
Si alguien vio hace unos años la película Amigos Inseparables, pudo apreciar como un joven de raza negra, inmigrante “vago”, transformó a un señor mayor, de clase alta francesa, muy rico pero parapléjico ( a la vez que fue transformado, pulido, por este). De un estado inicial donde su vida era sofisticada pero gris, pasó a una vida más alegre, más risueña. Si bien su paraplejia no cambió, su sentido de vivir si lo hizo. El joven negro le inyectó alegría de vivir, lo puso de nuevo en contacto con el amor real. Le enseñó a disfrutar.
Es un buen ejemplo de un tema fundamental: poder disfrutar como elección clave ante la vida. En mi opinión la vida no siempre es fácil: algunas veces puede ser muy dura, mientras en otras nos puede sonreír. Creo que, a pesar de lo relativo de la siguiente afirmación, es válida en algún grado: para todos la vida trae un mínimo de momentos buenos (nadie es tan de malas como para nunca tener buenos momentos), y un mínimo de momentos amargos (nadie es tan de buenas como para pasar sin sobresaltos y malos momentos). Dado ello, creo que el chiste en la vida es agregar buenos momentos a los ‘mínimos’ que nos da la vida, y no agregar malos momentos a los ‘mínimos’ que nos trae.
Un verbo fundamental entonces, que hay que poder conjugar lo más frecuentemente posible, es disfrutar. No en sentido hedonista. En el sentido de poder sacar de la vida lo mejor que esta nos pueda dar.
No es tanto tener, como poder disfrutar lo que se tiene.
No es tanto ser XXXX, como poder disfrutar lo que se es, cualquier cosa que uno sea.
¿Qué se necesita para poder disfrutar? Creo que fundamentalmente poder aceptar las cosas en el mayor grado posible. Aceptar la vida como un regalo, con momentos buenos y malos. Aceptar lo que se es. Lo que se tiene. A quienes están alrededor. Y con base en aceptar, disfrutar.
Un caso que veo con frecuencia es el de la persona con muy altos estándares de excelencia, que se exige mucho a sí misma. Y logra muy altos niveles de perfección. Pero igual se observa cómo alcanzar esta excelencia no le llena, pues no puede disfrutarla. Siempre puede ser mejor, por lo que el hoy nunca lo complace.
Curiosamente en casos de anorexia he visto mucho este fenómeno. Me parece que la anoréxica está atrapada en una trampa, donde no puede disfrutar lo que es, pues siempre está insatisfecha. Y ello porque tiene planteado el tema sobre sí misma como un inalcanzable. Nunca le va a gustar lo que ve en el espejo. Siempre va a estar gorda, así esté famélica. El problema no está en lo que ve en el espejo, sino en la mirada, que distorsiona lo que ve.
Muchas veces aconsejo a los pacientes, cuando están en situaciones difíciles, de alto estrés, de crisis, etc., que mientras no puedan cambiar las circunstancias, se permitan buscar espacios donde puedan disfrutar momentos simples pero que les reconcilien con la faceta amable de la vida. Por ejemplo: “vea una buena película, camine al aire libre, prepare una buena comida….”. Son simplezas, pero al generar pequeños disfrutes pueden balancear lo que en determinado momento se presenta como adversidad.
Concluyo esta breve reflexión con un comentario del que llamo el poeta de Liverpool, John Lennon (foto). Tiene una excelente frase, que probablemente conozcan: “la vida es aquello que se nos pasa mientras hacemos otras cosas”. Al final es genial, pues sí nos pasa con frecuencia que nos enredamos en los temas del día a día (lo económico, el trabajo, los problemas, el tráfico, la corrupción, etc.), y perdemos perspectiva de lo que es esencial: la vida como hecho único e irrepetible, y limitado en el tiempo. Un don invaluable.
Así que mi recomendación es: siempre que se pueda, conjugar el verbo ‘disfrutar’. Lo vamos a necesitar mucho para balancear las dificultades de la vida diaria. Poder disfrutar genera alegría de vivir…..