
El año 2.020 nunca va a ser olvidado, o al menos pasarán muchas décadas antes de que quede atrás en el tiempo. Creo que el mundo no vivía hace muchisimos años un momento tan crítico, que afecta por completo a toda la humanidad, en forma increíblemente rápida. Nadie estaba preparado, aunque a posteriori descubrimos que era algo predecible.
Me concentraré en un punto específico, ligado al que ha sido por muchos años uno de los focos de mi experiencia profesional: el tema del empleo.
Ya atrás me había referido a los profundos cambios que la era digital estaba trayendo al mundo del trabajo, y en concreto, al concepto de empleado. Aquel que fue por muchos años el núcleo del sueño de vida de la mayoría de las personas en etapa productiva. Estudiar, encontrar un buen empleo, trabajar duro, ascender, construir al amparo de una estabilidad laboral un patrimomio, y un día, pensionarse e irse tranquilo a vivir la Tercera Edad. Aquello que marcó generaciones, ya no existe.
Así, lo que ya venían anunciando las tendencias recientes (longevidad creciente, Cuarta Revolución Industrial, etc), que mostraban nubarrones en el horizonte, vino a ser acentuado por una gigantesca disrupción. Que ha puesto en jaque a todo el mundo. La GRAN DISRUPCIÓN. Y la trae el COVID 19. Que cambió todo!
En el aspecto económico, sin entrar en el dilema sinsentido de ‘muertes vs pobreza’, parece muy claro que el remedio (aislamiento y tremendo efecto en la economía) ha sido muy costoso para la economía mundial. EEUU es buen ejemplo. Un Trump 99% seguro hasta hace poco de su reelección, por cuenta entre otras de una economía floreciente, ve su continuidad en riesgo por cuenta del desastre que ha traído el Covid 19. Un aumento del desempleo enorme, y una caída del PIB nunca esperada. Y a la vuelta de 2 meses. Y así, el resto del mundo.
Y yendo al punto….empresas que quiebran; industrias tremendamente amenazadas (aeronáutica, turismo, hotelería, restaurantes, etc, etc, etc). Y consecuentemente, un aumento increíble en los niveles de desempleo, y por ende, en los niveles de pobreza. Colapsan gigantes, desde la enorme Avianca, hasta – increíblemente- empresas disruptoras como Airbnb.
Quién se puede sentir seguro ya? Realmente, nadie. Algunos pocos han sacado partido (los grandes multimillonarios del mundo). Pero la enorme mayoría navega hacia una gran pobreza, y hacia un mundo donde va a ser muy difícil encontrar formas de subsistencia económica similares a las que había. No hay que decirse mentiras: mucha gente no volverá al estado previo…a antes de inicios de 2.020.
Y ahora si, al punto: qué salvará al individuo ante tamaña coyuntura adversa?
Creo que solo una cosa: cambiar la definición de sí mismo, en lo productivo. Pasar de una definición “cómoda”, segura, en la que se concibe como alguien que basa su subsistencia en ser un “objeto del deseo” – transitorio – de un empleador, a ser un “generador de valor para otros”. Si la persona basa su seguridad en saber que puede generar valor a otros, sin depender de intermediarios (por ejemplo, empleadores), probablemente podrá encontrar una seguridad menos ficticia. No importa si es empleado, asesor, creador de exitosas aplicaciones, etc. Sabrá que su supervivencia y bienestar radicará en generar real valor a otros. El resto, un mito.
Covid va a cambiar muchas cosas. Nos recordará que somos profundamente vulnerables. Quien capitalice la lección será aquel que entienda que la seguridad no está en las circunstancias que nos rodean; sino que está en la capacidad de luchar y de adaptarse a contextos que pueden ser favorables, o no.
Es decir, quien opte por no basar su subsistencia en lo que la basaron los dinosaurios (adaptación exitosa pero transitoria y vulnerable). Porque a veces caen inesperados meteoritos.