Momento de resiliencia

No podemos decir que nos tomó por sorpresa. Desde diciembre se conoció que en China había aparecido un nuevo virus, para el cual no existía ni remedio ni vacuna. Pero era en China, lejos del resto del mundo. Y no imaginamos lo que vendría. Solo gradualmente; cuando paises europeos como Italia y España exhibieron la magnitud de la crisis que se había gestado, nos dimos cuenta de lo que se nos habia venido encima.

Y de repente, todo cambió. Dramáticamente.

Y de repente, todo cambió. Una crisis humanitaria que amenaza al mundo con miles de muertos, con sistemas de salud que probablemente colapsarán. Y la medida que mejor se le da a la humanidad en este momento, el aislamiento social, amenaza con hundir la economía en una profunda crisis, quizá del tipo de la Gran Depresión que vivieron los Estados Unidos en la década de los treintas del siglo pasado, pero esta vez no circunscrita a un pais sino ya global. No queda tan claro si el remedio no puede terminar siendo peor que la enfermedad. Sabremos en el mediano plazo.

Y todo cambió. En muchas partes del mundo debimos aislarnos. Confinarnos en casa, en algo así como un eterno domingo. Y muchos haciendo teletrabajo. Y los estudiantes usando internet para continuar con su trabajo académico. Y las familias haciendo mercado muy racionalmente, en muchos casos a domicilio. Y viendo como surgen como héroes muchos profesionales, como los médicos, enfermeras, el personal de atención de supermercados, y varios otros.

Y los gobernantes con un reto descomunal. Debatiéndose entre tomar decisiones vitales de corto plazo, a sabiendas de un costo gigantesco a mediano plazo, o dilatando medidas clave, en un afán de no colapsar la economía, pero a un costo potencial gigantesco.

Nadie puede predecir lo que vendrá. Después de controlar, tarde o temprano, la pandemia. Se vencerá algún día a un virus que, a nombre de la naturaleza, arrodilla al ser humano y le da una tremenda lección de humildad e impotencia.

Pero ese mismo ser humano, con su resiliencia casi innata, saldrá adelante. La vida seguirá su curso. Es probable que las personas no seamos ya las mismas; y es posible que seamos mejores. Y la humanidad aprenderá.

Qué es posible que aprendamos?

Que nunca tendremos el piso firme. Que aunque seamos la criatura que domina el mundo y busca conquistar el espacio, también somos frágiles.

Que nada está seguro y que el futuro nunca es predecible. Hace tres meses el panorama de la humanidad era otro. Hoy es incierto.

Que tenemos que dar prioridad a la salud pública. Al final de cuentas, es asunto de todos.

Que hay que cuidar la naturaleza. Como escribió recientemente Juan Gossaín, en la Bahía de Cartagena volvieron los delfines. En Venecia, en los otrora canales sucios, hoy se ve el fondo limpio. La naturaleza mostrando como el ser humano puede ser su gran depredador, pero al serlo, dándose un tiro en el pie.

Que debemos ser más frugales en el gasto. No sabemos las vueltas que de un momento a otro da la vida. Y nuestro bienestar económico, y el de las empresas, puede colapsar de un momento a otro, dejando atrás el frenesí por el enriquecimiento rápido y a toda costa.

Que debemos valorar mejor ciertas profesiones, como la de médicos y enfermeras, vapuleados por sistemas de salud que se volvieron máquinas eficientes e inhumanas de hacer dinero. O epicentro del enriquecimiento de los corruptos. Pero a la hora de la verdad, profesionales vitales para la sociedad.

Que un mundo global entraña también grandes riesgos. Porque como dijo el Papa Francisco I: no estamos solos en esta barca. Un mundo tan hiperconectado entraña riesgos como el que estamos padeciendo.

En fin…algún día la tormenta amainará, y volveremos a la normalidad. A una nueva normalidad. Y quizá, quizá, habremos aprendido una gran lección. Y puede ser también, que seamos mejores seres humanos de lo que veníamos siendo hasta antes de que este minúsculo organismo nos doblegara. Tremenda lección la que nos vino a dar.

No le cortes las alas, déjalo volar

Cuando fui al gran médico

me preguntó: “Por qué llevas muletas?”

Y yo le dije: “Por que estoy tullido.

“No es extraño”, me dijo,

“Prueba a caminar. Son esos trastos

los que te impiden andar.

“Durante siete años no pude dar un paso.

¡Anda, atrévete, anda a cuatro patas!”

Riendo como un monstruo,

Me quitó mis hermosas muletas,

las rompió a mis espaldas y, sin dejar de reír,

las arrojó al fuego.

Ahora estoy curado. Ando.

