(Un viejo blog que me encontré)
Hay situaciones en que nuestro comportamiento es muy paradójico. Y generamos círculos viciosos en nuestro actuar, que más parecen ‘espirales descendentes’. Llamo a estas situaciones “tipo arena movediza”.
Recuerdo películas en las que se veía que una persona caía en arena movediza. Aparecía alguien que le decía “no se mueva pues entre más se mueve más se hunde”. Sin embargo, el miedo que producía el hecho de haber quedado en esta emergencia sencillamente llevaba a la persona a moverse desesperadamente. Y más se hundía.
Mi experiencia me muestra que con frecuencia caemos en este tipo de situaciones. Lo que aparece acá es el miedo, que se sale de control, produciendo pánico (miedo que genera más miedo). Qué hacer?
El buen piloto imagino que se distingue por mantener la serenidad en la crisis. Si al avión se le apagan 2 de 4 motores, creo que puede seguir funcionando. Pero si se le paniquea el piloto….caos.
Creo que en un momento tan difícil lo crucial es lograr mantener la calma, para evitar que la mente se ‘nuble’ y pueda actuar con su debida inteligencia. No es fácil, pero no hay otra opción. Hay que romper un círculo vicioso potencial; o mejor, una espiral descendente.
Desde el punto de vista psicológico, o mejor, emocional, creo que hay dos opciones clave: Ante todo, aceptar la emergencia. Suena simplista, pero es crucial. Incluso, poder lidiar con el “peor escenario”. Y la otra, buscar recursos dentro de uno para hacerle frente a la situación. Dicho en forma de chiste bobo, buscar el “Mac Giver interno”.
O quizá no sea tan bobo. Al final, la crisis, la adversidad, muestran que en estas situaciones se pude encontrar mucha fuerza interior, siempre que uno no opte por la opción de “sucumbir”, sino por la de “luchar”.
Uso con frecuencia una especie de parábola para ejemplificar esto. Imaginen dos personas en una barca, sólida, en un río turbulento. Imaginen que las dos personas son comunes y corrientes, que tienen mucho en común y mucho diferente, como es de esperar. pero imaginen que hay algo que los diferencia: uno sabe nadar y el otro no. Pero como la barca es sólida esta disimilitud no origina gran diferencia en como se sientan en la travesía, salvo que uno de los dos irá un poco nervioso y el otro no, o menos.
Ahora imaginen que ven de pronto que se entra agua a la barca. Quiere decir “EMERGENCIA”….la barca se va a hundir. Ambos tienen la misma situación de crisis, pero supongamos cómo va a actuar cada uno. El primero sabrá que solo tiene una opción: tirarse al río y nadar con su mayor esfuerzo para alcanzar, a como de lugar, la orilla. Y el que no sabe nadar supongamos que se paniquea, y se termine hundiendo más por efecto del pánico, que por el hecho mismo de no saber nadar.
Qué se puede concluir? Que la reacción a la emergencia va a depender de si sentimos y pensamos que tenemos recursos internos para hacerle frente. Si sentimos que si, lucharemos. Si sentimos que no, sucumbiremos.
O sea que al final todo termina en un hecho básico: lo crucial es el concepto que tengamos de nosotros mismos (“puedo luchar, tengo con que”). Esto es esencial en la vida. Y se ve en su real magnitud en las crisis, en la adversidad, donde las decisiones se simplifican en últimas al aparecer solo dos opciones extremas y opuestas: luchar o sucumbir.
La buena noticia es que el ser humano es resiliente por naturaleza, más de lo que se imagina (lo muestran los estudios). Está diseñado para luchar. Como dice la frase de Nietzche: “lo que no me mata me hace más fuerte”. Pero hay que no dejarse atrapar mucho por las agradables zonas de confort en que nos es facil caer y mantenernos. Acá es muy buena la frase de Confucio: “cría a tus hijos con un poquito de hambre y un poquito de frío”. Esto, para que nunca olviden luchar.
Así que, todo son opciones….