El compromiso y su permanente renovación

Compromiso

Un tema interesante e importante en una relación es el del compromiso y su permanente vitalización. Mi experiencia es que juega un papel fundamental en el curso de una relación pero que lamentablemente esto no se tiene muy en cuenta.

Digamos que al inicio de una relación (me concentraré como he dicho en otros blogs en la afectiva) “todo juega a favor”. Especialmente la atracción, la empatía entre ambos, la idealización que cada uno hace del otro, etc. La relación es fuerte. Y hay un compromiso que muchas veces es tácito, y a veces explícito (por ejemplo, cuando aparece el reconocimiento de ambos sobre ‘como se llama la relación’, por ejemplo “somos novios”, está tácito un compromiso mutuo). Más adelante el compromiso puede formalizarse, ratificarse y explicitarse (“casémonos”). ¿Qué puede tener como ‘normas’ el compromiso? Por ejemplo, la lealtad, la fidelidad mutua…

El problema se da cuando empieza a pasar el tiempo, la relación inevitablemente se desgasta, se va produciendo una desidealización mutua, etc., y el compromiso se va diluyendo, básicamente porque no se renueva. Creo que a veces se debilita el tácito (quizá más fuerte) y la  relación se sostiene por el explícito (matrimonio civil, o religioso). Que finalmente es más social, más externo a la relación.

Para ejemplificar acudiré a una analogía que tiene que ver con algo de otra índole: la contratación laboral. En Colombia hay básicamente dos formas en que una empresa (patrono) puede contratar a una persona (empleado), cuando el vínculo es laboral (es decir, no es ni a través de un tercero ni como una prestación de servicios, caso en que el vínculo es civil mas no laboral): a término indefinido y a término fijo. Usaré este segundo caso. La ley dice que en estos casos el contrato puede ir desde un mínimo (creo que un mes) hasta años. Establece que después de la tercera prórroga la duración mínima debe ser de un año. Y establece una cláusula que es la que acá interesa: si ninguna de las partes le manifiesta por escrito a la otra 30 días antes de vencerse el contrato su voluntad de no renovarlo, el contrato se renueva automáticamente. Otra norma importante es que cuando el contrato se suspende por parte del patrono antes de terminar el período pactado este debe pagar como indemnización los salarios del período que falta.

¿Por qué importa esto? Si bien este tipo de contrato es práctico desde alguna perspectiva para las empresas, no es de fácil manejo. Las empresas lo piensan bien antes de renovarlo, más si ya se está en la prórroga de mínimo un año. Es común que el empleado empiece a mejorar el desempeño cuando se aproxima el momento en que se decide la renovación, y si el contrato es por un año o más, que baje el rendimiento una vez se renueva.

¿Qué tiene que ver todo esto con una relación afectiva? En mi opinión bastante. Me explico usando una suposición. Imaginemos que la relación fuera como un contrato a término fijo. Supongamos que se pactara por períodos de un año y que tuviera la cláusula de renovación automática treinta días antes, salvo que alguno manifestara la voluntad de no renovarla. ¿Qué pasaría? Supongamos que el primer año ‘todo está a favor’ y que llega el mes once; quizá ninguno se preocupe de la ‘cláusula’…y digamos que igual puede pasar el segundo año. La atracción sigue fuerte, la idealización, etc. Pero supongamos que llega el mes once del tercer año. Y que ya hay un poco de desgaste en la relación. Y así, que uno de los dos le dice al otro el día de decidir si se renueva o no, algo como “oye, estamos a un mes de que termine un período de nuestra relación….hasta ahora lo hemos dejado renovar automáticamente, y eso está bien…pero yo si quería decirte que estoy content@ con la relación, pero que si hay algunas cosas que me gustaría discutir….algunos ajustes que creo que son necesarios para que la relación se mantenga sólida….”. Y supongamos que el otro le diga: “mira, estaba pensando lo mismo….para mi también la relación es clave, pero creo que hay algunas cosas que me gustaría que cambiaran”. Se daría entonces una negociación, que llevaría a que se renovara el contrato, pero ya no automáticamente sino como producto de un análisis de los dos, en el que cada uno buscaría que la relación se adaptara a lo que ha ido cambiando – el uno, el otro o ambos – desde que se inició la relación. Y supongamos que el ejercicio se repite año tras año. Lo que creo que pasaría sería que el COMPROMISO se mantendría validándose, renovándose, fortaleciéndose.

Esto tan imaginativo creo que permite analizar algo muy importante: el compromiso en la relación debe mantenerse siendo renovado. O se desgasta. Se da por supuesto, y se va debilitando. Y se puede ir sosteniendo por convenciones sociales, por “no afectar a los hijos”, por no diluir el patrimonio común, etc….Pero internamente no será sólido.

¿Cuál es la conclusión? Que en una relación es fundamental que se produzcan ajustes. Que se renueve el compromiso. Este se establece en un momento en que ‘todo está a favor’, y si no se renueva, se puede acabar cuando ‘todo deje de estar a favor’. Las personas cambian a lo largo del ciclo vital, las relaciones también, y se desgastan. La única forma en que se sostienen a lo largo del tiempo es renovando el compromiso porque a pesar de los conflictos, de los cambios en la circunstancias, etc., la relación se mantiene teniendo sentido para ambas partes.

 

El apego, gran destructor de relaciones

Desapego

Después de introducir conceptos útiles para entender una relación, como control, curso, variables intrínsecas y extrínsecas y evolución de las variables en el tiempo, paso a analizar un tema de crucial importancia: el apego. Como siempre es un análisis simple pues quien quiera profundizar encontrará montañas de libros, vídeos en You Tube, etc. Para este análisis voy a utilizar lo expresado en un blog previo, titulado La Validación de Si Mismo, pues ayuda a entender lo aquí expuesto. En particular lo que hace referencia a los vacíos afectivos.

Algo que dije atrás y que a mi juicio es fundamental para entender una relación, es que esta es siempre una negociación. Permanente. ¿Que se negocia? Por ejemplo, las características de la relación (por ejemplo, si es saludable, si en esta priman las necesidades de ambos o solo de uno, etc).  Otro asunto clave que se negocia es la DEFINICIÓN DEL OTRO. Este concepto es ladrilludo pero de enorme importancia. Me explico…..supongamos una madre soltera, que no puede estar sola y quien tiene un hijo. Supongamos que ella necesita que el hijo “este siempre ahí”. Entonces va a definir la relación con el como una en que ella se debe hacer necesaria siempre….para ello necesita definir al hijo, o mejor que este se defina a si mismo, como inseguro, como dependiente, como necesitado de ella, de su aprobación. Otro ejemplo: una persona dominante, con alta necesidad de control sobre otros, va a buscar establecer una relación en la que la definición del otro sea como sumiso. Para aclarar mejor…si una persona sumisa está en una relación donde el otro es dominante, y si por alguna razón busca ayuda y empieza por ello a crecer, a buscar independencia, va a haber conflicto con el otro pues el sumiso va a cuestionar la definición que de él hay en la relación (sumiso, dependiente). Y el otro va a querer que su definición no cambie. De alguna u otra forma esto es lo que sucede en la adolescencia, en la que el conflicto radica en que el adolescente busca cambiar la definición que hay de sí mismo, de dependiente a independiente. Y los padres van a intentar que la definición de dependiente se mantenga….eso explica las tensiones en la relación padres-hijo.

Digamos ahora que en una relación la persona satisface básicamente dos variables (digamos que el resto ‘no cuenta’) y que entra ambas suman 100 %, pero que nunca ninguna variable es cero ni tampoco 100. Es decir, ambas variables entran en juego, en cualquier grado.Digamos que la primera sea el ‘afecto puro’, el amor…y que la otra sea la necesidad (de ser querido, de tener soporte, de no estar solos….). Digamos que en este segundo caso, el extremo  sería la necesidad de cubrir vacíos afectivos. De acuerdo con ello paso a mi premisa básica: entre más llegue la persona a la relación a satisfacer la variable ‘afecto’, más saludable puede ser la relación. Y viceversa…entre más llegue a satisfacer la variable necesidad, potencialmente más compleja será su relación. ¿Por qué?