Me curó una carcajada.

Tan solo a veces, cuando veo palos,

camino algo peor por unas horas.

Bertold Brecht (foto), Poemas y canciones.

Hay en Netflix un documental donde una experta en autoayuda inicia con una historia sobre un rey que tenía dos halcones. Uno volaba majestuosamente, el otro no se despegaba de la rama de un árbol. No quería volar. El rey busca por todo el reino quien le cure al halcón temeroso, pero es infructuoso; nadie puede hacerlo volar. hasta que se presenta un campesino; genera burlas y escepticismo, pero el rey le da la oportunidad. Cuando de repente ve los dos halcones volando. Busca al campesino y le pregunta cómo logró lo que nadie había podido. Y este le dice: “solo le corté la rama”.

El poema y la historia tienen un factor común, muy ligado al crucial concepto de empoderamiento.

Si dejamos que el otro (hijo, colaborador….) utilice las “muletas”, se “quede en la rama”, no se verá forzado a caminar, a volar. Se quedará atrapado en una zona de confort segura, pero que lo empobrecerá. No le permitirá encontrar su espíritu de lucha, su resiliencia. No sabrá cuanta fuerza tiene. Estará protegido, pero también preso por el temor.

Líder, mentor, coach, maestro…cualquiera que sea el concepto, el aporte que hacemos a otros va a depender de los paradigmas que tengamos sobre la persona, sus posibilidades, sus limitaciones….

Todo depende de nuestro paradigma. Lo sabía Bertolt Brecht.

Alguien tiene que decirle al Emperador que está desnudo

El cuento de Hans Christian Andersen sobre El Traje Nuevo del Emperador, es una muy buena referencia a la tendencia muy humana de buscar congraciarse con el poder. Un emperador muy vanidoso, y una Corte y unos súbditos muy aduladores, le hacen creer al mandatario que un inexistente traje, fabricado por dos pícaros, era maravilloso. Todo funciona bien para beneplácito de los pícaros, hasta que en un desfile un niño (ajeno a la búsqueda de congraciarse con el poder) grita: “el Emperador está desnudo”.


Greta Thunberg (foto), una joven de 16 años, sueca, activista pro ambiente y quien puede llegar a ser Premio Nóbel de Paz, inicia un proceso de protesta, sola. Frente al Parlamento de su país. Gradualmente las redes sociales van haciendo masivo su mensaje de protesta. Un día se para frente a un micrófono en el Foro de Davos (Suiza), a donde van una vez al año los que “manejan el mundo”. Y llena de coraje, los regaña sin piedad. A mandatarios, CEOS, grandes multimillonarios…..y les reclama por la absurda devastación que con su silencio cómplice está acabando con el planeta.

La prensa ha reseñado recientemente esta historia. Dicen que tiene Síndrome de Asperger. Lo que creo es que tiene Síndrome de Conciencia o Síndrome de Berraquera.

Es increíble lo que nos enseña esta joven sueca, en plena adolescencia. A luchar por una causa, así sea sola. A exigir responsabilidad a los políticos. A tener coraje frente al Poder. A tener convicciones. Y a decir la verdad.

A decirle al poderoso Emperador que está desnudo. Pues aunque nadie quiera verlo, efectivamente está desnudo.

Ante estos seres humanos es ante los que hay que inclinarse y quitarse el sombrero. Y saludarlos con respeto. Porque nos invitan a ser mejores.

Nómadas digitales

Creo que a pesar de lo turbulentos, vivimos tiempos apasionantes. Enormemente retadores, sin duda. Pero también sumamente interesantes.

Convergen muchas tendencias que afectan la realidad en forma en que no hay retorno. Por solo citar algunas:

Organizacionales: Empresas nuevas, con fortalezas digitales, de muy pocos empleados, llegan al mundo empresarial generando disrupciones que acaban con empresas que venían siendo muy sólidas (ejemplo: Uber, Netflix, Airbnb). Las empresas cada vez más tienen límites mas difusos (múltiples formas de contratación que se complementan). Foco en desarrollar competencias propias de las organizaciones ágiles, que son las que se adaptan a entornos tan sumamente cambiantes.

Tecnológicas: Ni que decir de todo aquello que se engloba hoy en día en la llamada Cuarta Revolución Digital (robótica, impresión 3D, inteligencia artificial, etc.), con potencial efecto abrumador sobre miles de empleos actuales.

Demográficas: Increíble aumento de la longevidad, con enorme efecto en la vida de las personas y en el mundo del trabajo. Profundo cambio generacional (milenials, y hoy, centenials), que cambia en alto grado la forma como las organizaciones atraen y retienen talentos, en un entorno en el que este recursos (talento) cada vez es más escaso. Aparición del cohousing como muy buena opción para la tercera edad. Etc.

