La Definición de Sí Mismo

Cono invertido

Retomando el tema, planteo una hipótesis básica: la calidad de la relación consigo (CRCSM) mismo depende fundamentalmente de la DEFINICIÓN DE SÍ MISMO (DSM), a partir de la cual se deriva la validación de sí mismo (VSM), que consiste en la asignación de valor a uno mismo. La antítesis es invalidarse. La DSM contesta preguntas clave como: ¿quién soy? ¿quién soy para mi mismo? ¿por qué valgo como persona? ¿cuánto valgo como persona? En últimas, el núcleo de todo sería el concepto que tengamos de nosotros mismos.

Acá es donde introduzco un concepto que me es muy útil para entender la problemática de las personas: el CONCEPTO DE SÍ MISMO COMO SER AFECTIVO. Esto es muy importante, pues lo emocional es fundamental en el bienestar de la persona. No sobra decir que la parte compleja de esta es lo emocional, a pesar de lo racional. Este creo que fue el aporte básico de Daniel Goleman (La Inteligencia Emocional), quien hizo popular el concepto de inteligencia emocional (EQ), en un momento en que solo se hablaba de la Inteligencia Racional (IQ). En mi concepto, la EQ es en realidad la que calibra los dos principales tipos de inteligencia que podemos considerar: la racional (IQ) y la social (SQ), ambas fundamentales en el vivir cotidiano. En otras palabras, si la EQ está bien, la IQ y la SQ estarán en su mejor expresión, y lo contrario: si no lo está, se deterioraran la IQ y la SQ.

Lo afectivo es parte fundamental de lo emocional. Podemos entonces analizar el concepto de sí mismo de la persona, contemplando el tema AFECTO, que es la variable crítica para el ser humano (recuerdo un profesor, psicoanalista, que decía “todo problema humano es un problema de afecto”….con sobrada razón). Acá es donde paso a exponer mi “teoría”, nada académica. Y para eso me apoyo en el dibujo que acompaña este blog. Podemos entender el concepto de si mismo como un cono invertido, donde en la base está lo racional, más de la ‘superficie’, y en el vértice, en este caso, en el fondo, lo emocional. Digo que entonces en la base, arriba, podemos tener diferentes componentes del concepto de uno mismo, por ejemplo como profesional, como hombre o mujer, como intelectual, etc. Pero en el fondo, el concepto es el de sí mismo como ser afectivo (por ende, como digno de recibir afecto). Y creo que este se forma muy tempranamente.

Podemos entonces tener buenos conceptos superficiales de nosotros mismos, pero el que va a resultar crítico es el del fondo. Es decir: si el del fondo esta bien, los de la superficie deben en general estar bien, pero si el del fondo está deteriorado, podría ser que los de la superficie, o al menos algunos de ellos, estén bien, pero como compensación. Así, un buen CDSM en la superficie puede ayudar, pero no garantiza bienestar.

Sería entonces de este CDSM como ser afectivo del que se derivan elementos críticos para el bienestar. De aquí surge el ¿quién soy para mi mismo?, a partir del cual, digo, se derivan:

  • Lo que creo y SIENTO que VALGO.
  • Lo que creo y SIENTO que MEREZCO.
  • Lo que creo y SIENTO que PUEDO.
  • Lo que me aprecio a mi mismo (que es la autoestima, que al final de cuentas, lo que viene siendo es un resultado de algo. Por eso digo que las personas no tienen que subir la auto estima, sino mejorar el concepto de si mismos, que es de dónde se deriva).

Nótese que uso el verbo SENTIR, y no PENSAR. Creo que el bienestar emocional se deriva de la posibilidad de conjugar estos verbos: valgo, merezco, puedo, pero acompañados básicamente del verbo sentir (sin excluir necesariamente el verbo pensar).

Aunque resulte largo, paso a explicar como creo que puede imaginarse uno que se forma el CDSM como ser afectivo. Antes unas ‘premisas’:

  • El ser humano se ve a sí mismo (se DEFINE), en función de como otros lo ven.
  • Se referencia, permanentemente, con los demás.
  • El niño tiene un pensamiento egocéntrico (él como centro del mundo).
  • Así, se atribuye a sí mismo lo que le pasa, sea ‘bueno’ o ‘malo’.

Podemos usar entonces una sencilla analogía para tratar de entender este proceso de formación del CDSM, que llamaré ‘el niño de buenas’ y el ‘niño de malas’. Pero antes, debemos suponer dos cosas:

  • Al ser humano el afecto le es tan vital como el aire que respira (el afecto es a lo emocional como el oxígeno al cuerpo).
  • A diferencia del aire, que solo se encuentra ‘fuera del organismo’, el afecto puede ‘encontrarse dentro’, siempre y cuando se haya interiorizado antes.

La analogía consiste en tomar dos gemelos (genéticamente idénticos), y desde el instante del nacimiento, asignarlos a dos familias, una funcional (abunda el afecto) y una disfuncional…y ver qué sucede con el paso del tiempo. Más o menos lo que podría suceder es que el primer bebé (‘de buenas’) interiorizara en buen grado el afecto que le llega de afuera; como si razonara “si me llega tanto de esto tan vital, debe ser porque soy bueno”. Al interiorizarlo tendría una reserva (como la batería de un carro), que vendría siendo la autoestima sólida, que sería crucial para cuando no haya ‘afecto afuera’.

Pero cuando el suplemento que viene de afuera es bajo (“bebé de malas”), no habría cómo interiorizarlo bien (al ser deficitario no se puede “guardar excedentes”), y así, no habría reserva (para cuando no hay afuera). Estos serían los vacíos afectivos, lo cual sería entonces el origen del apego, que es la dependencia del afecto de “un otro”. El gran lío acá es que creo firmemente que los vacíos afectivos solo se pueden “llenar desde adentro”.

Si bien la esencia de los dos bebés es la misma, dado su bagaje genético, la definición que cada uno hará de si mismo va a depender en buen grado del contexto que le haya tocado. Lo que tendría que hacer el ‘bebé de malas’ sería entender que el proceso de construcción del concepto de sí mismo estuvo determinado por deficiencias en el contexto que le toco vivir, lo que origino un CDSM distorsionado. Esto pasaría por “buscar su esencia” (la misma de su gemelo)…de alguna forma se trataría en estos casos de “des-des-naturalizar“.