Cuando la persona busca en la relación satisfacer necesidades que no puede satisfacer de otra forma sino en la relación, su poder de negociación va a bajar. Depende de la relación para satisfacer estas necesidades. Si el otro ‘se da cuenta’ ( lo cual es la norma….el ser humano es emocionalmente manipulador desde que nace), va a tender a aprovechar esta ventaja. Digamos, exagerando, que razone algo así como: “soy el proveedor (casi) único de esta persona, y aquello que le proveo le es fundamental para estar bien”. Así que probablemente va a buscar condicionar su entrega de afecto, a colocar exigencias. Que el otro no va a tener más opción que cumplir (digamos que tiene que ‘comprar afecto’). Y así el curso probable de la relación será hacia malsano, pues si una relación es malsana para una de las partes (el necesitado), creo que indefectiblemente lo será para la otra. Sintetizó eso con una frase que es para mí una premisa básica: quién puede prescindir de una relación es quien mejor podrá tener esta relación.

¿Donde entra el apego? Es lo contrario (no poder no prescindir)…..quien se apega porque necesita cubrir vacíos afectivos actúa similar a una planta parásita, que por definición es aquella que depende de otra para vivir y le ‘chupa’ alimento (en este caso, afecto). Pero así le ‘quita vida’. Cuando se observan casos de apego extremo se ve lo muy malsano que esto es. Y no sólo para quien se apega sino para ambos. Esto sería algo como que la relación es ‘pierde-pierde’….

Si una relación es indefectiblemente una negociación y si lo que se debe negociar es la salud de esta, hay que tener poder de negociación. Para por ejemplo poder presionar hacia que sea saludable. Y así si el otro coloca exigencias irreales o malsanas para continuar en la relación se debe poder llegar a decir lo que dice el titulo del libro del ‘Papa Jaramillo’ al que ya hice referencia: ‘Te amo…Pero soy feliz sin ti’. Es decir, “te amo, pero mi estabilidad emocional no depende de ti, o sea que si me pones condiciones malsanas para seguir conmigo, no las voy a considerar”, Este es el desapego, que representa bien la foto que acompaña este blog…

Una implicación importante de todo esto, es que se debe ser consciente de aquello que nos da y aquello que nos quita poder de negociación. Si lo que nos quita poder de negociación es la necesidad de cubrir vacíos afectivos en la relación, nuestra mejor opción es cubrir nuestros vacíos por nosotros mismos (ver blog previo, sobre redefinición de si mismo), y con esta base lograr llegar a la relación con una alta proporción de la variable más saludable, el ‘puro afecto’.

Otros conceptos que ayudan a entender las relaciones

IMG_0659.PNGFoto pareja ancianosAmor pasional vs compasional

Introducidos los conceptos de control y curso, paso a analizar tres temas que son muy simples pero que ayudan a entender lo que sucede en las relaciones: la parte social y la individual que una persona ‘lleva ‘a una relación, la clasificación de las variables que influyen en la relación en dos categorías: internas y externas, y la evolución de las variables que unen en una relación, a lo largo del tiempo.

El primer tema tiene que ver con lo siguiente. Podemos concebir que una persona tiene necesidades de dos tipos: Individuales (ligadas a su ego, por ejemplo), y sociales (es decir, que solo satisface con otros, por ejemplo, afectivas, sexuales, de filiación, etc.). Ambas son muy importantes, y válidas. Lo que hace que la persona entre en una relación son las necesidades sociales. Y al entrar en relación, por fuerza se  sacrifica algo de las necesidades individuales. Lo que hay que entender es que la relación se nutre de la disposición a sacrificar este algo individual en aras de lo que se obtiene en lo social. Esto quiere decir que la relación se alimenta de este ‘sacrificio’, para lo cual se requiere que este tenga -y mantenga- sentido (es más “lo que se gana que lo que se pierde”).

Lo interesante de todo esto es que cuando una relación se complica se produce una polarización hacia la parte individual de sus miembros. Ello se da a costa de la relación pues se deja de hacer el sacrificio en lo individual que es de lo que se alimenta la relación. Acá lo que hay que preguntarse es cómo se saca la relación de la polarización hacia lo individual, cuando lo más probable es que cada uno de los dos miembros en esta situación tenga más interés en preservar lo individual que en cuidar la relación. En estos casos, nadie está pensando en la relación. ¿Qué hay que hacer en estos casos? Lograr que al menos uno de los dos individuos, si no ambos, logre pensar en la relación y entienda lo que está pasando para romper el que muy probablemente se ha armado, un círculo vicioso. Y para ello debe salir un poco de su posición polarizada. ¿Qué se suele observar en estos casos? Que cuando la polarización hacia lo individual no se corta a tiempo lleva a extremos muy dañinos, como lo que puede suceder por ejemplo en las etapas previas a un divorcio o como lo que se observa en una vieja película de cine, La Guerra de los Roses (con Michael Douglas y Kathleen Turner), en la que la pareja llega al extremo de destruir todo lo que tenía en común.

El segundo concepto es muy simple pero práctico. Podemos entender que en una relación se dan básicamente dos categorías de variables: aquellas que son propias de la relación (llamémoslas intrínsecas, o mejor, internas), y las que si bien no son propias de esta si son del contexto de esta y la afectan (extrínsecas o externas). Igual podemos diferenciar en cada categoría dos tipos de variables: las que unen y las que desunen. Llegamos así a cuatro categorías:

  • Internas que unen (ejemplo, atracción)
  • Internas que desunen (ejemplo, proyectos de vida individual que potencialmente pueden ir a costa del proyecto de vida común.
  • Externas que unen (ejemplo, pertenecer a una comunidad religiosa).
  • Externas que desunen (ejemplo clásico, la suegra que no rompió nunca el cordón umbilical con el hijo, y que compite con la ayuda de la nuera con esta, por la atención del hijo).

Cuando le planteo a una persona o a una  pareja cuáles variables unen y cuáles desunen, y cuáles son las más importantes que afectan la relación, sean internas o externas, no pueden contestar fácil. Creo que entre más claro este esto en una relación mejor se manejará. Es así como lo lógico sería identificar las variables internas que unen, las que desunen (y buscar acuerdos al respecto, por ejemplo), las externas que desunen para neutralizarlas, y las que unen para potenciarlas.

El tercer tema tiene que ver con las variables que unen y su evolución a lo largo del tiempo. De esto se tratan las dos gráficas. La una sofisticada y apoyada en estudios (del libro, The Happiness Hypothesis, de Jonathan Haidt), donde se ve la evolución diferencial de dos tipos de amor, que él llama Pasional y Compasional; se ve claramente en la gráfica que mientras el pasional decrece con el tiempo, el compasional crece. La otra gráfica, mía (que ilustra un concepto, pero que no se apoya en datos), lo que busca mostrar es que podemos entender que una relación es multivariada, multi determinada; es decir, hay diferentes variables que actúan afectando la relación (en este caso, manteniéndola unida). Creo que en el inicio hay una variable muy fuerte, que ayuda a que la relación se consolide, que es la atracción (física). Pero esta va declinando con el paso del tiempo, incluso en muchos casos bastante rápido. Hay otras variables que por ejemplo no son fuertes o no están presentes al inicio, que son por ejemplo el proyecto de crianza de los hijos, y la construcción de un patrimonio conjunto, familiar. Creo que estas van creciendo en la medida que avanza la relación, pero en algún momento declinan, sea porque los hijos ‘crecieron y se fueron’ (lo que conocemos como el síndrome del nido vacío), o porque el patrimonio ya se construyó. Si simplificamos un poco, veríamos como  hay un momento en que las variables que han ido teniendo un papel vital en mantener la relación unida, decrecen. La pregunta entonces es qué va a mantener unida la relación cuando las demás variables decaen. Acá digo que hay una variable que al inicio no es muy fuerte, pero que si se logra que crezca con el paso del tiempo, permanentemente, va a ser el factor crítico. La llamo ‘el colbón de la relación’. En mi concepto, es la amistad. Lo que Haidt llama ‘amor compasional’ . Creo que es esta variable, CRUCIAL, la que permite ver fotos como la de la pareja de ancianos que aparece arriba.