Y acá paro tan somero recuento. Porque solo pretendo resaltar un fenómeno que me encanta: los nómadas digitales.

Si tomamos las primeras frases con las que Wikipedia reseña este fenómeno, sale lo siguiente:

Un nómada digital es un profesional que usa las nuevas tecnologías para trabajar, y que lleva a cabo un estilo de vida nómada. Por lo general, los nómadas digitales trabajan de forma remota (desde casa, cafeterías o bibliotecas públicas) en lugar de hacerlo en un entorno de trabajo estable.
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El nomadismo digital es a la vez un movimiento y un proceso socioeconómico y laboral del siglo XXI, aun en su fase inicial, que supone una fuerte liberación del profesional respecto a sus barreras geográficas, rutinas y horarios fijos. Suele también contribuir a la ruptura de las jerarquías y estructuras laborales tradicionales.

Acá convergen varios fenómenos. Las posibilidades digitales, la tendencia al coworking y el trabajo a distancia (por ejemplo, home office), la búsqueda de un estilo de vida donde “se trabaja para vivir, y no, se vive para trabajar”, el emprendimiento de los jóvenes (y por qué no, de los mayores), etc.

Digo medio en chiste lo siguiente: un joven nómada digital, de unos 28 años, se va con su novia, otra nómada digital, a conocer el sudeste asiático. Llevan sus portátiles y sus celulares de alta gama. Y en medio de su descanso en las playas de Bora Bora se conectan a internet (eso si es crucial para ellos). Y trabajan en lo suyo. El le ayuda a procesar la Big Data a Amazon Asia. Ella hace algo parecido. Les pagan muy bien….

A los de mi generación nos debe dar envidia. Uno de empleado, así fuera ejecutivo, no sabía como hacer para pedir permiso, o justificar la ausencia en horas laborales, para ir a acompañar a la esposa a la primera ecografía del primer embarazo del potencial primogénito.

Cambian los tiempos…..

La primera y más difícil transición en el liderazgo

Las estadísticas son impresionantes. Aproximadamente la mitad de los ascensos a una primera asignación de liderazgo (el ‘First Time Manager’) terminan mal. El gran problema es que quienes tienen esta asignación – podríamos decir que ‘supervisores’ – tienen efecto en una gran población dentro de la estructura organizacional (cuando esta aún tiene elementos centrales de la vieja pirámide). Ese debe ser un factor que contribuye en buen grado a los bajos niveles de compromiso (engagement) en las organizaciones. Una frase conocida sintetiza este fenómeno: “se pierde un buen vendedor, y se gana un mal supervisor de ventas”.

Este es un tema también muy estudiado. Se ha analizado por qué falla tan frecuentemente esta primera gran transición en la carrera empresarial. Se citan factores como: la persona trata de mantenerse haciendo lo que sabe hacer, cuando ya pasa a ser medido en parte por esto pero en buen grado por liderar un equipo; o, no logra pasar de una concepción de “mi” hacia “yo y otros”. O no logra distanciarse de quienes venían siendo sus colegas y compañeros, quienes ahora pasan a ser sus subalternos (o mejor, sus colaboradores). O, su ego lo traiciona (el poder que ahora tiene, “se le sube a la cabeza”).

Una forma de entender las dificultades de esta transición, es utilizando la tríada: Liderazgo de Sí Mismo, Liderazgo de Otros, Liderazgo de las Organizaciones. En cada uno hay una serie de competencias clave, que hay que consolidar para tener éxito en el siguiente nivel. Claro, uno puede tener algunas buenas competencias del nivel que viene a continuación; pero si uno no consolida las cruciales del nivel anterior, probablemente no lo va a hacer bien en el siguiente. Dicho de otra forma: un buen liderazgo de sí mismo hace muy probable un buen liderazgo de otros, y este, un buen liderazgo de las organizaciones. Todo nace en el individuo.

Me parece que uno de los grandes dramas en las organizaciones es no tener esto en cuenta. Por ejemplo, uno puede tener lo que se llama un buen Contribuidor Individual; podría ser el caso de alguien muy bueno en su área funcional (por ejemplo, mercadeo). Y digamos que con alta inteligencia social, lo que le permite venderse muy bien hacia arriba. Y lo nombran Jefe de Mercadeo. Pero supongamos que es un individuo egoísta, con altas ansias de poder, controlador, pero en el fondo, inseguro. Y llega a una posición donde la organización le da PODER. Y su ego se emborracha. Y empieza a manejar al equipo excediéndose en el control, buscando brillar. Aunque los resultados se den gracias a su equipo o algún miembro de este, reclama para sí los méritos. Pero en caso de errores, arrasa con alguien que sirva de chivo expiatorio……en fin, esta historia es muy conocida y se repite en la mayoría de las organizaciones.