Se que esto es muy ‘burdo’ como explicación. Pero, si llegara a tener algo de razón, la posibilidad de las personas es muy grande, y para muchos, liberadora, pues la búsqueda de la Mejor Versión pasaría por corregir distorsiones generadas en la crianza. Por eso doy un enorme valor a un concepto muy importante: la autenticidad (que etimológicamente quiere decir más o menos “ser el autor de sí mismo”). Creo entonces que la Mejor Versión  de la persona es aquella que la acerca más a su autenticidad.

 

 

La validación de sí mismo

Shakespeare

Empiezo este blog explicando el por qué de la foto. Muy simple, para citar una frase del gran dramaturgo inglés: “Se fiel a ti mismo”.

Utilizo mucho un modelo muy simple, que consiste en diferenciar entre dos mundos que siempre se complementan: el mundo interno y el mundo externo. Digo que el primero es todo lo que hay y ocurre dentro del individuo: conceptos, creencias, sentimientos, emociones, etc….Y el externo es todo lo que ocurre fuera de este: circunstancias, relaciones, etc. Y el límite entre los dos, que llamo “las membranas”, es en sí mismo el significado, o mejor, el proceso de dar significado.

El punto es que podemos entonces distinguir entre variables internas y externas. Me explico. Tomemos por ejemplo la aprobación: la hay externa (de los demás) e interna (de sí mismo). La presión (externa, la que se origina fuera de uno, e interna, la que uno ejerce sobre sí mismo; por ejemplo, “no puedo fallar”). El afecto (interno: auto estima; externo: estima de otros). Y en el caso particular, la valoración, que habría interna y externa.

En general, y creo que es un poco el drama del ser humano, nos enfocamos en controlar el mundo externo, lo que pasa fuera de nosotros y nos afecta. En sí misma esta sería la esencia de la motivación del poder. Lo paradójico es que por poderosos que seamos, nuestra capacidad de controlar el mundo externo es limitada. Un ejemplo: soy multimillonario, y no puedo hacer que mi hijo no muera de cáncer, o, (también soy otro multimillonario y) no puedo hacer nada para no vivir en una silla de ruedas luego de un accidente en una piscina….

Por otro lado, en donde tenemos poder para actuar, ilimitado, y donde solo nosotros tenemos este poder (salvo que lo deleguemos en otros), es en nuestro interior (mundo interno). Y potencialmente este control es ilimitado. Creo que esto lo conoce bien el artista marcial consumado. Y este poder, esta posibilidad de controlar nuestro mundo interior, es en últimas de lo que se trata la calidad de la relación consigo mismo. No dejo de señalar que este concepto es muy similar al de Círculos de Control y Círculos de Preocupación, de Stephen Covey, a quien admiro por su gran inteligencia para transmitir conceptos clave en términos muy simples. De hecho, una definición de sabiduría que me gusta mucho es “la capacidad de reducir a simple lo complejo”.

Centrémonos en la asignación de valor a nosotros mismos. Podemos diferenciar dos casos, que se abren cada uno en dos: valor interno y valor externo, cada uno pudiéndose abrir en “existente ” o “no existente”. Tendríamos entonces cuatro casos:

  • No hay valoración interna ni externa: acá se daría la depresión, la soledad afectiva, los vacíos….
  • No hay valoración interna pero si externa: creo que este es el caso patético de la fama, donde a pesar de la mucha valoración de otros, se dan casos como el artista que se hunde en la drogadicción, pues sus vacíos existenciales nunca compensan suficientemente. A pesar del enorme “afecto” que le tienen las masas….
  • Hay valoración interna y externa: sin duda, el óptimo. Pero, “garantice siempre” que se da esto….
  • Hay valoración interna pero no externa: sin ser óptimo, es lo que permite navegar “aguas turbulentas”. La ventaja frente a los demás, es que potencialmente nunca se pierde.

Creo entonces que el concepto crucial es que como seres humanos, VALEMOS POR DEFINICIÓN (porque sí, por ser uno, sin necesidad de cumplir condiciones). Este valor nos lo pueden dar o ratificar otros (valoración externa), pero esencialmente depende de nosotros mismos. Es ideal si se dan ambos casos de valoración, interna y externa, pero en caso de faltar una, debería ser la externa. El proceso de asignarnos valor entonces es lo que llamo la validación de nosotros mismos. Como siempre, la pregunta clave es de qué hacemos que este proceso dependa?

Para el análisis, debo comentar primero un tema que está ligado al procesamiento de información. Las fases más avanzadas de este son la comprensión y el juicio, de cualquier fenómeno. Teóricamente, la comprensión debería anteceder al juicio. Es decir, no deberíamos juzgar aquello que no hemos entendido. El juicio es en sí mismo un proceso de valoración, una calificación. El gran lío es que en lo social, en lo que hace al ser humano, suele pasar absolutamente todo lo contrario: anteponemos el juicio a la comprensión. Esta es la base de algo que ha hecho enorme daño a la humanidad, el prejuicio (ejemplos: KKK, Holocausto).

Lo dramático ocurre cuando hacemos esto con nosotros mismos. Que es lo que ocurre cuando en la DEFINICIÓN de uno mismo, se llena (uno) de calificativos. Por ejemplo: (primero cito el polo positivo del calificativo, luego el negativo): bonit@, fe@; inteligente, brut@; alt@, bajit@; ric@, pobre; éxitos@, mediocre; complet@, discapacitad@; joven, viej@. Creo que el ‘secreto’ radica en aprender a mirar hacia adentro, prescindiendo de los calificativos (ni los buenos ni los malos…). Probablemente si aprendemos a hacer esto, podremos apreciar lo que podríamos llamar nuestra ESENCIA, lo que realmente somos. Por eso cito la frase de Shakespeare. La modifico un poco: “Se fiel a la versión de ti mismo que se basa en tu esencia, no en una calificación de esta” (que pena con Shakespeare).

Esto nos lleva a lo que llamo “la salida de la trampa social”: lo crucial es aprender a aumentar la aceptación y comprensión de sí mismo (mirada comp / asiva: comprensión más aceptación al tiempo), sea que uno es: bonit@ o fe@, ric@ o pobre, discapacitad@ o no, inteligente o no, blanc@ o negr@, gord@ o flac@, joven o viej@, etc. La persona necesita salirse de la “trampa social”, que valora SI Y SOLO SI se reúnen ciertas condiciones, que en el mejor de los casos solo controlamos parcialmente.