¿Qué es lo importante acá? Qué si la pareja no es consciente de esto, si no cultiva la ‘variable crítica’, llega a un momento en que en la relación, que por lógica tiene un inevitable desgaste con el paso del tiempo, la voluntad de hacer el sacrificio en lo individual en los miembros, o al menos en uno, dejará de estar. Y la relación se rompe. Creo que esto es algo que ayuda a entender porque relaciones de 25, 30 o más años se rompen. Las dos personas que han vivido tanto juntas, ahora son un par de extraños cada uno para el otro. Me parece que esto se da más o menos entre los 50 y los 60 años, y le encuentro una lógica. Supongamos que uno de los dos ve su relación, que se formó por allá en la mitad de los 20s de los dos. Ve que hay un profundo desgaste. Que ya no hay nada en común. Y digo que ‘ve para adelante’ y ve que cada vez esta más cerca la vejez, que no deja de ser la etapa más difícil de la vida. Y que piensa: ¿sí quiero más de esto? ¿O me doy la pela, termino esto, y busco una relación que me permita disfrutar un poco lo que me queda de vida? Puede sonar quizá algo fantasioso, pero si llegara a ser así en algunos casos, que es lo que creo, me parecería muy comprensible. Pero lastimoso….no lograron estar ahí el uno para el otro en la etapa más difícil.

Curso y control, variables clave en una relación

Ajederz

i de las más difíciles que conozco, pues ” se daña si no hay plata, y también si hay plata”). Mi premisa básica es que en toda relación está implícito el control como asunto clave. Indefectiblemente. Lo que hace quizá más compleja la relación afectiva es que las variables emocionales son más fuertes.

Una relación es un fenómeno muy complejo; suceden muchas cosas, la mayoría ‘imperceptibles’. Se dan patrones, por ejemplo círculos viciosos y círculos virtuosos (entre otras, una forma de definir que una relación sea saludable puede ser diciendo que es aquella en que predominan los círculos virtuosos…ya hablaremos de ello).

En un blog previo citaba un libro que es más un texto de estudio, y que si se es franco, es un poco un ‘ladrillo’. Se trata de la Teoría de la Comunicación Humana, de P. Watzlawick y sus colegas del Grupo de Palo Alto, quienes utilizando conceptos de la cibernética buscaron establecer una gramática de la comunicación, que al alterarse ocasionaría la comunicación característica de las relaciones patológicas. Este libro me ayudó a entender mucho la complejidad de las relaciones, pero en particular recuerdo un tema de especial interés, que tiene que ver con la foto que acompaña este blog: el ajedrez. Paso a hablar un poco de este, el juego-ciencia. Se trata de un juego en que dos personas utilizan su inteligencia para vencer al otro. Se basa en una serie de convenciones, la primera de las cuales es que uno utiliza las blancas y el otro las negras. Y quien use las blancas empieza jugando. Esta convención es importante pues quien arranca jugando tiene el privilegio de que de entrada tiene la iniciativa de la partida y empieza desplegando la estrategia mediante la cual pretende vencer al contrario. Así, quien juega con las negras debe empezar jugando con base en la estrategia del otro. Otra convención fundamental es que ninguno puede mover dos piezas seguidas (salvo el enroque, que es en si una sola jugada, pero en la cual se mueven a la vez el Rey y la Torre, para proteger al Rey, jugada esta que solo se puede hacer una vez). Es decir, cada uno responde a la jugada previa del contrincante, y determina la siguiente jugada del otro.

Quien gusta del ajedrez sabe que hay nomenclaturas para seguir las partidas, por ejemplo de los famosos. Se basan en utilizar básicamente letras y números (A4CR, P3D….). Ocasionalmente se usan también dos signos: el de exclamación (!) y el de interrogación (?), y se utilizan para calificar una jugada, sea como muy buena (!) o como inexplicable, torpe (?). ¿A dónde voy con esto? Volvamos al inicio: el que tiene las blancas arranca con la iniciativa, y despliega su estrategia; el que tiene las negras debe concentrarse en entender la estrategia del otro. Reacciona. Supongamos que en un momento el de las blancas hace una jugada de las que amerita colocar el singo de interrogación. Ocurre ahí algo clave: es el momento que tiene el jugador de las negras para hacerse a la iniciativa, al control de la partida. Esto lo logra si está entendiendo el juego. Sobra decir que gana el juego quien tiene la iniciativa, quien logra imponer su estrategia.

Pues bien, esta analogía con el ajedrez, que distorsiono un poco acá, es fundamental pues las relaciones interpersonales (especialmente las afectivas) se comportan igual a una partida de ajedrez. Quien entiende la relación tiene la posibilidad de desplegar su estrategia. Pero entendamos mejor el para qué de esto. Antes debo señalar que hay personas que son muy ‘astutas’, quizá con alta inteligencia social (mas probablemente no emocional), que son muy buenos manipuladores. Pero creo que lo hacen ‘inconscientemente’. Para mi, no se trata de esto. Para explicar debo introducir dos conceptos de vital importancia: control y curso.

Así como una partida de ajedrez tiene un curso, indefectiblemente una relación también lo tiene. La pregunta es ¿quién le está dando el curso a una relación en un momento especifico? Utilizo una analogía: un barco en el mar. Sin duda tendrá un curso, que va a depender de una de dos circunstancias: alguien con un timón (el timonel) le está dando el curso o se lo está dando la marea. En este caso, el barco va a la deriva. En las relaciones pasa igual: si no hay quien le este dando curso, actuará el ‘azar’. Y es muy probable que si actúa el azar, la relación se deteriore, vaya ‘a la deriva’.

Acá es donde es clave el concepto de control (en buen sentido, no como manipulación). Para dar curso a una relación, hay que ganar control sobre esta. Tener la iniciativa. Y para ello, hay que ‘entender la partida’, es decir, entender la relación. Idealmente, una relación saludable podría concebirse como aquella donde el control es compartido. Ojo que digo saludable, no necesariamente estable o ‘equilibrada’ (por ejemplo, que más armónica y estable que una relación entre un sádico y un masoquista, o entre un dominante y un sumiso).

Para no complicarse con la concepción ‘manipuladora’ de una relación, creo que sencillamente el control de esta solo se justifica para lograr darle un curso hacia SALUDABLE. Para evitar que evolucione hacia malsana. Como decía atrás, teóricamente lo óptimo es que el control se comparta y ambos le den curso hacia sana. Pero no es fácil pues se requiere alto grado de madurez. Si esto no se da, se necesita que al menos uno de los dos entre en esta dinámica. Digo que esto solo lo puede hacer el ‘más sano’, pero con el problema de que le ‘toca trabajar doble’, pues debe hacer su propio trabajo (hacia lo que exige una relación saludable) y además, ‘halar’ al otro. Y para ello se requiere entrar en un proceso de negociación (para mi es claro, toda relación es una negociación). Para lo cual, se debe tener poder de negociación.

