Daniel Reid

Daniel Reid, buen conocedor del taosimo, dice en su libro sobre Medicina Tradicional China (foto), algo que se me quedó grabado en la memoria. Cito textual:

“Según un antiguo axioma medico chino, ‘el buen medico enseña a sus pacientes a mantener la salud’. En las familias tradicionales chinas, se contrataba al médico de la familia no solo para tratar a los enfermos, sino también para mantener sanos a todos los que vivían en la casa, incluidos los criados….mientras los habitantes de la casa estaban sanos, el médico recibía una suma todos los meses, pero si alguno enfermaba, dejaban de pagarle hasta que devolviera la salud al paciente, ¡pagando de su propio bolsillo!”

¿A dónde voy con esto? Antes, un comentario sobre el excelente concepto de paradigma, que alguna vez traté ya en algún blog previo. Recuerdo que en alguna materia sobre la ciencia se hablaba de la enorme importancia de los paradigmas. Se citaba cómo la humanidad avanza cuando hay grandes cambios en los paradigmas; algunos ejemplos: Galileo ( a quien se atribuye la famosa frase “y sin embargo se mueve”), rompiendo el profundamente arraigado paradigma de la Iglesia Católica sobre la tierra como centro del universo; Darwin con su teoría de la evolución de las especies rompiendo el paradigma que establecía que el hombre era único en las especies y estaba hecho a imagen y semejanza de Dios. Freud rompiendo el paradigma de la racionalidad del hombre. Quizá Colón llegando a América acabó con el paradigma de que el mundo era plano. Etc.

Lo interesante del concepto de paradigma es que se sostiene ‘prácticamente solo’, incluso a pesar de claras evidencias en contrario. Tiende a perpetuarse, hasta que una ‘revolución’ (de ideas) lo destroza. Pero mientras esto no suceda, el paradigma tiende a perpetuarse.

Ahora si, al punto. Así como la medicina tradicional china se basa(ba) en la prevención de la salud, y no en la corrección de los desvíos (enfermedad) como punto central, en la psicología y en la consultoría de empresas, hay gente que ha cuestionado el paradigma centrado en ‘buscar lo que está mal y arreglarlo’. La escuela de la Psicología Positiva (Martin Seligman), hoy tan ligada a la felicidad, y grandes consultoras como Gallup, abanderan el cambio de paradigma hacia buscar aprovechar lo que está bien, en vez de concentrarse en arreglar lo que está ‘mal’. Gallup ha trabajado mucho el concepto de centrarse en las fortalezas, y no en las vulnerabilidades (para arreglarlas) como secreto en la fórmula de la búsqueda del éxito (ejemplo: Ahora Descubra Sus Fortalezas, M. Buckingham y D. O. Clifton, 2007). Han estudiado unos 2 millones de personas que pueden considerarse exitosas, en diferentes terrenos, y atribuyen con firmeza la causa de su éxito al apalancamiento en sus fortalezas.

Me alineo con ese concepto. Somos lo que somos ‘gracias a’ y ‘a pesar de’. Gracias a nuestras fortalezas, y a pesar de nuestras vulnerabilidades. Quizá la competencia más fundamental del liderazgo, ligada al Liderazgo de Sí Mismo, es el auto conocimiento (self awareness), donde la clave es diagnosticar muy bien tanto las fortalezas (para construir sobre esta base) como las vulnerabilidades (para administrarlas).

Pero debemos cambiar de paradigma. Estamos muy imbuidos en el paradigma de “arreglar lo que está mal”. Como personas, somos mucho más conscientes de nuestros defectos y debilidades, que de nuestras fortalezas y valores. Ni qué decir de las organizaciones. La clásica evaluación del desempeño, que todos ‘odian’ (evaluador y evaluado), padece de este defecto. Y un mejor ejemplo en el mundo de hoy: la cultura de buscar y señalar el error, y por ende, poder asignar la culpa a alguien (distinto de uno mismo, más si es gerente), es un gran obstáculo para construir una cultura favorable a la innovación, capacidad organizacional crítica en el competidísimo mundo actual.

Si logramos bajarnos del paradigma del falso éxito, cuna de la búsqueda de sobrevalorar un éxito mal entendido y de avasallar su opuesto, la vulnerabilidad, el error…(‘no éxito’), quizá nos vaya mucho mejor. Si no, quizá al menos podamos ser un poco más felices.