seguro que se pueda afirmar con plena validez científica que es la causa (el ser humano es extremadamente complejo y multideteminado, como para simplificarlo y reducir la explicación a una o pocas variables). Quizá lo que hay es una fuerte predisposición, que dado un medio adverso, va a tomar la forma de la depresión real. En todo caso, creo que para estos casos si es necesaria la medicación. No hay mucho más por hacer, lastimosamente.

Pero creo que afortunadamente hay muchas personas que en su esencia son sanas. No son depresivos. Menos bipolares. Son personas con problemas que trae la vida, la crianza. Para estos casos, creo que la medicación no solo sobra, sino que evita que la persona busque la solución donde probablemente está: en su interior. Pero se encuentra con un sistema de salud que “medicaliza” los problemas, que se basa en “corregir lo que está mal” en vez de buscar la salud como el estado natural del individuo. Un sistema de salud que empuja al médico a solucionar lo más rápido posible (tiene 15 minutos para atender a ese ser humano emproblemado), y al menor costo, una situación problema;  el paciente es uno entre muchos, y no hay tiempo para adentrarse en sus complejidades emocionales. Y un sistema muy determinado por el poderoso andamiaje de la muy poderosa industria farmacéutica, que presiona hacia la receta de medicamentos como primera opción. Es así como aquella persona fundamentalmente sana pero emproblemada, pasa a basar su salud emocional en pepas como el Xanax, a concebirse a sí misma como enferma (lo cual desencadena un círculo vicioso que como todos, tiende a perpetuarse).

Desde mi visión, cada vez más humanista, creo que en muchos casos lo que pasa con la persona es que está distanciada de sí misma. Es imposible que la persona esté bien cuando está desalineada de sí misma, de su núcleo. En estos casos lo que hay es que alinearse, si se quiere, rescatarse. Pero ahí no hay Xanax que sirva. Como tampoco sirve la hoy tan promovida ‘píldora de la felicidad’ (“instant happiness”).

Entonces cuando alguien me dice “es que me diagnosticaron como bipolar”, le pregunto: “¿hace cuánto apareció la depresión en su vida?”. ¿Por qué? Porque la enfermedad mental exhibe una continuidad a lo largo de la vida de la persona, y da señales claras desde muy temprano. Si le persona tiene por ejemplo 50 años, es profesional, tiene un trabajo y una familia, y me dice que “hace como dos años”, le digo: “Creo que Usted lo que tiene es otra cosa, cuya cura está en su interior”. Es muy difícil que un Depresivo Bipolar a esa edad tenga todo aquello (familia, trabajo, etc.).

Es grato  ver, cuando uno ayuda gente en procesos de cambio,  como en muchos casos la experiencia le da la razón. No por querer tenerla. Sino porque el concepto es esperanzador para muchas personas. Ver evolucionar a alguien que inicialmente está muy enredado, y verlo como se afirma a sí mismo y pasa a disfrutar mejor la vida, es simplemente una maravilla.

Un comentario final: a veces la gente confunde deprimido con triste. Nunca es lo mismo…la tristeza es parte de la vida, como tal hay que aceptarla, y permitírsela, ya que es la emoción más consecuente en un momento dado con el contexto. También se confunde con la rabia (que muy simplistamente digo que no existe en si misma sino que es un  derivado de algo más básico, el dolor); cuando la persona ha sufrido un dolor, y no puede expresarlo y aún más, “cobrarlo”, se lo “cobra a sí mismo”. Y de ahí surge algo que puede confundirse con la depresión, y que sencilla y llanamente es que la persona está molesta y mal consigo misma. Pero eso no es depresión.

En fin, ¿Qué quise decir con toda esta perolata? Que el bienestar es el estado más natural del ser humano, siempre que esté centrado en sí mismo. Ello no quiere decir que veo la vida tan simplistamente. La vida nunca será fácil. pero tampoco será siempre necesariamente difícil.

PS: Ojalá no llegara a leerme algún psiquiatra que quiera polemizar. No pretendo invalidar su muy valioso aporte a las personas. Los respeto mucho.