Finalizo con dos puntos importantes. El primero, la pregunta que hago a quien me busca para cambiar algo de sí mismo. Le digo: “el verbo es cambiar? Si cambiar es modificar “la esencia”, se trata de eso? O será mejor usar el verbo crecer (a partir de afirmar lo que somos)?”. Lo clave es que CRECER implica inexorablemente SER. Si se quiere, SER MÁS,  pero más en sentido de MAS UNO. Esto es de lo que creo que se trata el excelente concepto citado atrás, el de la búsqueda de la Mejor Versión de sí mismo.

Y el segundo punto es fundamental en el tema de las relaciones, en particular las afectivas. Tiene que ver con la soledad, no física sino emocional. Con PODER ESTAR SOLO. Al fin de cuentas, uno en el fondo siempre esta solo. pero estar solo es estar consigo mismo. Si no podemos estar solos, es porque no podemos estar (bien) con nosotros mismos. Es decir, que algo falla en la relación con nosotros mismos. Una definición de salud mental, que creo que corresponde a un psicoanalista de apellido Bion, es: “poder estar solo”. Aunque sea repetitivo, poder estar (bien) solo es poder estar (bien) consigo mismo. Esto es fundamental en el concepto, que creo es budista, del desapego. Su antítesis, el APEGO, del cual trataré algún día cuando transmita mis ideas sobre las complejas relaciones interpersonales (especialmente las afectivas), es el GRAN DESTRUCTOR de las relaciones. Esta problemática está muy bien citada en el título de un libro (caray, que no he leído, porque curiosamente soy mal lector), de quien se conoce como Papá Jaramillo (el que recogía niños indigentes en las alcantarillas): “Te Amo Pero Soy Feliz Sin Ti”.

En el próximo blog desplegaré mi teoría, profundamente imperfecta pero simple, sobre cómo se construye el concepto de sí mismo, y de dónde surge la posibilidad de la persona de conjugar tres verbos de fundamental importancia en lo emocional (y por ende en el bienestar): PUEDO, VALGO, MEREZCO.

La variable crítica del bienestar (emocional)

Inicio con este blog un nuevo apartado, más corto, pero no por ello falto de sustancia. Desde mi ángulo es crucial en el bienestar de la persona. Expresaré conceptos muy simples, digamos que ‘mini-teorías-, nada sofisticadas. Simplemente formas de entender estos temas, que durante muchos años he visto que le son útiles a las personas. No me interesan las grandes teorías, pues mi ejercicio profesional me ha llevado desde hace mucho a concluir que la persona que busca ayuda no necesita grandes teorías, sino simplemente que alguien se interese por entenderla y ayudarla a entenderse. En mi oficio como psicoterapeuta, una de los dos grandes vertientes en que se ha basado mi vida profesional, digo que el terapeuta es simplemente un intermediario transitorio entre la persona…y ella misma, cuya tarea es ayudar a introducir un análisis objetivo pero bondadoso y comprensivo, a quien lo ha buscado profesionalmente. Hay un excelente libro sobre comunicación, de unos estudiosos de lo que se llamó hace unas décadas el Grupo de Palo Alto (Watzlawick y colegas, Teoría de la Comunicación Humana); difícil de leer, pero basado en la aplicación de conceptos de la cibernética para buscar entender mejor la compleja interacción humana. Lo cito porque en este sale una frase de esas de hondo contenido, que nunca olvidé: “nadie se entiende a si mismo si no tiene a alguien que lo entienda”. Eso es lo que debe hacer el terapeuta, lo cual puede hacer también, quizá en otro ámbito, una enfermera en un hospital, un sacerdote, etc.; lo único fundamental es tener el interés.

Con esta introducción, pasaré a analizar un poco el tema que he mencionado bastante en blogs previos. La calidad de la relación de la persona consigo  misma como fundamento del bienestar. No es nada nuevo para nadie. Es un poco el “conócete a ti mismo” de Sócrates. Tan fácil de decir, tan difícil de alcanzar. Lo que haré es transmitir mi forma de entender este tema.

Cuando hablamos de relaciones, nos es fácil entender a qué nos referimos. Pero cuando pregunto a alguien como es la relación consigo mismo, es sorprendente lo mucho que la gente se confunde con la pregunta. Como que no entienden que haya una relación consigo mismo. Y resulta que es la relación de la cual se derivan todas las demás. Es la única que siempre estará vigente en la vida de la persona, de principio a fin. Mi suposición básica es muy simple: “no se puede estar bien con otros si no se está bien consigo mismo”.

Incluso cuando conozco por primera vez un ‘paciente’, luego de oír la exposición de sus problemas, le suelo decir: “supongamos que volvemos a empezar….que usted entra de nuevo, y que no se nada sobre usted. Pero que le pregunto: dígame una sola cosa: cómo es la relación con usted mismo….porque su problema está es ahí”.

Podemos ver la relación entre las dos variables citadas atrás (estar consigo mismo y estar con los demás) bajo dos ópticas opuestas: como ya exprese (“estoy bien con otros porque estoy bien conmigo mismo”), o lo inverso: “estoy bien conmigo porque estoy bien con otros”. La más lógica es la primera opción, pero la más frecuente es la segunda. ¿Por qué?

Algo que nos puede ayudar a entender esto es el hecho de que en alto grado, nos vemos como nos ven, especialmente en la infancia, cuando se forma el concepto de la persona sobre sí misma. Consecuencia de ello, aprendemos a CONDICIONAR la relación con nosotros mismos, en función de variables que denotan aceptación social. Ejemplo de variables que condicionan pueden ser: “(estoy bien conmigo)….si soy bonita”, “….si soy exitoso”, “…si soy rico….”, “….si soy alta”, “…si soy extrovertido”. En sí es obvio que esto no está mal. El ser humano es “social hasta la médula”, suelo decir. Y se nutre de la aceptación social. Nadie es tan fuerte para no necesitar aprobación de otros. Por eso somos tan vulnerables a la adulación.

El problema es cuando caemos en el SI Y SOLO SI (tan de la lógica matemática): es decir: “Me acepto como soy (o, “me gusta como soy”)….SI Y SOLO SI….soy X o Y o Z….((rico….bella….exitoso…)…”. En estos casos digo: “compre camándulas…porque le va a tocar rezar para que nunca deje de cumplirse la condición”.

Esto tan simple es muy importante: la base de crecer es, para mí, lograr des condicionar la relación consigo mismo. En otras palabras: “Me acepto si soy X, pero si no, también”….o mejor: “me acepto por definición….no necesito que se cumpla una condición para ello”.