El problema es que esta situación no se da exenta de costo. Por algún lado se refleja el malestar que se crea. Y tarde o temprano, según la estadística, la mitad en esta situación fracasa. O peor, puede que inmediatamente no fracase, y que la persona, gracias a sus fortalezas (inteligencia social para maquillar, buenas competencias funcionales…), ascienda al siguiente nivel. Pero lo que va a ser casi seguro es que de ahí para arriba no suba. Su incompetencia como líder se le volverá un ancla. Y esto es lo que origina un estancamiento en el flujo de talentos hacia la cúspide de la organización. Algo como la grasa taponando las arterias.

Desde un punto de vista, lo que acá sucede puede ser algo como lo siguiente. Todo nace en una definición errónea de la persona sobre sí misma. Un mal diagnóstico de sus fortalezas y vulnerabilidades, una necesidad de controlar el entorno (base del poder) por temor a no poder afianzar la autoridad en sus valores y talentos, un excesivo apetito por el reconocimiento externo (vs interno), etc. Todo se inicia con un deficiente liderazgo de si mismo.

Todo funciona bien mientras el individuo afianza los buenos resultados en sus fortalezas (buenas competencias funcionales, buena inteligencia social, alta necesidad de logro venida de su ambición de trepar en la pirámide, etc.). Pero empieza a colapsar cuando viene una transición, que lo saca de su zona de confort (resultados por mi mismo), y le exige liderar a otros. Liderar, no mandar. Y ahí empezará la espiral descendente. Solo una adecuada redefinición de sí mismo, en la transición, llevará a crecer a la persona, para desarrollar las competencias que su nuevo rol requiere, y consolidar las del nivel previo, que están sin madurar.

El que lo logra, seguirá subiendo (pero siempre manteniéndose creciendo); el que no, se enquistará en la organización, hasta que esta lo expulse.

Moraleja: Mejor el crecimiento de adentro hacia afuera, que de afuera hacia adentro.

Talento….

Tal vez de lo más interesante que tiene el ser humano es la extrema variedad de formas que puede tomar el talento. Si ve uno por ejemplo programas del tipo America’s Got Talent, o videos que circulan a diario en las redes sociales, no deja uno de sorprenderse sobre los altísimos niveles de ejecución que alcanzan algunas personas; no importa en que oficio o actividad.

Una pregunta interesante a hacerse es si el talento es exclusivo de algunos, o si es ‘intrínseco’ a la persona. Creo más en la segunda opción. Creo que todo ser humano (en general) tiene algún talento. A veces oculto, a veces inexplotado. Pero que ‘ahí está, ahí está’.

Mi teoría es que también cada persona tiene algún tipo de inteligencia en la que es fuerte dentro de la variedad de inteligencias que se identifican hoy en día. El funcionamiento cerebral es para cada individuo diferente al de otros. Esto ya está muy estudiado; pero quizá no tan comprendido en muchos planos.

El asunto está en cómo encontrar el talento en sí mismo. O como potenciarlo en uno mismo o en otros. Acá creo que no nos ayuda el paradigma imperante en nuestra sociedad occidental, que tiende a estandarizar al individuo, en vez de basar su desarrollo en afirmar aquello que lo hace único.

Tomemos por ejemplo el caso del ambidiestro. O quizá el del zurdo hará un siglo. La educación lo forzaba a buscar el dominio con la mano derecha, como sucede con el 90% de la población. Y por fuerza lo lograba. Pero la excelencia no se alcanza sino con el ejercicio de las fortalezas, del talento.

La educación occidental tiene aún, a pesar de sus muchas cosas buenas, el gran problema de ser estandarizadora. El gran reto radica en que para el individuo, en el cada vez más retador mundo actual (robótica, inteligencia artificial, etc.), y para las organizaciones, en un mundo en el que la Guerra por el Talento es cada vez más intensa (por ser factor diferenciador clave), solo la apreciación y el aprovechamiento del talento serán los ‘chalecos salvavidas en las tormentosas aguas’ que se avecinan. El individuo, y la organización, necesitan saber identificar y potenciar su talento. De lo contrario, como dicen los jóvenes de hoy, pailas.

Una pregunta que ve uno que le cuesta trabajo contestar a la persona, es cuáles son sus principales talentos. Cuando no son tan evidentes (por ejemplo, un genio musical), no parece que seamos buenos en identificar la que es tal vez la principal variable de nuestro éxito y supervivencia.

