
En reciente blog señalé que el estado actual del mundo genera grandes problemas de salud mental (prefiero decir que de Salud o Bienestar Emocional), y uno de los principales es la soledad de la persona, la cual a veces no es tan perceptible. Cabe una primera diferenciación a tener en cuenta: no es lo mismo la soledad física que la emocional. La foto adjunta se consigue gratis en internet al colocar “soledad en medio de la multitud”. Es exactamente esto a lo que me refiero: la soledad como estado interno del individuo.
Como no escribo un estudio académico, no anexaré estadísticas globales o locales. Baste con señalar algunas de las expresiones que esta toma. Podrá parecer a veces muy crítico, pero si así fuera no sería a personas individuales sino a las sociedades y culturas en que nos movemos. Que nos moldean y nos fuerzan a adaptarnos.
Expresiones de soledad afectiva o emocional, en ocasiones profunda, pueden ser fenómenos como el endiosamiento de las mascotas en el mundo moderno, las crecientes tasas de divorcio o rupturas de relaciones establecidas por años, la creciente (y a veces muy decepcionante) necesidad de acudir a aplicaciones digitales para conseguir amistades o pareja, la gran cantidad de adultos mayores y ancianos viviendo en condiciones de casi completa soledad (que quizá solo puede mitigarse interiormente), altos niveles de suicidio que se observan a lo largo del mundo, la decreciente búsqueda de relaciones de largo plazo, las mismas edificaciones que se ven en ciudades actuales con alta incidencia de las llamadas “viviendas unipersonales”, y muchos más.
Pero hay una que me parece fundamental: el individuo se vuelve adicto (presa ?) de las redes sociales, quizá para “huir del anonimato” o para buscar “ser alguien para alguien”. En ese mundo digital donde abundan las conexiones falsas (fake), la persona se obsesiona por alcanzar la validación social a través de obtener “likes”, tan efímeros estos. Dado ello mismo, lo efímeros, debe conseguirlos permanentemente.
Un fenómeno relativamente ligado al anterior, que si bien es comprensible en el mundo laboral y en el tan comercializado en el que vivimos, es la búsqueda ansiosa del acrecentamiento de la llamada “Marca Personal”. En mi concepto se entiende por las exigencias del entorno, pero no deja de ser la búsqueda de proyectar una imagen positiva de si mismo exagerada para “obtener aprobación / ser deseado / obtener likes…”, pero en mi concepto es la antítesis de la que creo es la opción fundamental del ser humano: la búsqueda de la autenticidad, con todo lo bueno y lo menos bueno que cada uno tiene.
Utilizo un esquema de análisis para explicar como entiendo esta problemática. Extremadamente simple, del cual hablé en el pasado en mi blog. Consiste en diferenciar dos mundos complementarios e inseparables de la persona: el interno (o interior) y el externo (lo que pasa fuera de sí mismo). Y me voy a referir entonces a que igual, dado que el afecto es una profunda necesidad del ser humano, podemos referirnos a Afecto Interno y Afecto Externo, según la fuente donde se obtenga. El primero es fundamental pues es el que ayuda a sobrellevar los momentos en que no hay afecto de otros; de alguna forma sería la autoestima, pero este concepto me parece que no captura sino muy parcialmente la sustancia del tema.
El afecto que proviene de las relaciones de la persona con su entorno, con otros, es también fundamental dado que como digo “el ser humano es social hasta la médula”. No sobrevivimos sin los demás, y muchas de nuestras necesidades se satisfacen con otros. Para no ahondar en el tema, un ejemplo: el ostracismo (castigo en algunas comunidades primitivas que consiste en no determinar en absoluto a la persona, lo cual puede incluso conducir a la muerte de esta).
El asunto crítico se ejemplifica con la lógica matemática: el ser humano necesita el interno Y el externo (no es el uno o el otro, pero no ambos). Sin embargo, el “gran secreto” sucede cuando se requiere priorizar: en caso de entrar en conflicto ambos, lo saludable para la persona es optar por el interno. Lo contrario trae muchos problemas, potencialmente lo vuelve a uno “chantajeable emocionalmente”, perpetúa la soledad emocional, etc. (la base del apego o de la codependencia). Un muy curioso ejemplo se da con la fama: quien se hace adicto a esta (porque esto es lo que sucede con mucha frecuencia), no logra resistir no tener ese tan demasiado y tan ansiado afecto social. En parte esto explica por ejemplo por qué vedetes se vuelven esclavas de procesos que les “ayudan” a evitar (torpemente) la llegada de la vejez (botox, cirugías…), que pasa a considerarse como “el cáncer del anonimato”.
Analizando el Afecto Interno, puede apreciarse que hay una concepción incorrecta con el hecho de estar solo. Si bien no es lo deseable como estado permanente, una excelente definición de un famoso psiquiatra o psicoanalista de hace varios años expresa que la soledad debe entenderse como ESTAR CON UNO MISMO. La complemento un poco: si estar solo es estar con uno mismo, la soledad no debería ser algo doloroso…porque “estar bien solo”, es “estar bien consigo mismo”. De ahí viene mi entendimiento de que la búsqueda de la autenticidad es fundamental para la persona: encontrarla – en buen grado – es absolutamente consecuente con estar bien consigo mismo. Es estar alineado con quien realmente se es. Utilizo la siguiente frase para apoyar mi argumento, cuando ayudo a las personas: EL BIENESTAR EMOCIONAL DE LA PERSONA DEPENDE FUNDAMENTALMENTE DE UNA VARIABLE (NO SIENDO LA UNICA, PERO SI LA FUNDAMENTAL): LA CALIDAD DE LA RELACIÓN QUE LA PERSONA TIENE CON ELLA MISMA.
Esta debería ser la base de la sociabilidad del individuo. Lograr ante todo estar bien consigo mismo, tener una buena relación consigo mismo, y con esta base lograr construir relaciones sanas, saludables, con quienes lo rodean. Este es un tema donde se debe subrayar la CALIDAD, no la CANTIDAD. Como expresé recientemente, los estudiosos de la Felicidad señalan como una variable fundamental para encontrarla es el tener un mundo de relaciones con sentido.
Dicho en una sola frase: uno de los grandes problemas actuales de la humanidad, según este esquema de análisis, es perfectamente solucionable. Solo es tema de enfocarse en lo que más importa. Y de no dejarse cegar por los cantos de sirena de la aprobación social, tan agudizada hoy en el mundo de los “likes”.