
Después de casi 2 años, vuelvo a mi viejo blog. Amigo del alma, al que tenía abandonado. El que me conecta con lo buena vibra de la vida…
Vuelvo reseñando una bonita epopeya…
Veía hace pocos días la película con el magistral actor británico Anthony Hopkins, Lazos de Vida, basada en episodios de la vida real. El hombre de la foto, Nicolas Winton (más tarde nombrado Sir por la Reina Isabel), un ejecutivo de una firma corredora de bolsa en Londres, en los años previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Sus padres, de origen judío y llegados a Inglaterra unos años antes, le inculcan unos valores que él luego dedica su vida a hacerlos “vivos” (bueno, ¿para qué más son los valores sino para eso?).
Dejando en parte su confortable vida londinense, viaja a Praga en los albores de la Segunda Guerra, y se encuentra con una espantosa realidad, que tanto se repite y con la que tanto nos habituamos….pero esta Praga es la capital del país al que Hitler da el “primer mordisco”, con la mirada cobardemente complaciente de Francia e Inglaterra. Y Winton se encuentra con una gran cantidad de familias judías, cuyo destino ya se vislumbra con mucha claridad: el fatídico Holocausto.
Contra toda la adversidad, dedica sus esfuerzos a la evacuación de centenares de niños judíos, buscando familias en Inglaterra y Europa, para que los acogieran temporalmente mientras pasaba la guerra.
Su labor fue titánica. Su madre, personaje central, que encarna el carácter que da el tener valores constructivos claros, se convierte en su mano derecha. De un realismo / pesimismo inicial, viendo la magnitud de la titánica tarea, y ante la respuesta de su hijo ante su reclamo de por qué dedicar esfuerzos a una tarea imposible (“tu me inculcaste esos valores, y solo los estoy viviendo”), se convierte en su corajuda aliada….
Rescatan centenares de niños. Pero el día que Hitler invade Polonia, todo acaba. El último tren, con más de 200 niños, es detenido por los nazis, y la titánica tarea termina.
Winton guarda profundo y muy triste silencio. Y un día, en forma relativamente fortuita, sin que Winton lo busque, su gran epopeya sale a flote. Y obtiene un nunca buscado pero siempre merecido reconocimiento.
Sirva esta película, actualmente en cartelera, para una breve reflexión…
¿No queremos encontrar la Mejor Versión de Nosotros Mismos…no queremos ser Mejores Personas…pero sin incomodarnos? ¿Sin arriesgar? ¿Sin ser dolientes de los enormes problemas que aquejan a tanta gente (enfermedad, hambre, pobreza, desplazamiento, migración, soledad, etc.)?
Ser Mejores Personas es linda opción…pero implica sacrificio individual. Y si no vemos mérito explícito o reconocimiento, no nos incomodamos.
La gran pregunta de fondo es ¿qué es lo que nos hace ser mejores seres humanos?
Sir Nicholas Winton nos de un ejemplo…