Se que esto es fácil de decir, y difícil de conseguir. Pero recuerden casos como el de Nick Vujicic, citado atrás. La única forma en que pueda hacer soportable la vida una persona con tanta limitación, e incluso, vivir bien, es aceptando su condición, sea cual sea. Una persona como este NV, donde condicione la aceptación de sí mismo a “tener todo mi cuerpo completo”, queda condenada a la amargura consecuente del profundo rechazo de su condición. Así no se construye bienestar, ni menos, felicidad (concepto tan ambicioso este).

Suspendo acá para no saturar, para continuar en el siguiente blog con un concepto clave, el de la VALIDACIÓN DE SI MISMO (o su inverso, la invalidación). Un ‘aperitivo’: validar es asignar valor….validarse es asignarse valor….invalidarse, quitárselo….de nuevo la pregunta es ¿en función de qué nos asignamos o nos quitamos valor a nosotros mismos?.

El miedo, el miedo al miedo y el coraje

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Para cerrar el ciclo iniciado en estos blogs, y para luego concentrarme en lo que llamo el ‘alfabetismo emocional’, la concentración en el SER y la búsqueda de la autenticidad como la mejor opción de la persona, trataré un poco el tema del miedo, aquella emoción paradójica, pues al fin de cuentas ayuda a la sobrevivencia pero también al estancamiento.

En general lo que nos atrapa en las zonas de confort es el miedo a salir de ellas, a lo desconocido, a lo que no sabemos si controlaremos. No es esperable no sentir miedo. En realidad esta es una emoción inteligente; lo opuesto, la temeridad, puede poner en riesgo la vida (por ejemplo, el que enfrenta ‘valientemente’ a quien le roba el celular, para recibir a cambio una puñalada mortal). Cito para argumentar la ‘racionalidad del miedo’ un experimento clásico: usan un corredor, en el cual hay un vidrio en una parte; el vidrio permite ver en un pedazo del corredor un ‘abismo’. Dejan pasar criaturas pequeñas de varias especies, y todas cruzan como si nada el corredor. Pero el bebé humano apenas llega al vidrio y percibe el ‘abismo’, frena. Es decir, detecta el peligro, siente el miedo y para…..(espero haber sido claro con el ejemplo).

La frase de Mandela, ya citada pero que repito (“Aprendí que el coraje no era la ausencia del miedo sino el triunfo frente a él. El valiente no es quien no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo”), me lleva a afirmar que lo que debemos hacer con el miedo no es temerle, sino enfrentarlo….el niño que teme al cuarto del coco, solo superará ese temor el día en que se atreva a abrir la puerta de ese cuarto, para ver que solo había muebles viejos….La trampa, o el círculo vicioso que perpetúa al miedo solo se rompe cuando se enfrenta la situación que tememos. Ello porque solo demostrándonos que podemos es que vamos a sentir seguridad.

¿Qué hacer entonces con el miedo? Susan Jeffers, quien falleció de cáncer, se volvió  experta en el miedo. En su libro, muy popular, Feel The Fear and Do It Anyway, citado atrás, y donde cuenta su propia experiencia (era muy temerosa), analiza en forma muy simple y esquemática el miedo, y plantea que todo miedo se puede clasificar en una de tres categorías o niveles:

  • Nivel 1: A cosas que pasan o que requieren acción (ejemplo: envejecer, incapacitarse, retiro laboral, un desastre natural, tomar decisiones, hacer un cambio de carrera, etc.)
  • Nivel 2: A cuestiones que involucran el ego (rechazo, éxito, fracaso, desaprobación, etc.)
  • Nivel 3: El mayor miedo, A NO MANEJAR LAS COSAS (ejemplo: no manejar el cometer un error, no manejar el envejecimiento…el enfermar….el quedar solo….)

Cada nivel recoge el precedente. Es decir, todo temor del Nivel 1 se reduce a un temor del Nivel 2, y así sucesivamente. Por ejemplo: el temor a hacer un cambio de carrera se circunscribe al de fracasar con este cambio, y este, al de no poder hacer cargo de equivocarse con la decisión.

De acuerdo con esta idea, lo clave para debilitar el miedo sería desarrollar más confianza en que podemos manejar lo que se nos presente, que en últimas, es lo que significa EMPODERARSE. En otras palabras, el miedo es inversamente proporcional a la noción de uno mismo como alguien que PUEDE HACERSE CARGO…

Según S. Jeffers, hay algunas ‘verdades’ sobre el miedo:

  • Nunca dejará de estar ahí, en la medida que crezcamos
  • La única forma de sobreponerse al miedo es “salir y hacer las cosas”
  • La única forma de sentirnos mejor con nosotros mismos es “salir y hacer las cosas”
  • No solo a uno le pasa que siente miedo hacia lo nuevo, hacia lo desconocido…nos pasa a todos.
  • Es menos atemorizante avanzar enfrentando el miedo, que vivir con el miedo subyacente que surge de sentirnos impotentes (desempoderados).

Tenemos la opción (también según SJ) de situarnos, de movernos, en uno de los dos polos que identifica ella, y que los llama “Polo del Dolor” y “Polo del Poder”. El primero se caracteriza por la desesperanza, la depresión, la parálisis, caracterizados por frases o palabras como “no puedo”, “problema”, “espero”, “no es mi culpa”. El segundo, caracterizado por sentir que se tienen opciones, energía, acción…..y por palabras o frases como “no quiero” (en vez de “no puedo”), “oportunidad” (vs problema), “se” (en vez de “espero”), “soy plenamente responsable” (vs “no es mi culpa”).

De acuerdo con esto, la actitud fundamental es la de TOMAR RESPONSABILIDAD POR NUESTRA PROPIA VIDA. Al no tomarla, nos colocamos en la posición de “dolor”, y así disminuye nuestra posibilidad de manejar el miedo.

Para terminar, cito la diferencia entre el miedo y el miedo al miedo, o pánico. El miedo es natural, el pánico es una situación artificial, basada en hacer lo contario a lo que dice la frase de Mandela. Me gusta mucho citar el que llamo “efecto arena movediza”. Creo que las personas caemos con frecuencia en situaciones así. A qué me refiero? Cuando una persona cae en arena movediza, quienes le van a ayudar a salir le dicen: “no se mueva porque entre más se mueva más se hunde”. Lo paradójico es que la situación genera angustia que hace moverse desesperadamente….

