Sanar

Ya antes he expresado mi enorme gusto por los verbos. Pero no desde el punto de vista lingüístico sino más desde lo emocional, desde lo humanista (si se quiere). Hay verbos terriblemente importantes, como por ejemplo: disfrutar, merecer, legar, fluir, perdonar, amar, crecer….en fin. Voy a hacer una breve referencia a uno de una dimensión gigantesca, muy apropiado para la coyuntura del país.

Cuando en la vida de la persona han pasado cosas como haber sido maltratado de niño; haber sido víctima de una vejación sexual; haber sido víctima de matoneo….O por un lado menos drástico, más por “golpes de la vida”: haber perdido el padre muy temprano, siendo el hermano mayor, y haber tenido que dejar de ser niño para asumir las responsabilidades de la familia (adulto precoz por fuerza de la vida). O haber tenido una crianza muy difícil, donde por ejemplo hiciera su mayor esfuerzo por alcanzar la admiración de sus padres y nunca lograrlo (el “no soy lo suficientemente…”, del cual algún día escribiré). O haber tenido un padre alcohólico, o peor aún, cuando este se ha suicidado. En fin, multiplicidad de circunstancias en la vida de las personas.

Cuando a la persona le ha tocado alguna de estas rudezas de la vida, creo que quedan heridas profundas en el “alma”. Que parecen nunca cicatrizar. ¿Qué opciones tiene acá la persona?

Acá es donde entra en juego el verbo del título. La pregunta es ¿en qué radica sanar?

El libro de la foto es de un médico que se dedicó a este tema. Para hijos de familias disfuncionales, en especial de alcohólicos. A quienes quedan grandes cicatrices, porque el sustrato es un profundo dolor. Y el dolor le es muy difícil de manejar al ser humano. El título habla de sanar, pero también de aquel niño interior, con el que hay que reconciliarse. Redescubrirlo. Y muy pero muy paradójicamente: perdonarlo. Tema complejo de explicar. Utilizaré como ejemplo el del niño que deja de ser niño para hacerse prematuramente adulto, para asumir las responsabilidades que deja el fallecimiento del padre. Digamos que es el hermano mayor, tiene 10 años, y debe salir a trabajar desde esa edad. Y lo hace con enorme responsabilidad. Y lo hace bien. Y entonces saca adelante a sus hermanos, les da estudio, los “deja organizados”. Pero él no pudo estudiar….tocaba sacar adelante a la familia. Loable tarea. Solo un pero….

Ese niño que debe crecer precozmente, no puede salir a jugar con otros niños. Mientras trabaja, oye a lo lejos el bullicio de los demás niños jugando en el parque. Y le duele. Porque también quisiera jugar, pero no puede. No debe. Y como decía en blog previo, el asunto es cómo expresa el dolor. Cómo este “sale” (un paréntesis…digo que el quid de las emociones es expresarlas. Las “buenas” y las “malas”. Si se quedan adentro se quedan “intoxicando” a la persona. Se parece a la comida: la comida dañada cuando se ingiere intoxica el organismo; solo que en este caso el organismo tiene un reflejo que se encarga de expulsar el alimento descompuesto. Lo emocional no tiene ese reflejo).

Vuelvo al tema…el niño no juega; se dedica a ser responsable. Pero no puede ser niño. Y esa parte de sí mismo se queda sin vivir. Solo un pero: nunca podrá ser pleno. Porque si como la serpiente cuando cambia de piel, que deja la piel vieja en el camino, si se van dejando atrás partes de si mismo (en este caso, que no pudieron vivir), y no se recuperan, y a diferencia de la serpiente a la que le sale nueva piel, el ser humano queda “incompleto”.

Pero vuelvo al dolor: “cuando no sale se queda adentro”. Y digamos que en algún grado se “dirige contra sí mismo” (complejo de explicar…quizá algún día me le mida).

Lo que hay que hacer es volver a ese niño. Conectarse con él. Dejarlo que llore….Lograr que se “perdone delitos que nunca cometió”. Creo que así se sana.

Un ejemplo real, que parece fantasioso. Pero me ha tocado más de una vez. Una joven. 30 años. Recién me cuenta su problema hablamos de esa “niña” (en este caso el tema era el abandono). Un día le digo: “imagínese que la tiene enfrente….mírela a los ojos….¿qué ve ? (la respuesta: tristeza, dolor)….si pudiera hacer algo con ella, qué haría? (la respuesta: abrazarla)”. Más adelante me cuenta que abrió un diario, pero que le escribe a esa niña. Meses después le pregunto “¿se acuerda de la niña ?”…se sorprende, no sabe de que hablo…le recuerdo…y me dice algo sorprendente: “es que la niña ya es parte de mí”.

Sanó. Había que dejar sangrar bien la herida para que sanara. Se reconcilió. La herida cicatrizó.  Finalmente. Tiene que ver con el pasado. Creo que nunca se olvida. Todo queda en la memoria del sistema. Así sea en algún lugar recóndito. No se trata de olvidar. Quizá más lo contrario: de recuperar. Lo que hay que hacer con el pasado no es borrarlo. Es lograr que el efecto negativo del pasado no contamine el presente. Que es otra cosa. Para eso sirve el perdón. En este caso, el ‘auto perdón’.

Excelente opción que tiene el ser humano….Cosa buena.