Cueva Tailandia

Hasta hace pocos días el mundo estuvo en vilo por el atrapamiento durante 18 días, de 12 jóvenes de 11 a 16 años, en la cueva Tham Luang (Tailandia). Quedaron atrapados junto con su entrenador del equipo de fútbol Jabalíes Salvajes, Ekapol Chanthawong, de 25 años (foto, en la cueva junto a dos niños). El mundo se asombró del hecho de que sobrevivieron en relativamente buenas condiciones, en medio de una situación muy compleja para la salud (sin alimento, sin luz, etc.).

Ekapol pasó de villano a héroe, pues en primera instancia fue juzgado como imprudente, lo cual parece válido. Pero salvó a los jóvenes, quienes incluso parecían estar tranquilos y de buen humor en el momento del rescate. ¿Quién es este Ekapol?

Las redes sociales hablan de un huérfano, quien como consecuencia de una epidemia de enfermedades respiratorias en 2.003, perdió a sus padres y su hermano de 7 años (Ekapol tendría unos 10). Fue el único familiar sobreviviente de esta epidemia. Más adelante ingresó a un monasterio (Mae Sai) y se hizo Monje Budista. Allí aprendió a meditar, a buscar lo que se conoce como estados de conciencia plena (mindfulness). Estas técnicas fueron las que enseñó a los jóvenes para mantenerlos con vida y en las mejores condiciones. Ello básicamente gracias a que pudieron permanecer calmados y optimistas.

Es muy interesante de los relatos de prensa que cuando los encontraron los buzos rescatistas (admirable labor), Ekapol tenía un cuadro de desnutrición. Priorizó la alimentación de los pupilos, sobre la propia.

Este reciente caso de la vida real, que pudo terminar en una notoria tragedia, me permiten un par de reflexiones. Dejaré de lado el tema de la meditación, la cual me parece admirable. El budismo en sí mismo me parece muy atractivo.

El primer tema es el ejercicio de liderazgo, en alguien tan joven y en circunstancias tan críticas. No solo tenía la responsabilidad de mantener vivos a los 12 niños, sino que logro que estos transcendieran la más probable reacción a una situación de peligro como estas: el pánico. Trascendió también su propio instinto de supervivencia, al permitir que primara la alimentación de los jóvenes sobre la propia. Probablemente les creó la sensación de ESPERANZA, pero también los dotó de la habilidad crucial para alcanzarla.

Detrás de ello hay un concepto crucial, muy ligado a las bases del liderazgo: el control de sí mismo. La situación en la cueva me recuerda los escritos de Víctor Frankl a raíz de su estancia en Auschwitz. En su libro El Hombre en Busca de Sentido, una de sus mejores frases es “los nazis pueden hacer conmigo lo que quieran, pero en mi interior mando yo”. En una situación de emergencia desesperada, lo primero que se pierde es el control de sí mismo, y se desencadenan enormes esfuerzos por tratar de controlar la situación, que suele estar lejos de todo control. Al mantener el foco en el control de sí mismo, la fuerza se concentra y permite luchar mejor contra esta adversidad. Es decir, no es el control del entorno el que da control de sí mismo, sino el control de sí mismo el que permite ganar control sobre el entorno.

Lo interesante es que al mantener la calma a través de la meditación, los jóvenes evitaron un gasto inútil de la energía que era vital  conservar al máximo.

Otra reflexión interesante liga con blogs previos, y me lleva de nuevo al factor formativo que es la adversidad, es decir, a la resiliencia. Este entrenador de fútbol & monje, Ekapol, conoció en forma muy dura la adversidad. Logró seguir adelante siendo un huérfano y sin familia. Me imagino que con esta experiencia la vida lo que le enseño fue a luchar. Luchar es un verbo que se conjuga no cuando la vida es fácil, sino cuando es difícil. Por eso me imagino que cuando se dio cuenta de que estaba en una situación de alto peligro, entendió que ya sabía lo que tenía que hacer. Simplemente, no rendirse y contar consigo mismo, y mantener la esperanza. Y al final de cuentas esta terminó llegando. Tomó la forma de unos valientes buzos de la armada tailandesa y de otros países.

El liderazgo de otros inicia con el liderazgo de sí mismo.

(Nota: Con este blog llego al número 100. Como Johnnie Walker, espero seguir campante mucho tiempo).