Cierro entonces este ciclo de blogs, enfocado en el análisis del liderazgo de sí mismo como fundamento del liderazgo de otros, en el de la búsqueda de la fuerza interior, y de prototipos de situaciones en que se dispara esta, entre otras la adversidad, pero no siendo la única, destacándose en el sentido menos ‘doloroso’, la búsqueda de la excelencia; el análisis del cambio como constante de la vida, pero no como constante de lo que los individuos buscamos; el análisis de las zonas de confort como posición comprensible pero que puede limitar el crecimiento, con el miedo como la variable crítica para determinar que nos tendamos a mantener en las zonas de confort, y finalmente, el análisis de las crisis como las situaciones que nos pone en frente la vida, y que nos sacan bruscamente de las ZC. Todo girando en torno al concepto central del liderazgo de si mismo, y de la variable critica para este: la calidad de la relación de la persona consigo misma. Al final de cuentas, lo único que estará “siempre ahí” en la vida de la persona, es ella misma. Si soy el inquilino de mi mismo, y siempre lo seré, mi mejor opción es desarrollar una buena relación entre el dueño y el inquilino, pues esta relación siempre va a existir, desde el primero hasta el último de los respiros.

Las Crisis (o lo que nos saca de las zonas de confort)

EinsteinCrisis (modelo)

Como comentaba en el blog anterior, las crisis pueden entenderse como la antítesis de las zonas de confort. Analicémoslas un poco, pues como dicen, pueden significar tanto amenaza como oportunidad (entiendo que la escritura en chino, o japonés, no recuerdo, son dos símbolos juntos, uno de los cuales quiere decir oportunidad y el otro amenaza o peligro; muy buena concepción la de estos orientales).

Parto citando textualmente unas frases muy conocidas del personaje de la foto que encabeza este blog, Albert Einstein:

“No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo… La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a si mismo sin quedar “superado”. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El problema de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de  crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.

Casi que quedó todo dicho. Sin embargo, agrego un par de puntos. Ante todo, las crisis son un paradigma de los cambios que se presentan bruscamente. Tengo unas suposiciones básicas sobre estas:

  • Las crisis son inherentes al hecho mismo de estar vivo.
  • Son potencialmente oportunidades de crecimiento.
  • Son también en general las que nos pueden llevar a estadios más avanzados de desarrollo.

Para apoyar la última afirmación, cito la teoría de otro gran psicoanalista, también (entiendo) discípulo de Freud, de visión más culturalista, Erick H. Erickson (Teoría del Desarrollo de la Personalidad o del Desarrollo Psicosocial). Muy en breve, esta teoría describe 8 etapas del ciclo vital, cada una con una crisis fundamental a resolver; estos estadios del desarrollo de la vida a que han de enfrentarse todas las personas, implican enfrentar y resolver una crisis propia de cada etapa, para poder evolucionar a la siguiente, y así hasta llegar a la última de estas,  la adultez, pináculo del ser humano.

Hace muchos años, estando aún en la universidad, vi exponer a un psicólogo gringo un modelo de las crisis, que nunca olvidé por lo simple pero diciente. Es el que acompaña este blog, junto con la foto de AE. Paso a explicarlo:

Una crisis implica traer un nivel de funcionamiento, digamos que estable. E implica que sucede un evento que precipita la crisis, con una consecuente caída en el nivel de funcionamiento. Digamos que se cae hasta tocar fondo (“de ahí nadie pasa”). Digamos también que en el fondo “nadie se queda”. Luego tarde o temprano se inicia una recuperación en el nivel de funcionamiento, que implica tres opciones: estabilizarse de nuevo, pero a un nivel más bajo que el que había antes de la crisis; estabilizarse al mismo nivel previo, o estabilizarse a un nivel superior de funcionamiento. Así, con la primera opción, se pierde con la crisis, en la segunda ni se gana ni se pierde, y en la tercera, se gana. Esto es lo que haría de la crisis una oportunidad.

Aprovecho acá para introducir un concepto muy importante, que trataré más adelante pero que quiero dejar planteado. Lo que me parece que hace que la crisis de la persona la haga crecer, es que como consecuencia de la crisis ocurre la que llamo una REDEFINICIÓN de sí mismo. Esto es fundamental. Pero mejor pongo un ejemplo que utilizo a veces: supongamos el caso de una señora de unos 40 años, casada con un exitoso profesional independiente. Con tres hijos. Supongamos también que el esposo muere repentinamente de un infarto, sin tener seguro de vida ni pensión suficiente. La señora no ha trabajado nunca. Y queda con el reto de sacar adelante a sus hijos. Probablemente la definición inicial de si misma tenga que ver con “no se hacer nada”. Pero como no va a dejar morir a sus hijos de hambre, digamos que se dedica a hacer ponqués. Y que los hace bien. Y que termina teniendo éxito y siendo empresaria (hay casos reales muy parecidos). Acá la redefinición final es “puedo, soy una empresaria exitosa”.

Y finalizo con una especie de parábola que utilizo mucho: supongan que van dos personas en un bote, en un río turbulento; la barca es sólida. Supongan que entre las dos personas hay muchas cosas similares y muchas diferentes, como es lógico, pero supongan que una diferencia es que una sabe nadar y la otra no. Dado que la barca es segura y solida, esta diferencia no va a ser importante, salvo que el que no sabe nadar vaya un poco nervioso mientras el otro no. Ahora supongan que empiezan a ver que se está entrando agua en el bote, lo que significa “emergencia”: el bote se va a hundir. Si bien la emergencia es la misma para ambos, la reacción va a ser diferente. Imaginemos que el que sabe nadar entiende que solo tiene una opción: tirarse al río y nadar como loco hasta alcanzar la orilla. Y la reacción del otro probablemente será de pánico, para terminar ahogándose más por este pánico que por el hecho mismo de no saber nadar. La conclusión: la reacción a la emergencia va a depender de si la persona siente que tiene recursos para hacerle frente. Si así es, “nadará y se salvará”, y si no, “se paniqueará y se ahogará”…..así son las crisis. Nuestra reacción va a depender de si sentimos que tenemos recursos para hacerle frente, lo que equivale al muy importante concepto de empoderamiento de sí mismo, algo que veremos en el próximo blog, al hablar sobre el miedo.