Así las cosas, ¿sabe Usted cuáles son sus principales talentos? Si no lo tiene claro, no vea tanto America’s Got Talent. Mejor aprenda a verse bien en el espejo.

¿Crisis de liderazgo? O, no prender fósforos cuando hay escapes de gas…

Caravana MéxicoFoto Paz

Si repasamos muy brevemente el mundo actual, sea a nivel global o local, notaremos como nuevamente la humanidad cae en una profunda crisis de liderazgo. Un breve y rápido resumen:

A nivel global: Los EEUU profundizan su polarización; un líder ególatra y mediocre, semblanza del hombre de los bigotes que metió al mundo en una guerra que dejo 60 millones de muertos, retira al país del Tratado de Paris para controlar el cambio climático y rompe con el acuerdo que Reagan y Gorbachov firmaron para acabar con la carrera armamentista que acabó con la Guerra Fría. A la par, en la frontera con México la marcha de hondureños (foto) que huyen de su país por la pobreza y escasez de oportunidades, llega finalmente a su destino, ante las amenazas del hombre que solo sabe decir “you are fired”. Por su parte, Europa parece como si hubiera retrocedido un siglo. El fascismo resurge; las fronteras se cierran para detener a los inmigrantes africanos, que huyen de la miseria y barbarie en sus países, alimentada en buen grado, ayer y hoy, por los países a los que quieren migrar. Una de las excepciones en liderazgo que vienen existiendo, ve cómo su carrera languidece ante el resurgir de las opciones extremas (Merkel); después de su tiro en el pie (Brexit), Gran Bretaña no sabe cómo salir lo menos mal librado posible del lío que innecesariamente armó David Cameron, y Teresa May tambalea (al salir de la Unión Europea, deben quedar separadas por una frontera las dos Irlandas, lo que amenaza la paz con el IRA). En Arabia Saudita el príncipe heredero manda descuartizar a un periodista opositor. El siniestro Putin ve cómo pescar en río revuelto, lo cual hace muy bien. Y mientras, los chinos, expandiéndose por el mundo; saben que van hacia ser la gran potencia que sustituya a – o al menos comparta el poder con – EEUU como gran potencia, única y hegemónica.

Latinoamérica es un desastre. La izquierda defrauda profundamente a quienes depositaron en ella la esperanza de un mundo mejor. A la vuelta de unos años, Lula, a quien adoraban, acaba en la cárcel por corrupción, y el gigante del continente da un giro a la derecha, con un amenazante hitlercito en el poder (Bolsonaro). Venezuela es caso aparte: un pueblo destrozado, donde millones deben buscar  – como los hondureños – un destino mejor, mientras la cúpula en el poder no deja de enriquecerse y saquear a uno de los países potencialmente más ricos del mundo. Y ni se diga Ortega en Nicaragua. En fin.

A nivel local: En Colombia, un presidente joven que colapsa en las encuestas, gracias a sus ingenuidades y a la exitosa labor de sus enemigos políticos, cuyo único interés es lo que suceda en 2.022. Malo o bueno, da grima que un joven (42 años) que parece bien intencionado, reciba el calificativo de ‘buen tipo’, pero sea, ya, detestado (o sea, eso de ‘buen tipo’, como siempre, “no pega”).  La corrupción, aquella que se creía se iba a acabar, rampante. El Fiscal General de la Nación sumamente cuestionado. Su antiguo patrón, el hombre más rico del país, veladamente acusado de asesinato de un testigo de la corrupción de su filial con Odebrecht en la Ruta del Sol (acusado de asesinar a quien no encuentran rastros de veneno en el cuerpo, y quien llega a un centro de salud donde muere, con dictamen de muerte por infarto, pero en cuya oficina queda una botella de agua saborizada con cianuro, que su hijo por error toma y muere ipso facto). Un país que como EEUU viene de una profunda polarización, que se alegra por una foto histórica donde las partes históricamente en conflicto dialogan civilizadamente en el Congreso (foto), pero que parece claro que no quiere un país unido y con un destino común y grande, sino avasallar a quienes políticamente están en la otra orilla. En fin….

Esencial al liderazgo es la creación de un sueño común, una visión que sirva de brújula y una los esfuerzos de todos para alcanzar dicho sueño.  Suena de maravilla. Pero, ¿dónde están los líderes? Parecen estar muy ocupados, en algunos casos viendo cómo llegan al poder para perpetuarse y privilegiar a los ‘suyos’ y ‘acabar con los enemigos’, y en otros, saqueando las arcas de sus pueblos para enriquecerse y también perpetuarse. Y mientras, el mundo avanza vertiginosamente a un retador futuro (ejemplo, disrupción tecnológica que amenaza con dejar sin empleo a millones; calentamiento global que  hace que llueva en el desierto africano como nunca antes).