Finalmente debo retornar al ajedrez. Para todo ello hay que entender la partida. Y esto no es fácil, pues se requiere lograr ver la relación ‘desde fuera’. A la vez que ser partícipe, poder entenderla, entender los patrones, la dinámica, la contribución propia a esta dinámica, etc. Pero como se está reaccionando, como se movilizan emociones fuertes, como se ‘mete el ego’, este poder ver la relación desde fuera se hace muy difícil. Más que analizar, se opta por reaccionar. Pero de esto ya hablaremos. Baste con decir por último que en alto grado es de esto de lo que se trata cuando se dice que:

  • Las relaciones se CONSTRUYEN.
  • Que nunca terminan de construirse.
  • Y, que UNO ES EL CONSTRUCTOR DE SUS RELACIONES.

Si no, no debemos sorprendernos de que relaciones que empiezan muy bien, terminen mal.

¿Por qué nos es tan difícil relacionarnos?

Inauguro con este blog una serie de reflexiones respecto a la relación interpersonal, en particular la afectiva, para transmitir algunos conceptos que creo son útiles para entender el complejo fenómeno que es el hecho de relacionarse. Suelo decir que si la persona tiene muchas dificultades en relacionarse consigo misma (tema de los blogs previos), a cuenta de qué iba a poder establecer fácilmente buenas relaciones con otros? ¿Si la relación consigo mismo no es fácil, por qué iba a serlo relacionarse con otros?

Empecemos por revisar algunos hechos característicos de la sociedad actual. Por ejemplo, hay una estadística mundial que dice que a los 15 años de constituidos, el 50% de los matrimonios se han disuelto. O sea que la probabilidad de exito, contada como una duración más allá del corto o mediano plazo, es muy baja, la misma que daría una moneda tirada al aire para apostar por cara o por sello. Otro hecho que vemos muy frecuentemente en los medios: los muy altos índices de maltrato en la vida conyugal (incluso, no siempre del hombre a la mujer, sino al contrario). O, más en el fondo, la que dicen los expertos que es la característica clave del mundo actual: la enorme soledad del individuo, su gran incapacidad para relacionarse. El filósofo francés Gilles Lipovesky (La Era del Vacío) , plantea que los signos del inicio del siglo XXI son la ansiedad y la soledad del individuo, ocasionados por el exceso de individualismo que caracteriza el mundo de hoy. Algo como que hay más individuo, pero menos capacidad de este para relacionarse.

Lee uno con frecuencia que los adultos jóvenes de hoy no planean establecer relaciones de largo plazo. Quizá el panorama anterior los haya defraudado, o quizá también han optado por la vía del individuo ‘narciso’ (opción válida….). Y que abundan las relaciones casuales. Y, con pena hacia los amantes de Facebook y las redes sociales, se observa como la persona es sumamente activa en las relaciones ‘digitales’, pero muy poco eficaz en establecer relaciones de fondo. Con ironía aunque respeto digo que, por ejemplo, una adolescente tímida que no logra conectarse emocionalmente con algún joven (digamos, hacerse novia), puede decir a cambio que tiene 500 amigos en Facebook. En fin…

¿Qué puede explicar estos fenómenos? Habrá miles de libros, investigaciones, teorías, etc. Por mi lado, con la misma simpleza de otros blogs, trataré de dar algunas explicaciones, para transmitir conceptos muy simples pero que ayudan a entender la complejidad de las relaciones.

En lo que concierne a las relaciones afectivas, uno a uno, creo que hay por lo menos dos explicaciones plausibles. La ya citada atrás, que hace referencia a que el individuo traslada a sus relaciones con otros la problemática que tiene en la relación consigo mismo (esto se liga al muy importante concepto de apego, de vacíos afectivos, algo tratado ya en blogs previos al hablar del concepto de sí mismo de la persona y de la dificultad de estar solo). Y el otro, desprendido del anterior: que la persona llega a las relaciones afectivas fundamentalmente a cubrir necesidades afectivas ‘malsanas’. Más a buscar recibir que a dar….

Una premisa básica de la que parto es que las relaciones se construyen, y que uno es el constructor de sus relaciones.

Utilizo un concepto que viene del mercadeo, y que ayuda a entender estos temas. Se trata del concepto Propuesta de Valor. Una empresa le hace a sus clientes una propuesta de valor (ejemplo: el celular más moderno y eficiente del mercado), a cambio de la cual pretende del cliente cosas como su dinero (a cambio de lo que le da), su lealtad, quizá que lo recomiende a otros, etc. Para que el cliente escoja el producto específico, la PV debe ser mejor que la que hace la competencia, o de lo contrario la persona optará por el producto de esta última.

Cuando hablo por ejemplo con alguna paciente que tiene muchas dificultades en encontrar una relación (así sea bonita, exitosa…pero supongamos, que ya no sea una joven de 25 años…), le pregunto: ¿Usted que ofrece en una relación? ¿ Qué tiene de valioso? ¿Qué gana el otro cuando se relaciona con usted? Cuando me contesta diciendo cosas como “lealtad, afecto desinteresado, valores….”, le pregunto: “digamos que esa es su PV….es valiosa? Es decir, lo que usted le aporta a otro, es valioso?”….Casi invariablemente me dice que ‘obvio’. Entonces le pregunto: “Y que pide o exige a cambio? Si lo que da es valioso, lo da ‘a cambio de nada?'”….Ahí ya se queda pensando…como que no concibe que debe exigir algo, mínimos. Acá es cuando le digo entonces: “si uno tiene un producto Premium en un mercado, puede cobrar más. Porque lo que es valioso, de calidad, es caro….si usted se considera por un lado que da algo valioso (es Premium), pero no exige mínimos a cambio, es como si vendiera un Mercedes Benz al mismo precio de un Chevrolet de baja gama”.

Cito lo anterior porque creo que en últimas una relación es un intercambio, y que no podemos llegar a una relación con bajo poder de negociación (de esto ya hablaremos). Si ofrecemos valor, tenemos que pedir valor….no podemos llegar a una relación pretendiendo “quedarse con todo”, como tampoco “quedarse con nada”. Uno de los criterios para que una relación sea sana, desde mi punto de vista, es que sea sana para ambas partes.

En línea con esta introducción, trataré en próximos blogs de analizar temas como: la dinámica entre lo individual y lo relacional en la persona, y como las polarizaciones a cualquiera de estos aspectos resulta poco saludable; los conflictos en la relación y la oportunidad de ajustes que propicia; los círculos viciosos como patrón desafortunadamente típico; las variables que unen y las que desunen en una relación, y la dinámica de las variables que unen a lo largo del tiempo; el curso de una relación y el control como concepto clave; el desapego y el poder de negociación en la relación (a utilizar para encaminarla hacia saludable); las zonas de confort en una relación y su antítesis, las crisis; el amor como facultad; el Proyecto de Vida de la pareja, como algo que va más allá de los PV individuales….en fin, varios temas. Espero sean de interés.

 

 

 

 

La vida, un proyecto con sentido

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Cierro con este blog la serie de temas que he venido tratando durante varias semanas y poder así cambiar de tema. Con una serie de conclusiones, retomando lo fundamental expresado atrás. No me concentraré en temas como Proyecto de Vida, Misión y Visión como rectores, Sentido de Vida y Propósito, pues es un tema que puede ser denso, alrededor del cual abunda la literatura. Solo seré simple en unas pocas conclusiones que recogen lo ya expresado.

Ante todo, lo fundamental es la apreciación de la vida como un milagro, como un don de un valor incalculable, que a veces no apreciamos en toda su magnitud. Como dice una conocida frase: “nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”. Pero no todo radica en estar vivo. No hay que “sobrevivir”, hay que “vivir”.

Nos conviene manejar la vida como un proyecto. Un proyecto probablemente en continua redefinición, porque somos cambiantes, porque las circunstancias son cambiantes. Porque en el fondo nunca vamos a tener nada seguro, salvo la facultad de luchar, y la posibilidad de que sea quien sea o lo que sea que seamos, y sean cuales sean las circunstancias que nos toque vivir, siempre vamos a poder alcanzar una mejor versión de nosotros mismos. Y la encontraremos mejor por la vía de la autenticidad.

