Gracias a las redes sociales, recién me reencontré con amigos del colegio, varios de los cuales migraron a otros países. Cuando conversamos me sorprende ver cómo “la patria hala”. Cómo aprecian lo colombiano. Por otro lado, como hoy en las cercanías de la Tercera Edad, volvemos al rescate del pasado, cuando crecimos juntos ; lo habíamos dejado atrás.

Ello me lleva a otra pequeña reflexión sobre “temas de la vida”, en  este caso, sobre algo fundamental para la persona: sus raíces, la afirmación de estas. Comienzo por lo que creo es la antítesis: el renegar de los orígenes. Cito  dos casos: el de Michael Jackson y el del arribista social. En el primer caso, un cantante famoso de origen afroamericano, termina siendo de piel blanca. Producto de múltiples y supongo muy complejas operaciones. En el segundo la persona se avergüenza de sus orígenes sociales y busca a toda costa negarlos y ser reconocido como lo contrario; aunque en la práctica la realidad lo delate. Solo digo que hay que ver cómo muere MJ. Y pienso en la dinámica interior del arribista, que le hace necesario vivir con una máscara “que ojalá nunca se le caiga”. Cómo ser feliz o estar satisfecho así?

Creo por otro lado que el desarraigo le es muy doloroso al ser humano. En nuestra realidad, el desplazado que debe dejar su terruño y el de sus ancestros, en el campo, para venir a la agreste ciudad a buscar sobrevivir en un medio para el cual no está adaptado. O aquel irlandês que migra a EEUU con su familia huyendo de una pavorosa hambruna. O aquel sírio que lo deja todo y se lanza a una peligrosisima aventura en el Mediterráneo. La patria queda atrás, y atrás queda una parte fundamental de si mismo. Quizá por eso se ven en ciudades como Boston o Nueva York las “Little Italy”, o en San Francisco la Chinatown.

Lo contrario al desarraigo es el arraigo. El sentirse parte de…, el ser fiel a los orígenes. Crucial para el individuo. Esté donde esté,  creo que necesita sentir que tiene raíces.

Creo que en la vida de la persona en muy buen grado su fuerza, su fuerza interior, surge justamente de sus raíces. Sus valores, sus costumbres, sus recuerdos….creo que en el núcleo del ser humano están sus raíces. Así como sucede con el árbol, muchas veces usado como símbolo, se sostiene es por sus raíces. Es a través de estas que el árbol se nutre.

Creo también que la base de la resiliencia está en la fortaleza de las raíces. Si estas son fuertes, el árbol se sostiene en pie en medio de la tormenta. Lo sostienen sus raíces.