Retador futuro….pero como una barca a la que se le abre un hueco en un lado, los que están en el otro lado creen que el tema no es con ellos.

 

 

 

 

 

Aprender a nadar

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Salvese quien pueda

Moisés Naim (foto) es un buen analista a mi juicio; con muy buena perspectiva global. El día de hoy escribe en El Tiempo, en su columna habitual, un artículo sobre la inminencia de grandes cambios en el mundo del trabajo (“Va a perder su trabajo?”). Inicia con un análisis interesante sobre quienes predijeron el sentido de grandes cambios que han afectado a la humanidad, pero que no lograron predecir la velocidad con que ocurrirían (que resultó mucho mayor). Por otro lado, hace un par de semanas también El Tiempo reseñó el libro reciente de Andrés Oppenheimer (foto), que trata del mismo tema.

Que el mundo del trabajo va a cambiar, parece indiscutible. Qué tanto, con qué velocidad y a quiénes afectará, no es tan claro. Pero que viene un tsunami, parece claro. Así que no conviene en este caso comprar propiedades cerca a la playa…..

Probablemente la generación de los milenios, tan documentada, y su sucesora, los post milenios, ya tengan un ‘chip’ más propicio para navegar las turbulentas aguas que vienen. No así las generaciones previas, quienes ya se jubilaron o los que estamos cerca del fin de la carrera.

El tema se hace más complejo cuando vemos que a la par la humanidad cada vez tiene mayor expectativa de vida (se espera que un joven de hoy llegue a los 100 años), que los esquemas pensionales hacen crisis con edades de pensión aún ‘jóvenes’, que las edades de ‘obsolescencia’ cada vez son más tempranas, que las organizaciones se hacen cada vez más difusas en su estructura laboral, etc.

¿Qué hacer? ¿Quién sobrevivirá con éxito?

Acá traigo a colación una analogía. Supongamos que el empleado es como un turista viajando en un lujoso crucero en un transatlántico. Va feliz, tranquilo, en un gran viaje de relax. Pero que de repente se hunde el barco. De hecho, pasa…(recuerden el caso patético del Concordia). Y supongamos que queda en la mitad del océano, pero con la gran suerte de que milagrosamente logra aferrarse a un fuerte madero que fue parte del barco. Y que se agarra con toda su fuerza al madero. Pero que no es tan fácil pues el oleaje le hace difícil no soltar el madero salvavidas.

La analogía es vergonzosamente simple. Pero sirve. Lo que daría sensación de control al náufrago sería el saberse buen nadador, no el tener el madero. Mientras este esté, qué mejor. Pero si se le va de las manos, solo le queda nadar. Como un ‘salvaje’, hasta llegar a la orilla. Si deja de nadar, se ahoga. Así de simple.

¿Cuál es el equivalente al madero, y cuál a nadar? Creo que el equivalente a madero es un empleo; y a nadar, el saberse capaz de solucionar problemas y satisfacer necesidades de otros. Creo así que el individuo tiene que redefinirse, y entenderse como alguien facultado con unas habilidades y competencias, que le permitan agregar valor a otros.

Otra analogía simple que uso es la de una señora joven, que se hizo profesional pero no ejerció. Su esposo muy buen profesional, independiente y exitoso, proveía lo que el hogar necesitaba. Y ella se dedicó por algunos años a criar sus hijos. El esquema funcionaba perfectamente, hasta que un día ocurre una tragedia. El esposo muere en un accidente; aunque deja un seguro de vida que sin ser malo, tampoco es suficiente para la satisfacción de las necesidades económicas de la familia. Y hay que pagar colegios, la hipoteca, etc., etc.

La reacción inicial de ella es de pánico. “No se hacer nada….nunca ejercí mi profesión”. Pero no puede dejar morir de hambre a sus hijos, o privarlos de educación. Así que algo tiene que hacer. Y recuerda que de joven vendía brownies en el colegio. Así que se dedica a hacer ponqués, que vende al principio a sus amigas, a sus vecinos, puerta a puerta en el barrio. Pero resulta que le va bien. Y logra poner un local. Y luego otro. Y empieza a crecer. En últimas, ¿qué sucedió? Se redefinió, por fuerza de la necesidad….de ‘ama de casa, inútil laboralmente’, a ‘exitosa empresaria’.

Creo que algo así le tocará ir haciendo a muchos, para prepararse (proactivamente) y enfrentar (reactivamente) el tsunami que parece venir más adelante. Pero ojo, no es momento de ‘comprar propiedades cerca a la playa’.