Así como un verbo crítico es luchar, otro es crecer. Tenemos un potencial que realizar, para lo cual debemos ser plenos, en cuanto a que debemos ser integrales  y buscar continuamente la realización de todas las partes que nos constituyen. La plenitud solo se logra si se es integral, evolucionando hacia la mejor expresión todas las partes que nos constituyen.

Si logramos aceptar lo que somos y enfrentar las circunstancias que la vida nos va a ir poniendo en el camino, encontraremos mucha fuerza en nuestro interior. Si logramos tener un buen manejo de la relación con nosotros mismos, el núcleo fundamental, podremos enfrentar lo que se nos presente, y podremos liderar a otros. Pero como decía Gandhi: “se el cambio que quieres para el mundo” (de ahí la foto arriba). Hay que empezar por uno, por liderarse a sí mismo.

La vida, ese complejo proyecto a manejar, tiene sentido. Debemos encontrarlo pero para ello quizá nos toque buscar en temas de mayor trascendencia que el poder o el bienestar material, sin denigrar de estos. Quizá lo que más puede dar sentido a la vida sea el amor. Acá recuerdo las citas en blogs iniciales tanto de Víctor Frankl como de Nando Parrado, ejemplos de crecimiento en la adversidad extrema. El amor no es un tema rosa que vemos en las novelas. Tampoco es fácil. El amor es una facultad, como dice Erick Fromm (El Arte de Amar), otro gran psicoanalista de corriente culturalista. Es una filosofía de vida. Además del amor, hay variables clave que ayudan a encontrar sentido a la vida, como por ejemplo lo espiritual o la misma religión, bien entendida y sin importar si se es católico, protestante, musulmán, o miembro de cualquier otra religión.

En síntesis, el mensaje que he pretendido dar puede sintetizarse así:

“Puedes, tienes con qué. Pero exígete a ti mismo, no te dejes atrapar por aquello que nos limita potencialmente a todos, el confort y el miedo. Acepta los cambios que trae la vida, y sácales provecho. Lo clave sucede dentro de ti. Se tú mismo. Entiéndete y acéptate, para poder desplegar tu potencial; todo depende de quién eres para ti mismo.

Se consciente de lo que te da valor (valía), de lo que te hace fuerte. Y también de lo que te hace vulnerable; no le temas a ello, es parte de ti, pero aprende a manejarlo. Apóyate en lo que eres y lo que tienes, y no te preocupes por lo que no eres o no tienes. Aprovecha y despliega tus estándares de excelencia y utilízalos para buscar la mejor versión de ti mismo, apoyado en tus dones y fortalezas y en la búsqueda de lo que te genera pasión.

Haz de tu vida un proyecto con sentido en el que busques tu realización y la expresión de ti mismo en la máxima capacidad. Y construye sentido apoyándote en el amor, ante todo porque lo encuentras en ti mismo”.

Aunque sea un poco largo, quiero rematar trayendo un viejo blog que escribí en otro lado, en el que hago referencia a uno de los más importantes verbos que tienen que ver con la vida, con la calidad de vida: disfrutar.

Si alguien vio la película Amigos (basada en hechos reales), habrá podido apreciar como un negro joven, inmigrante “vago”, transformó – a la vez que fue transformado, pulido – a un señor mayor, de clase alta francesa, muy rico pero parapléjico. De un estado inicial donde su vida era sofisticada pero gris, pasó a una vida más alegre, más risueña. Si bien su paraplejia no cambió, su sentido de vivir si lo hizo. El joven negro le inyectó alegría de vivir, lo puso de nuevo en contacto con el amor real. Le “enseñó” a disfrutar.

Es un buen ejemplo de un tema fundamental: poder disfrutar como elección clave ante la vida. En mi opinión la vida no siempre es fácil: algunas veces puede ser muy dura, mientras otras veces nos puede sonreír. Creo que, a pesar de lo relativo de la siguiente afirmación, es válida en algún grado: para todos la vida trae un mínimo de momentos buenos (nadie es tan de malas como para nunca tener buenos momentos), y un mínimo de momentos amargos (nadie es tan de buenas como para pasar sin sobresaltos y malos momentos). Dado ello, creo que el ‘chiste’ en la vida es agregar buenos momentos a los ‘mínimos’ que nos da la vida, y no agregar malos momentos a los ‘mínimos’ que nos trae.

Un verbo fundamental entonces, que hay que poder conjugar lo más frecuentemente posible, es disfrutar. No en sentido hedonista. En el sentido de poder sacar de la vida lo mejor que nos pueda dar.

No es tanto tener, como poder disfrutar lo que se tiene.

No es tanto ser xxx,  como poder disfrutar lo que se es, cualquier cosa que uno sea.

Qué se necesita para poder disfrutar? Creo que fundamentalmente poder aceptar las cosas en el mayor grado posible. Aceptar la vida como un regalo, con momentos buenos y malos. Aceptar lo que se es. Lo que se tiene. A quienes están alrededor. Y con base en aceptar, disfrutar.

Un caso que veo con frecuencia es el de la persona con muy altos estándares de excelencia, que se exige mucho a sí misma. Y logra muy altos niveles de perfección. Pero igual se observa cómo alcanzar esta excelencia no le llena, pues no puede disfrutarla. Siempre puede ser mejor, por lo que el hoy nunca lo complace.

Curiosamente en casos de anorexia he visto mucho este fenómeno. Me parece que la anoréxica está atrapada en una trampa, donde no puede disfrutar lo que es, pues siempre está insatisfecha. Y ello porque tiene planteado el tema sobre sí misma como un inalcanzable. Nunca le va a gustar lo que ve en el espejo. Siempre va a estar gorda, así esté famélica. El problema no está en lo que ve en el espejo, sino en la mirada, que distorsiona lo que ve.

Muchas veces aconsejo a los pacientes, cuando están en situaciones difíciles, de alto estrés, de crisis, etc., que mientras no puedan cambiar las circunstancias, se permitan buscar espacios en los que puedan disfrutar momentos simples pero que les reconcilien con la faceta amable de la vida. Por ejemplo: “vea una buena película, camine al aire libre, prepare una buena comida….”. Son simplezas, pero al generar pequeños disfrutes pueden balancear lo que en determinado momento se presenta como adversidad.

Concluyo esta breve reflexión con un comentario del que llamo el ‘poeta de Liverpool´: John Lennon. Tiene una excelente frase que probablemente conozcan: “la vida es aquello que se nos pasa mientras hacemos otras cosas”. Al final es genial pues si nos pasa con frecuencia que nos enredamos en los temas del día a día (lo económico, el trabajo, los problemas, el tráfico, la corrupción, etc.) y perdemos perspectiva de lo que es esencial: la vida como hecho único e irrepetible y limitado en el tiempo.

Así que mi recomendación es: siempre que pueda conjugue el verbo ‘disfrutar’. Lo vamos a necesitar mucho para balancear las dificultades de la vida diaria. Poder disfrutar genera alegría de vivir…..

Cierro entonces acá esta serie de blogs, para cambiar de contenido. He insistido pues me propuse ‘legar’. Después de pensar cuál podría ser mi siguiente tema, si uno ligado a mi faceta corporativa, al liderazgo, a la Propuesta de Valor que hacen las empresas a los empleados para aumentar la atracción y retención en la complejísima guerra de talentos que caracteriza el mundo corporativo hoy, o, si continuar con los temas donde me concentro en el bienestar del individuo. Acá quiero escribir sobre la Tercera Edad (época difícil pero donde el individuo puede disfrutar mucho), la Crianza (como un proceso muy parecido a la publicidad subliminal, en el que los mensajes que calan ‘entran’ a la conciencia sin que sean percibidos), o, por el que finalmente opté: las complejísimas relaciones interpersonales, aspecto en el que me concentraré en las relaciones afectivas (que solo son una faceta del mismo tema, el relacionarse con otros), dado que tiene mucho que ver con lo expresado en los contenidos que estoy cerrando. Y porque he visto que es donde ‘colapsan’ muchos; vivimos una época donde la soledad del individuo es el rasgo distintivo, a pesar por ejemplo de la tantísima opción de conexión con otros que le ofrecen esa enorme tendencia de nuestros tiempos, las redes sociales.