Las Zonas de Confort (o ¿por qué resistimos el cambio?)

rZonas de Confot

Podemos concebir dos extremos en el proceso de crecimiento personal: el mantenernos en el status quo y no cambiar, y el de cambiar y crecer. Para el análisis de estos dos extremos, acudiré al análisis, como siempre, breve, de conceptos ligados a cada uno de ellos. El primero, las zonas de confort (ZC) en que solemos caer y tender a mantenernos; el segundo, las crisis, o situaciones que la vida nos pone en frente y nos sacan de nuestras ZC. En este blog empezaré por las primeras, las tal vez más ‘vilipendiadas’ pero también quizá poco entendidas ZC.

¿Si el cambio es la constante en la vida, y nos puede hacer crecer, por qué nos resistimos tanto a este? ¿Por qué con frecuencia, y a veces con facilidad, nos estancamos? ¿Si tenemos el potencial y lo deseable es desarrollarlo, por qué solo lo hacemos en un grado limitado? ¿Por qué solo a veces y bajo algún tipo de presión?

Este tipo de preguntas nos llevan al concepto de ZC . La suposición básica es que por nuestra misma naturaleza tendemos a situarnos en ZC. Necesitamos sentirnos seguros. Necesitamos sentir que el “piso es firme” (solo que nunca lo es…). Nos gusta el confort (al final, qué tiene de malo?). Las ZC representan lo conocido, lo predecible. Pero así como tienen ‘ventajas’, también tienen costo: nos podemos estancar y anquilosar, podemos desperdiciar potencial, el cual terminaremos por no llegar a dimensionar a plenitud. El problema se da cuando permanecer en ZC prima sobre la opción de crecer.

Pero hay que tener en cuenta también que en sí mismas las ZC no son negativas. Uno podría situarse en ZC productivas. Lo malo es cuando nos situamos en las improductivas, o las de alto costo. Para ejemplificar, citare textualmente la Parábola de la Rana Hervida, que cita Peter Senge (La Quinta Disciplina, excelente libro):

“Si ponemos una rana en una olla de agua hirviente, inmediatamente intenta salir. Pero si ponemos la rana en temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila. Cuando la temperatura se eleva de 21 a 26 grados centígrados, la rana no hace nada, e incluso parece pasarla bien. A medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida, y finalmente no está en condiciones de salir de la olla. Aunque nada se lo impide, la rana se queda allí y hierve…. ¿Por qué? Porque su aparato interno para detectar amenazas a la supervivencia está preparado para cambios repentinos en el medio, no para cambios lentos y graduales”.

Las opciones frente a las ZC son básicamente:

  • Ampliarlas, expandirlas (expandirnos): situándonos en el borde y creciendo gradualmente (esto es importante: salir de una ZC no significa “saltar al vacío”).
  • Mantenernos en ellas solo si son productivas, y ojalá no por mucho tiempo.
  • O, por el lado ‘negativo’, situarnos en las improductivas hasta que llegue una crisis y nos saque de ellas.

La gráfica que acompaña este blog, tomada de un libro de Susan Jeffers (Feel the Fear and Do It Anyway, que citaré en otro blog), muestra muy bien el proceso de crecimiento: se trata de tomar riesgos, para ampliar sistemáticamente nuestras ZC. Es el miedo el que no nos deja tomar esos riesgos.

Cito finalmente a John Powell, S.J.(Happiness is an Inside Job): “El abandono deliberado de nuestras zonas de confort es lo que queremos dar a entender cuando decimos ‘expandir’…Obviamente, todo crecimiento implica algún grado de expansión (de sí mismo)”. Este sacerdote recomienda buscar permanentemente áreas de expansión, en las emociones, en las relaciones, en el ‘liberar sueños’ o elevar los estándares de excelencia (“atreverse”), y, en ser “más uno”.

Retomando la idea de que todo en la vida radica en tomar opciones, concluyo diciendo que crecer como personas implica una posición ante las ZC en que nos gusta estar. Vivir permanentemente fuera de ZC haría la vida muy difícil. Pero buscar nuestra “Mejor Versión” parece inevitablemente implicar saber ampliar y expandir aquellas en que caemos. Es como un músculo: si no se ejercita y tonifica, se atrofia. Así es nuestra esencia.

Cambio, adaptabilidad y resiliencia….”Si no podemos controlar las volátiles mareas del cambio, podemos aprender a construir mejores botes” (A. Zolli)

Elizabeth Lesser, en su libro “Broken Open: How Difficult Times Can Help Us Grow”, inicia la introducción con una frase que denota una gran paradoja: “qué extraño que la naturaleza de la vida es el cambio, mientras que la naturaleza de los seres humanos es resistir el cambio”. 

El cambio es la constante de la vida. Cambiamos permanentemente. Hay cambios que escogemos y cambios que nos llegan; mientras los primeros son más racionales y planificados (ejemplo, cambio de trabajo, mudanza de ciudad), los segundos suelen ser más emocionales, producen efectos más profundos y duraderos, y nos pueden ANCLAR o LIBERAR. La adversidad, analizada en blogs previos, puede entenderse como un prototipo de cambios que nos ‘llegan’.

El tema crucial del cambio es que nos ofrece OPCIONES. Podemos resistirlo, o aceptarlo y crecer con este. Analizaré a continuación dos opciones opuestas ante la situación traumática: el Síndrome de Estrés Post Traumático (SEPT), y su antítesis, el Crecimiento Post Traumático (CPT). Ante un evento traumático, aproximadamente 25 % de las personas exhiben SEPT, mientras otro 25% exhiben CPT. El SEPT es cuando el estres derivado del trauma le hace daño a la persona y a quienes lo rodean. Tal vez un buen ejemplo sea el de los soldados que se desbalanceban emocionalmente al volver de la guerra del Vietnam. En casos de SEPT se dan síntomas como ‘flashbacks’ (sentimiento de que el evento traumático está sucediendo de nuevo), dificultad para dormir y pesadillas, sentimientos de soledad, explosiones de ira, y sentimientos de culpa, preocupación o tristeza. 

Por otro lado está el CPT que es cuando el alto estrés de la situación traumática hace crecer a la persona. Ello implica ir más allá del efecto positivo que genera el estrés: implica crecer. Si bien parece que este crecimiento es más subjetivo qué objetivo, es interesante analizar las explicaciones que se dan al por qué se crece: se re definen las relaciones (la adversidad actúa como filtro…por ejemplo, separa los ‘buenos’ de los ‘malos amigos’), LA PERSONA SE DA CUENTA DE QUE TIENE MÁS RECURSOS DE LOS QUE CREÍA TENER (fuerza), y esto le cambia el concepto de sí mismo; y, el trauma cambia las prioridades y la filosofía de vida hacia vivir el presente. 