La transformación de Jean Valjean

Victor Hugo

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En su obra cumbre de la literatura universal, Los Miserables, Víctor Hugo (foto) inicia la narración describiendo al obispo Myriel, un sencillo personaje quien si bien era de alcurnia, era muy sencillo y desprovisto de apetitos mundanos. La narración continúa con el episodio en que el ex presidiario Jean Valjean (JVJ) golpea una noche en su casa, y…

“…El forzado Jean Valjean, tras cumplir la pena y salir del presidio llega a un pueblo en donde tiene que mostrar su pasaporte amarillo característico de los ex-presidiarios en la comisaría. A consecuencia de ello todos los habitantes del pueblo lo desprecian, excepto el humilde obispo Myriel que le da cobijo, le ofrece comida y cama para dormir. En mitad de la noche se levanta y le roba unos cubiertos de plata, el único tesoro que poseía el obispo, puesto que todo lo que recibía lo destinaba para ayudar a los pobres. Al huir del pueblo lo detiene la policía con los cubiertos y lo llevan ante el obispo, quien, en un acto de bondad, lo salva, diciendo que él le había regalado aquellos objetos para que empezara una nueva vida, además le dice que se había olvidado llevarse los candelabros (también de plata) que igualmente le había regalado.

Sigue su camino y, sin querer, roba una moneda a Petit-Gervais, un chico que se ganaba la vida como deshollinador por los caminos. Este hecho posteriormente lo martiriza psicológicamente, debido a que se da cuenta que el ejemplo que recibió de parte del obispo estaba comenzando a operar un cambio en él.

Este episodio y la humildad y humanidad del obispo opera en Jean Valjean como un bálsamo que cura sus heridas y lo convierte en un hombre bueno y piadoso, cuyo objetivo es hacer el bien a los necesitados….” (Wikipedia)

Se inicia así la transformación de este hombre; el resto del libro, extenso, gira en torno a la nueva vida de JVJ. Todo un clásico de la literatura.

¿Qué puede uno analizar en este episodio?

El obispo ve en JVJ un hombre bueno, donde otros ven un hombre malo. El mismo JVJ ve ese hombre malo; y se comporta de acuerdo con este paradigma. Y lo perpetúa. Se necesitaba que alguien viera en él bondad, para que él viera bondad en sí mismo. JVJ queda sorprendido del gesto del obispo, pero solo capta el efecto transformador más adelante.

Cambio un poco el tema. Alguna vez leí un libro que me cambió profundamente la forma de entender las relaciones interpersonales. Complejo, difícil de leer. La Teoría de la Comunicación Humana. Paul Watzlawick (foto), junto con Don Jackson y Gregory Bateson, del Mental Research Institute de Palo Alto, buscaban entender la comunicación humana, en especial la patológica, utilizando conceptos de la cibernética. Recuerdo con mucha claridad una frase de este libro: “Nadie se entiende si no tiene a alguien que lo entienda”.

¿A dónde voy con todo esto?

El obispo Myriel lo que hace es ver en JVJ una faceta humana que el mismo ex presidiario no veía en sí mismo. Solo veía la faceta de un hombre malo. Y actuaba acorde. Necesitó que alguien viera en él una faceta mejor, algo como una Mejor Versión de Sí Mismo, para poder él mismo verla. Un poco como si se dijera “no soy tan malo”. Y esta sola visión de otro ser humano inicia la transformación. Se parece mucho al Efecto Pigmalión, en el que la persona que es vista en forma positiva por otro acaba transformándose en alguien más positivo.

Todo esto es práctico en diferentes estancias de la vida. El padre con sus hijos. El jefe con sus colaboradores. Un buen amigo con su amigo….cuando alguien puede ver a otro con un lente positivo, gracias a que su mirada busca encontrar justamente valor en el otro, puede iniciar una transformación, positiva, en ese otro. Cuando alguien cree en el otro, propicia que este crea en sí mismo. Cuando alguien ve valor en el otro, propicia que el otro vea valor en si mismo….qué tan fácil de decir….pero de alcanzar, nada fácil.

La mirada que tenemos de otro refleja el concepto que tenemos de nosotros mismos. Y por ende, de los demás. Por eso es que el liderazgo se inicia en el interior del líder. Nadie puede ser mejor líder que lo que es persona. Si uno no ve valor en sí mismo no va a ver valor en los demás, si no ve sus posibilidades no va a ver en otros potencial, si no ve que puede alcanzar altos estándares de excelencia nunca verá al otro como un alguien que pueda alcanzar la excelencia, si no siente inspiración y confianza en las “mejores promesas de la vida”, no va a poder inspirar a otros…y así, nunca podrá iniciar en el otro una trasformación.