La búsqueda de la Pasión

T & PSteve Jobs

Como en blogs previos, empiezo este explicando el porque de la foto. En el muy divulgado Discurso en Stanford, en 2.005 (YouTube), Steve Jobs pronuncia entre otras las siguientes palabras:

Tienen que encontrar lo que aman. Eso es tan cierto en su trabajo como lo es con sus relaciones….si aún no lo encuentran sigan buscando. No se detengan. Como con todo lo del corazón, sabrán cuando lo encuentren….así que sigan buscando. No se rindan. No se detengan”

Y ahora, la gráfica. Se refiere a la que llaman “La Fórmula del Éxito”, que radica en situarse en donde se intersecan, donde convergen, dos variables: el talento y la pasión. Se supone que el éxito radica en hacer aquello para lo que tenemos talento, y que nos genera pasión. Si lo analizamos, vemos que Pasión sin Talento es frustración, y Talento sin Pasión es desperdicio. Algunos, como por ejemplo Stephen  Covey   (en el libro, Great Work Great Career, en coautoría con J. Colosimo), agregan otras variables, como por ejemplo la variable Conciencia. De mi parte, si agrego algo pondría, no en gráfica sino en símbolos matemáticos:

Talento + Pasión+Disciplina= Excelencia

Quien haya leído blogs previos, en el que se cita a Rafael Nadal, podrá recordar las palabras del tío, su manager, quien siendo RN diestro lo volvió excelente jugador zurdo, a punta de disciplina. Creo así que:

Talento+Pasión-Disciplina=Desperdicio

Cito a Covey & Colosimo, hablando de la persona que desarrolla una carrera brillante:

“Su talento, su pasión y su consciencia juntos lo convierten en una persona integral…su pasión es lo que lo llena. Es un fuego que viene de dentro, no de fuera de uno mismo”.

La Pasión surge de nuestra parte emocional. De hecho, la palabra pasión era usada por los antiguos griegos para referirse a emoción. Buena parte de la fuerza surge de ahí, de lo emocional. La pasión no es racional; el talento quizá si lo sea. Dado esto, desarrollar inteligencia emocional conduce a encontrar pasión.

No es fácil encontrar la pasión. Así como tampoco es fácil vivir bien sin pasión. Es entonces difícil de concebir el desarrollar liderazgo, de sí mismo y de otros, alcanzar la Mejor Versión de Sí Mismo, si no logramos encontrar lo que nos apasiona en la vida. Sea en lo profesional o en cualquier ámbito de la vida: la pasión es el fuego que sale del corazón, lo que nos inspira a hacer grandes cosas, y lo que nos ayuda a inspirar a otros para que alcancen altos niveles de excelencia. Vivir sin pasión se puede, pero es vivir a medias.

Creo que por algo así se puede dar una explicación a un caso que se observa con frecuencia en el desempeño académico, el del alumno “mediocre” en el colegio, o incluso en la universidad, que se convierte en el profesional brillante que deja a todos los que lo conocían con la boca abierta. Quizá lo que sucedió es que finalmente encontró lo que lo apasionaba. Y cierro este breve comentario aludiendo al lamentable hecho que genera el academicismo, que busca la excelencia pero con enorme frecuencia matando la pasión por aprender, que creo es innata al ser humano.

Cierro acá esta parte de los blogs que vengo escribiendo sobre este tema, para entrar en una parte final, más de síntesis, donde analizaré un poco los conceptos de Proyecto de Vida, y Sentido de Vida. O mejor, sobre la concepción de la vida como un proyecto al que hay que lograr dar sentido, para aprovecharlo, como don que es esta en sí misma.

 

 

 

Apalancándose en los dones, talentos y fortalezas

Rafael Nadal Tony Melendez Homeless to Harvard

Para introducir este blog, ante todo explico las tres fotos que lo acompañan. Las de Tony Meléndez, cuyo video circuló profusamente hace algunos años por la web, y la de la vida de Liz Murray (en quien se basa la película De la Calle a Harvard, historia real), ejemplifican muy bien el punto del apalancamiento en las fortalezas; la de Nadal, el qué hacer con las vulnerabilidades. Inicio con el caso de Liz Murray: se trata de una indigente, hija de padres drogadictos, a quien se le muere la madre por sida, dejándola a merced de un padre que ni siquiera podía hacerse cargo de sí mismo. Y, a pesar de tanta adversidad, se apalanca en su fortaleza intelectual y su persistencia, para lograr graduarse de Harvard. Señalo este caso como ejemplo, pues el argumento es que el éxito tiene mucho que ver con el aprovechamiento de las fortalezas, y a pesar de todo lo que haya en contra.

El caso de Tony Meléndez es también muy diciente. Se trata de un salvadoreño, si no estoy mal, quien nace sin brazos, consecuencia del terrible caso de la droga de la talidomia por allá en los sesentas o setentas del siglo pasado (las mujeres embarazadas que tomaron esta droga dieron a luz bebés con malformaciones). Lo interesante es que se sobrepone a sus limitaciones, y se convierte en músico (centrado en la música religiosa), tocando la guitarra con sus pies. Lo que me gusta de este caso es que no se concentró en lo que “no tenía” (brazos) sino en lo que ´”sí tenía” (pies), para desplegar su talento, su don (la música). Para ejemplificar, cito algunas frases de su video:

  • «Tú con tu cuerpo completo y dices que no puedes…si puedes…di yo quiero, yo puedo, yo voy a salir adelante»
  • «No es lo que no tienes, es lo que si tienes…YA ERES UN MILAGRO»
  • «Tenés que tratar»
  • «Siempre quise casarme»…
  • «Continúa dándonos esperanza» (Juan Pablo II)

Dejo para más adelante el caso de Nadal. La pregunta a hacerse sería entonces: ¿en qué basarse, apalancarse, para el desarrollo, para crecer, para buscar la excelencia?

Para algunos expertos, a mi juicio en forma acertada, el éxito tiene mucho más que ver con el aprovechamiento sistemático de las fortalezas y talentos.  Esto va en contravía del paradigma de nuestra cultura occidental, que hace más énfasis en lo que esta mal, y la necesidad de corregirlo, en la debilidad y la necesidad de dejarla atrás, que en apreciar lo que está bien. Un punto donde se observaría esto es en la medicina, basada en el paradigma de curar lo que está mal, o en la práctica en las empresas en cuanto a los planes de desarrollo de  los empleados, basados en suplir las necesidades de desarrollo. Respecto a la medicina, cito la diferencia entre la occidental (curar lo que está mal), versus la oriental (la tradicional china, por ejemplo, que se basaba en buscar la salud). Dos enfoques muy diferentes, aunque complementarios. A propósito de ello, leía en el libro Medicina Tradicional China, de Daniel Reid, que el antiguo médico chino cobraba mientras la familia estuviera saludable, y cuando alguien enfermaba, dejaba de cobrar. Paradigma muy opuesto al nuestro, y muy interesante, pues pone el foco en buscar que la salud esté bien como la constante.

Creo que por este paradigma tan fuertemente arraigado, muchas veces no tenemos claras nuestras fortalezas, nuestros dones y talentos. Somos mucho más perceptivos de lo que no tenemos, que de lo que sí tenemos. Pero es a partir de las fortalezas que podemos desarrollarnos, además de suplir si es del caso lo que no tenemos fuerte, si es que el contexto nos lo exige.