En este punto surge la pregunta de si se requiere de la adversidad para crecer. La respuesta  parece clara: no. Crecer puede ser también del tipo de cambio que escogemos. 

Cuando se presenta el cambio “que nos llega”, es cuando juega un papel vital la resiliencia, concepto apasionante pues aplica a ecosistemas, sociedades, comunidades, empresas, personas……citó la definición que da A. Zolli (de dónde sale la frase del encabezado), en su libro “Resilience: Why Things Bounce Back”: “Resiliencia es la capacidad de un sistema, empresa o persona de mantener su propósito central e integridad frente a circunstancias dramáticamente cambiantes”. Para la Psicología consiste en la capacidad de un individuo de lidiar con el trauma. Los estudios muestran consistentemente resultados cómo: es mucho más común en las personas de lo que se cree o espera, es enseñable (ojo padres), depende de hábitos mentales que se pueden cultivar y cambiar, y, se asocia a variables como la confianza y el optimismo.

También se habla del concepto relacionado a la resiliencia, el de Robustez, que sería un sistema de creencias y pensamientos caracterizado por tres principios básicos:

  • Creencia de que uno puede encontrar un propósito en la vida
  • Creencia de que uno puede influenciar su entorno y el resultado de los eventos (EMPODERAMIENTO)
  • Creencia de que tanto las experiencias positivas como las negativas llevan al aprendizaje y el crecimiento.

Finalmente, se habla de un precursor de la resiliencia, la adaptabilidad, que implica:

  • Aceptar los cambios y sacarles provecho
  • Fluir en las circunstancias cambiantes
  • Mantener vivo el entusiasmo

La esencia de la adaptabilidad es entender que hay circunstancias que no podemos controlar, pero que lo que sí podemos controlar es la forma como nos relacionamos con estas circunstancias o eventos. Para lo cual debemos ante todo asumir la responsabilidad por nostotros mismos, en vez de ‘echarle la culpa a los demás o al destino’.

La conclusión es entonces simple: las personas tenemos los recursos para ser resilientes. Las actitudes ante el cambio y ante las circunstancias que se nos presenten en la vida, serán determinantes. Para cerrar vuelvo a una frase citada en blog anterior, de Víctor Frankl: “Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una sola cosa: la última de las libertades humanas – la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias – para decidir su propio camino”.

Viviendo (bien) con profundas limitaciones físicas

AR NV SH

El segundo caso que he utilizado para buscar respuestas a la pregunta sobre el despliegue de la fuerza interior, es el de las personas que se sobreponen a grandes limitaciones físicas, bien sea que hayan nacido con ellas (Aydee Ramírez, foto; Nick Vujicic, foto), o que les fueron llegando en el transcurso de la vida (Stephen Hawkings, foto).

Cómo pueden? Cómo SH sigue siendo un sorprendentemente brillante científico, para quien el pronóstico inicial era que muriera muy pronto? Cómo pudo casarse dos veces, según la película reciente sobre su vida? Cómo no se echa a morir cuando se le atraviesa una enfermedad tan limitante, en un momento muy productivo de su vida profesional y personal?

Y cómo es que una persona con tantas limitaciones físicas (nació sin extremidades), como lo es NV, se dedica a elevar el optimismo de quienes “tienen todo a su favor”? O alguien como AR, cómo es que se dedica a ser artista (pinta con la boca)?

Cito unas pocas frases de ellos, para caracterizar su forma de ver la vida:

SH: “Inteligencia es la habilidad de adaptarse a los cambios”…..”He notado que aún la gente que dice que todo está predestinado y que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, mira antes de cruzar la calle”.

AR: “Soy una niña con cuerpo de mujer sensible, demasiado cariñosa, amorosa, alegre y apasionada con lo que hago, pero sobretodo con mi trabajo. Responsable ya que con mi trabajo sostengo mi casa. Me auto exijo bastante y a quienes me rodean…la palabra ‘no se puede’ no existe para mi”

Creo que acá opera de nuevo la adversidad, pero de otro tipo. Lo complejo de este caso es que por más que la persona trate de hacer algo para cambiar su condición (física), no podrá hacer nada al respecto. Salvo, en el plano emocional, conjugar un verbo de  enorme importancia: ACEPTAR. Y con esta base, “tratar de ser ‘feliz’ con lo que es”, y no pretender ser lo que no es.

Infinidad de personas tienen limitaciones físicas, y “se rinden”. Pero también infinidad de personas con limitaciones, las superan o sobrellevan. La pregunta es entonces ¿de dónde sacan fuerza estos últimos? Mi primera aproximación a una respuesta, que en este caso es para mi suficiente, es que con base en la aceptación de su situación, se dedican a LUCHAR. Y aclaro que para mi aceptar la condición implica no permitir que la calidad de la relación consigo mismos quede condicionada a su condición limitante.

Termino con una frase que cuando la leí me confundió un poco. Pensé que el autor había ‘alterado el orden de los factores’. Pero cuando lo pensé mejor, me dí cuenta que estaba en lo correcto (Robin S. Sharma, El Monje que Vendió su Ferrari). La frase es: “La lucha da la fuerza”. Es decir, no es que se luche porque se piensa que se tiene fuerza; es que si lucho se desarrolla la fuerza…

 

El renacer luego de estar al borde de la muerte

History_SobreviviAndes-NandoParrado_02

Como escribí en blog anterior, paso ahora a tratar una experiencia de adversidad que ha sido muy comentada, a pesar de haber ocurrido ya hace más de 40 años. Se trata de una de las epopeyas de supervivencia más comentadas, la de los sobrevivientes de un accidente aéreo en la Cordillera de Los Andes, a inicios de los setentas. Este episodio fue particularmente famoso por el hecho de que los 16 sobrevivientes lo lograron en buen grado por haberse alimentado de la carne extraída de los cadáveres de sus compañeros de viaje fallecidos en el accidente. Como con el caso de Víctor Frankl, no me concentro en los hechos, muy bien reseñados tanto en la película Viven, hecha poco tiempo después de encontrados los supervivientes, como en el libro del mismo nombre (Viven: La Tragedia de los Andes), escrito por el periodista Piers Paul Read, con base en los testimonios de los 16 rescatados, así como en dos libros recientes: La Sociedad de la Nieve, de Paul Vierci (basado en entrevistas y relatos de estos), o el de Nando Parrado, Milagro en los Andes.

Esta epopeya me ha llamado la atención desde hace unos 12 años (2.003), cuando un jueves cualquiera en la mañana asisto a una charla dictada por Nando Parrado, en el Teatro Colón. Un teatro totalmente lleno, a pesar de ser un día laboral normal. Una charla sumamente emotiva (durante esta miraba a mi alrededor, y veía como casi todos, si no todos, dejaban caer lágrimas de sus ojos). A propósito de esta charla recomiendo la lectura, al final del libro de NP, sobre cómo llegó a dictar este tipo de charlas. Impactante. Hay que agregar para quien no sepa, que NP no solo perdió a su madre y su hermana en el accidente, sino que fue quien luego de 10 días de inhóspita travesía por la cordillera, junto a su amigo Roberto Canessa, llegó a los valles chilenos, se encontró con un pastor, dando inicio al rescate de los otros 14 sobrevivientes.

Como en el caso de Víctor Frankl, me concentraré en hacer un breve análisis de la transformación vivida por los personajes.Quiénes eran estos uruguayos? Básicamente se trataba de jóvenes de entre unos 18 y 21 años, miembros de un equipo de rugby, de clase acomodada de Montevideo. Probablemente con un futuro seguro y exitoso. Hasta que se atravesó el destino….

También como en el caso anterior, para analizar la transformación, utilizaré las propias palabras de los protagonistas, en este caso de NP, sea de su charla o de su libro.

Sobre el amor:

  • “Compartí con ellos lo que de repente me di cuenta que era la verdadera enseñanza de la tragedia: lo que nos salvó no fue ni la inteligencia ni el coraje, ni ningún tipo de competitividad o sentido común, sino NADA MAS QUE EL AMOR, el amor que sentíamos el uno por el otro, el amor por nuestras familias, por las vidas que queríamos vivir tan desesperadamente. Nuestro sufrimiento en los Andes se había llevado todo lo que era trivial e insignificante. Todos nos dimos cuenta, con una claridad difícil de describir, de que lo único crucial en esta vida es la oportunidad de amar y ser amado”.
  • «Hago lo que sea por mis hijos»
  • «El 100 % quería volver a ver a su familia»
  • «Lo que hubiera podido decirles antes y no pude…SAY IT LOUD, SAY IT OFTEN»
  • «Lo que quería decir (antes de morir, Arturo Nogueira) era que, incluso cuando nos lo habían arrebatado todo, podíamos seguir pensando en nuestros seres queridos, podíamos seguir aferrándonos a ellos en nuestro corazón y valorarlos como los tesoros de nuestras vidas. Al igual que todos nosotros, había descubierto que eso era lo único que importaba»

Sobre el valor de la vida:

  • «Antes de morir, Arturo Nogueira, uno de los más valientes del grupo, repetía una y otra vez: ‘Incluso en este lugar, incluso aunque suframos, vale la pena vivir la vida’»
  • «Encontrar la razón por la que estamos vivos…no solo estarlo»
  • «Para mí, el auténtico milagro es que, al vivir tanto tiempo bajo la sombra de la muerte, aprendimos de la forma más vívida y transformadora lo que significa exactamente estar vivo»
  • «Por primera vez desde el accidente me entrego, se me afloja todo el cuerpo, me orino encima y me convenzo de que ha llegado el final. Pero cuando comienzo a morirme, me surge una fuerza interior desconocida que me indica que este no es el fin, acompañada de una sucesión de imágenes entrecortadas de mi familia, donde se destaca el rostro sereno de mi madre»

Y otros:

  • «Mi esperanza es que tú que estás leyendo este libro no esperes tanto tiempo para darte cuenta de los tesoros que tienes»
  • Las falsas cimas (nunca es firme el piso, nunca hemos terminado de llegar a la meta…)
  • “El coraje sale del miedo”
  • “Nunca fuimos mejores personas que en la montaña»
  • «Tu vida empieza mañana»
  • “Tenia todo previsto en mi vida, menos el accidente”

Hay un relato muy bonito del libro de Vierci, narrado por uno de ellos. Resulta que según todos el peor momento de toda la experiencia se da en la noche del 10o. día, cuando ya se habían acomodado (!) a sus circunstancias. De repente se viene un alud que cubre todo el fuselaje de nieve. Quien narra cuenta cómo quedó cubierto de nieve, habiendo logrado dejar tres dedos por fuera de esta. Dice que optó por dejarse morir, dadas las espantosas circunstancias que vivían. Al fin de cuentas, a veces es más fácil dejarse morir que seguir vivo. Pero cuenta que el último instante se atravesó la imagen de sus seres queridos, y movió finalmente los dedos. Alguien vio, dijo “acá hay uno vivo”, lo desenterraron de la nieve y sobrevivió. Este relato corresponde al que empieza con las palabras “Por primera vez desde el accidente…”.

Qué podemos extractar de todo esto? Muy similarmente a lo expresado en blog anterior, al analizar la experiencia de Víctor Frankl, encontramos temas idénticos: la apreciación profunda de la vida como milagro en sí mismo, la del valor del amor como elemento fundamental para dotar a la vida de sentido, y un par de elementos ‘nuevos’: el de la relación del coraje y el miedo, y el de las falsas cimas. Los cito porque leyendo la vida de unos de los grandes de la época reciente, Nelson Mandela, me encontré básicamente las mismas afirmaciones. Cito textualmente a Mandela.

  • «Después de escalar una gran colina, uno se encuentra sólo con que hay muchas más colinas que escalar»
  • «Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es quien no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo»

Cierro entonces acá el tema de la adversidad como fuente de la que a veces emana la fuerza interior, para más adelante adentrarme un poco en las otras dos situaciones que cité previamente: las grandes limitaciones físicas, y los muy altos estándares de excelencia.

Para terminar, un detalle: arriba cite textualmente una frase de Nando Parrado….”Say it loud, say it often”. Para quien no se imagine de que se trata, es sobre decirle a los seres queridos cuánto se les quiere. NP no pudo decirlo a tiempo a su madre y su hermana, habiendo fallecido la primera a su lado en el momento del accidente, y la otra un poco después…..no sobra decir que por respeto a Parrado, sus compañeros no consumieron carne de los cadáveres de estas.