En la Psicología surgió hace algunos años una escuela, hoy muy en boga: la Psicología Positiva, cuyo máximo exponente creo es Martin E. P. Selligman (Authentic Happiness), de donde extracto la siguiente frase:  “La felicidad auténtica viene de identificar y cultivar nuestras fortalezas más fundamentales, y de utilizarlas a diario en el trabajo, el amor,  el juego y la crianza”. Cuestionan que el foco de la ciencia ha estado más en buscar “lo que está mal” en vez de “desarrollar lo que está bien”. Alineado con este modelo conceptual están por ejemplo los trabajos de Tal Ben Shahar, reconocido experto en Felicidad, quien dicta en Harvard una de las clases más exitosas y de mayor demanda (Psicología del Liderazgo y Psicología Positiva). Por otro lado, Gallup (que en Colombia conocemos solo como empresa de sondeos de opinión y encuestas políticas, pero que es una gran firma consultora, global, en administración), es reconocida como defensora de la tesis de que el éxito se basa es en el aprovechamiento de las fortalezas. Sus planteamientos surgen de profusos análisis de gente exitosa, en cualquier terreno (deporte, política, administración, etc.), citándose que se basan en más de 2 millones de casos estudiados en todo el mundo. Gallup llega a las mismas conclusiones de Selligman. Para la muestra, un par de frases del libro de M. Buckingham y D. O. Clifton (consultores de Gallup), Ahora, Descubra Sus Fortalezas:

  • “Los talentos de cada persona son permanentes y únicos”
  • “El mayor potencial que tiene una persona para crecer está en aquellos campos donde sus fortalezas son mayores”

Y añado una frase de Benjamín Franklin, personaje muy interesante de la historia de los EEUU: “La verdadera tragedia en la vida no es carecer de fortalezas suficientes, sino no llegar a utilizar las que tenemos”.

Pero hay que mirar el tema integralmente. Si bien soy un convencido de lo anteriormente expresado, cito el caso de Rafael Nadal. Quien de click en YouTube “Nadal: diestro o zurdo”, verá un corto video del gran tenista español (2 minutos). En este piden a RN que haga diferentes cosas con la derecha y luego con la izquierda (lavarse las manos, escribir…). Y resulta que RN es totalmente diestro. Pero lo único que hace con la izquierda, bien, es jugar tenis. En el video el tío, quien es su manager, explica esto. Dice que RN de joven no tenía mucha fuerza en los brazos, por lo que cogía con las dos manos la raqueta. El tío pensó entonces que si le enseñaba a jugar con la izquierda, lo podría convertir, a punta de disciplina, en un buen jugador de tenis zurdo, en un medio en que la enorme mayoría son diestros. Y así sucedió.

Extracto de aquí una conclusión fundamental: aunque no seamos fuertes en algo, si el entorno nos lo exige, también podemos llevar al nivel de fortaleza algo que inicialmente no lo es. Quizá nunca llegaremos así al nivel que alcancemos al apalancarnos en una fortaleza, pero si podremos desplegar mucha fuerza acá también.

Esto es importante pues tiene que ver con el complemento del aprovechamiento de las fortalezas. Y es el reconocimiento y administración de las vulnerabilidades. Es crucial lograr reconocer y aceptar estas. Probablemente lo que nos hace fuertes también tiene mucho que ver con lo que hagamos con nuestras vulnerabilidades. Vuelvo a citar a Warren Bennis, gurú del liderazgo (On Becoming a Leader): ” Los lideres no tienen más que a sí mismos como material de trabajo. Es una paradoja de la vida que los buenos líderes alcanzan la cima a pesar de sus vulnerabilidades, mientras que los malos líderes suben es por sus debilidades”.  Y cito a R. K. Cooper y A. Sawaf (Executive EQ: Emotional Intelligence in Leadership and Organizations):

“Una de las formas de ir más allá de la resistencia (al crecimiento personal)…es desarrollando nuestra inteligencia emocional, y lograr valorar profundamente, y aplicar, nuestras fortalezas y talentos, a la vez que mejoramos nuestra capacidad de manejar nuestras vulnerabilidades”.

Termino volviendo al tema de las fortalezas y talentos, el núcleo del desarrollo. Estas son como la “caja de herramientas” con que venimos equipados. Somos “un portafolio de fortalezas”, de los que debemos ser conscientes. Son únicas, como la huella digital. ¿Cómo actúan las fortalezas en el crecimiento? Cuando se actúa desde las fortalezas, se genera ‘energía positiva’; así, aumentar la conciencia de estas lo que genera es un empoderamiento de sí mismo. Dice Selligman: “Las fortalezas y virtudes funcionan como un amortiguador contra la mala fortuna y son claves para construir resiliencia”.

La frase de Tony Meléndez, subrayada arriba, es muy buena. No es lo que no tenemos….es lo que sí tenemos. La complemento: no es lo que no somos, es lo que somos. En el proceso de buscar desplegar fuerza interior, liderarse a sí mismo, buscar la mejor versión de sí mismo, la apreciación de lo que nos hace fuertes es fundamental. Ello nos conduce a que cuando hagamos un diagnóstico de nosotros mismos, convenga concentrarnos en buscar lo que nos hace fuertes. La variable Talento es parte de lo que llaman la ‘Fórmula del Éxito’, junto con la otra, crucial, la búsqueda de la Pasión, de la que hablaré en el siguiente blog.

La búsqueda de la excelencia (individual)

Juegos Olímpicos

Para la búsqueda de la Mejor Versión de Sí Mismo, del despliegue de toda la fuerza interior que tiene la persona, crucial en el liderazgo de sí mismo y por ende, del de otros, los estándares de excelencia son un concepto crucial. Nuestra cultura occidental, como se dijo atrás, valora en muy alto grado la excelencia individual. Quizá la cultura estadounidense es el máximo exponente de este aspecto, pero no es la única. Coloco el símbolo de los Juegos Olímpicos pues sirven de modelo de este rasgo tan central de nuestra cultura (incluso, creo que ha permeado mucho la cultura oriental).

Por nacer en una sociedad que valora tanto la excelencia INDIVIDUAL, interiorizamos los estándares de excelencia que nos llegan con la crianza. Esto implica que en mayor o menor grado todos los miembros de una cultura así, tienen estándares de excelencia, que les sirven para medirse a sí mismos, referenciarse con otros (“el mejor”…”la más bonita”…etc.), y en particular para nuestros efectos, para apreciarse a sí mismos (sea con base en su valoración interna o externa). Además de la pertenencia a una sociedad que inculca en la socialización estos estándares, obviamente hay variables más específicas, como por ejemplo la cultura familiar (ejemplo: si se resalta la competencia, el éxito), el tipo de colegio en que se estudia, etc., que van a hacer que estos estándares sean más o menos altos. Pero que están ahí, en la mente de cada individuo,  independiente de estas otras ‘variables potenciadoras’, no tengo la menor duda.

Al respecto hay dos análisis que me parecen importantes: la combinación de estos estándares (EE) con el PUEDO (tratado atrás; la posibilidad de la persona de conjugar bien el verbo PODER, junto con SENTIR), y, el por qué de la búsqueda de la excelencia.

Respecto al primer punto, el EE le señala a la persona lo que espera de sí misma (o lo que siente que otros esperan), mientras el PUEDO le dice lo que cree que puede alcanzar. De acuerdo con esto, las dos variables podrían combinarse de tres formas:

  • El EE y el PUEDO están al mismo nivel; y ojalá, alto. Creo que es el ideal, y lo que caracteriza por ejemplo a un triunfador, a un campeón olímpico. Espera mucho de sí mismo, y además, “se la cree” (que puede llegar muy alto).
  • Que el EE y PUEDO estén en diferente nivel, estando el PUEDO más alto que el EE. Francamente, no lo veo posible.
  • Que el EE este alto y el PUEDO bajo (debido a un problema en la definición de sí mismo). Esto es lo típico.

Este último caso sirve para el análisis. Resulta que la brecha entre el EE y el PUEDO, se llena de insatisfacción. Y como esta es tan amarga, la prioridad para el individuo pasa a ser la de reducir esta insatisfacción. Tiene dos caminos:

  • Bajar (artificialmente) el EE, la cual sería la opción del conformismo, de la aceptación de la mediocridad como elemento central en la definición de sí mismo. Mi recomendación a la persona es siempre: “nunca baje los estándares…el costo es enorme”.
  • O, “destrabar” el PUEDO, para que suba al nivel del EE. Que es lo que implicaría redefinirse.

Creo que lo que hay que hacer en la vida es esto: tomar la opción de la búsqueda de la excelencia. Lo cual nos exige crecer, dar lo mejor de nosotros mismos, “elevar la barra”. Sobre esto, recomiendo una charla TED que me gustó mucho cuando la vi, que trata de estos temas: sobre la diferencia entre el éxito como algo puntual, y la maestría como una forma de vida. Es de Sarah Lewis, y en español se titula “Acepta el casi lograrlo”. Entre otras cosas valiosas que expresa SL, es muy interesante la referencia a los estudios que comparan las reacciones entre los “medallistas de plata” en los Olímpicos, y los “medallistas de bronce”. Los últimos se sienten bien de no haber quedado de cuartos, y los primeros (…plata) quedan ‘picados’, y con mucha frecuencia, alcanzan medalla de oro en los siguientes Olímpicos.

El segundo tema es el del por qué de la búsqueda de la excelencia. Voy a utilizar el caso del “perfeccionista consumado”, con mucho respeto hacia estos (que entre otras, son excelentes trabajadores), pues nos sirve para analizar dos opciones opuestas sobre esta búsqueda. Se puede entender al perfeccionista como un ‘perseguidor’ apasionado de la excelencia, quien seguramente alcanza muy altos niveles de esta. Solo que nunca está satisfecho (siempre tiene cara de “no ser feliz”). Y ello porque tiene definido el EE como un inalcanzable; cuando se acerca, este por definición se aleja. Así, nunca llega…siempre puede ser mejor…El problema de esto es que se vuelve esclavo de sus estándares. Acá mi interpretación es que lo que en el fondo hace es “huir de su propia sensación de mediocridad” (falsa definición de sí mismo); es decir, algo como “si no soy perfecto, se evidencia que soy mediocre”.

En contraste, estaría el caso de la persona que tiene un buen concepto de sí mismo, tiene altos estándares de excelencia, los persigue, pero no para “huir de algo” sino para “SER MÁS SI MISMO”. La diferencia entre los dos casos es muy grande. En el primero, el estándar es un yugo, un condicionante; en el segundo, una brújula. En el primero, el viaje es amargo y nunca se llega, en el segundo, el viaje es una forma de vida, y nunca se llega pero nunca se pretende llegar a un destino final. No es el destino, es la forma de viajar…

La conclusión que puede sacarse acá es que si la persona tiene un concepto errado de sí misma, la persecución de la excelencia no la hará feliz, pues siempre primará la definición de sí mismo, alcance lo que alcance. Pero si tiene un concepto de sí mismo válido, perseguir el EE lo va a dejar satisfecho sin importar cuanta perfección alcance. Y el EE lo va a guiar en el proceso de hacerse mejor persona, “más sí misma”. Para hilar con el tema liderazgo, retomo la frase citada en el primer blog, del gurú Warren Bennis (On Becoming A Leader): “de hecho el proceso de convertirse en líder es esencialmente el mismo que el de convertirse en un ser humano integral”.

En el próximo blog trataré un tema muy importante, donde también nos vamos a meter con un (falso) paradigma muy incrustado en nuestra sociedad occidental: el de si la persona crece más por buscar suplir sus vulnerabilidades, o si lo logra mejor cuando se apalanca en sus dones, talentos y fortalezas. Ya veremos. Obviamente, de entrada es claro que yo me voy por el lado de la segunda opción, pues es lo consecuente con todo lo atrás expresado. Sin dejar en todo caso de tener una perspectiva integral, pues también se crece al reconocer y administrar bien las vulnerabilidades. Al final, son parte integral de lo que somos.

¿Reinvención? O, ¿redefinición?

Hoy en día se habla bastante de ‘reinventarse’. No estoy seguro de si este es el mejor verbo, pues implicaría una invención inicial de sí mismo, y no me da la impresión de que hubo esta. ¿Cuál sería un mejor verbo? ¿Renovarnos? ¿Renacer? ¿Redescubrirnos? ¿Transformarnos? Es claro para quien me haya seguido atrás que para mí el verbo es Redefinirse, pues creo que lo que hubo fue una definición inicial de sí mismo. Recapitulando, redefinirse implica contestar preguntas fundamentales como: ¿al fin de cuentas, quién soy? ¿cuánto creo que puedo alcanzar? ¿cuánto valgo como persona, y qué es lo que me hace valer? ¿qué (me) merezco (ser feliz…tener éxito….)? ¿qué quiero para mi vida?

En la versión más optimista, cuando la definición de sí mismo ha sido afortunada, lo que habría es una constante ratificación de lo que uno es. En cualquier caso, redefinición o ratificación, he señalado atrás que los dos conceptos críticos son la comprensión y la aceptación de sí mismo. Quizá parezca un poco paradójico; me refiero a que cuando digo esto a alguien me suele decir “pero cómo acepto lo que no me gusta?”, y contesto: “primero acepte su realidad ‘actual’, que no es la definitiva, y luego si, con la fuerza que saca de la aceptación, crezca, sea, transfórmese, o use el verbo que quiera”.

He citado varias veces el concepto de la Mejor Versión de Sí Mismo. Creo que la redefinición debe tomar ese rumbo, la concepción de que hay una versión de uno mismo mejor que lo que somos actualmente. Hay que entender que somos en todo caso “seres inacabados”, en permanente proceso de evolución, y que así, la tarea al final nunca termina. O si terminara, sería cuando encontremos una versión de nosotros mismos con la que estemos genuinamente satisfechos (“ya -nos – encontramos”). Recapitulando, la Mejor Versión de Sí Mismo implica la AFIRMACIÓN DE SI MISMO, o si se quiere, el DESPLIEGUE de sí mismo. De lo que SOMOS. Algunos humanistas existencialistas hablan del CORAJE DE SER (Rollo May, El Hombre en Busca de Sí Mismo). Por ejemplo, cito una frase del gran psicoanalista Carl Jung: “La persona es saludable cuando se convierte en sí misma: alguien único y responsable que ha encontrado un propósito en la vida”.

Otra definición relacionada con la persona saludable, o sana, en línea con lo anterior, es de Carl Rogers, otro gran teórico, más de la vertiente humanista, que cita a la persona plena (fully functioning person), quien busca ser auténtica, lo que realmente es, y asume las consecuencias de ello, para así lograr el ‘Vivir Existencial’, el cual sería la base para alcanzar el máximo potencial.

¿Cuándo se dan redefiniciones ‘forzadas’? En las crisis, cuando la vida nos saca de las zonas de confort. Por ejemplo, al perder un empleo, al terminar una relación, en la que se basaba la estabilidad emocional, cuando perdemos un ser querido, cuando quebramos por un mal negocio, cuando sufrimos una enfermedad seria o incapacitante, cuando nos pensionamos…en fin, continuamente.

Termino acá este ciclo, muy centrado en lo emocional por considerar que este aspecto es crucial en la calidad de la relación consigo mismo, y así, en el liderazgo de sí mismo, que como apunté al inicio de estos blogs, es el punto de partida del liderazgo. Me propongo en siguientes blogs analizar algunas variables clave para la búsqueda de la Mejor Versión de Sí Mismo, como son: la búsqueda de la excelencia, el apalancamiento en las fortalezas y el reconocimiento y consecuente manejo de las vulnerabilidades, y un tema fundamental: la búsqueda de la pasión.