Esta es la esencia del empoderamiento de los demás. Así de sencillo.

¿Cómo le explico a mi hijo?

Migracion Venezuela

Cada vez vemos más frecuentemente imágenes del muy doloroso problema humanitario que padece América del Sur, en particular Colombia, Ecuador, Perú y Chile. La migración de miles y miles de familias venezolanas. No hay duda de que es difícil acoger tanta gente, que viene con hambre, desposeída, desarraigada; aquellos quienes probablemente debieron dejar todo, sus propiedades, parte de sus mismas familias. Difícil sostener a toda esta gente, darle trabajo, vivienda…. Quizá no todos sean honestos, y/o el desespero lleve a algunos a la delincuencia como forma de vida.

¿Hacia dónde se dirigen? Quizá hacia ningún lado en concreto. Quizá hacia donde puedan sobrevivir, encontrar trabajo (ahí si, para no tener que robar), alimentar sus hijos….¿de qué huyen?

De un régimen extremadamente corrupto, que utiliza el socialismo (conceptualmente muy loable), usándolo en la práctica como forma de adormecer populistamente a un pueblo, para saquearlo. Venezuela colapsó hace muchos años. Chávez vino a ser, desastrosa pero comprensiblemente, el reemplazo de una clase política extremadamente corrupta. Utilizó el socialismo solo para que cambiaran los ‘ladrones’. Alguna vez oí una frase muy buena, de un conocedor de la problemática venezolana; decía que lo único que había cambiado en Venezuela habían sido los dueños de los grandes yates en Maiquetía.

He seguido de cerca esta larga y anunciada hecatombe venezolana. El año anterior, cuando el pueblo salió a la calle varios días, creía que el fin se acercaba. Pero el régimen, haciendo eco de la voz rasputinesca susurrando al oído a Maduro y sus secuaces, en especial el temible Diosdado, logró otra vez amilanarlos. Y volvieron a sus casas, con hambre, con miedo, con rabia. Y ahora emigran masivamente, dejando su terruño y su patria, sin saber cuándo van a volver. Lamentablemente creo que solo podrán volver cuando se cambie el régimen, o por ahondarse el colapso económico, o por desesperación que lleve a que cueste menos dar la sangre que sacrificar la libertad. Como tanto mártir que registra la humanidad.

¿Pero a dónde voy con esto? Dos puntos.

La magnitud del drama humano:

¿Quién le explica a un niño por qué sus padres se separan, y su madre debe irse a otro país, para buscar trabajo y enviar dinero a la familia para que sobreviva? ¿ Por qué tienen que coger unas pocas pertenencias, y salir rápidamente hacia otro país, caminando miles de kilómetros? ¿Por qué su papá no le puede conseguir algo de comer, si siente “un hambre que duele”? ¿Por qué ve llorar a sus padres, tirados en un piso frío en una central de transporte, donde esperan que alguien lleve a sus familias a lugares lejanos? En fin….el niño nunca podrá entender, porque nadie le podrá explicar. Pero las cicatrices si “quedarán en el alma”, para siempre.

El habérsenos olvidado asquearnos:

Tan habitual es todo esto, así como tan habitual se nos volvió en su momento leer todos los días sobre desplazados en Colombia, sobre masacres, secuestros y demás. Nos adaptamos tanto a estas realidades, que dejamos de percibir el gran monto de sufrimiento que se esconde debajo de la superficie.

Todo gira en torno al poder. A la primacía de unos sobre los otros. La historia reciente de América Latina tiene un subproducto muy lamentable. El socialismo, conceptualmente muy bueno, ha traicionado sus ideales, por enquistarse en el poder. Chávez y su siniestra y torpe marioneta y sus rasputines; el muy siniestro Daniel Ortega y su esposa, en Nicaragua; Lula de Silva como director de orquesta en la sombra de una profunda conspiración corrupta alrededor de la poderosa petrolera estatal; los Kirchner, Correa, Evo (quizá mejor que muchos de sus colegas), etc. No es que sean mejores los del otro polo del espectro; todos son iguales. Es el PODER, tan difícil de compartir y tan difícil de soltar cuando ya se tiene. Pero cuando los socialistas traicionan ideales nobles, duele más.

Algún día, quizá más temprano que tarde (por cuenta de la monstruosa hiper inflación), caerá el tirano. Y su régimen titiritero. Y muy despacio renacerá Venezuela, ayudado por las enormes reservas de petróleo. Y ojalá toda esta gente vuelva a su país, a reconstruirlo. Y ojalá quienes sean más adelante sus dirigentes, logren convertir petróleo en una economía basada en el talento, muy competitiva en el muy complejo siglo XXI (sembrar petróleo…). Quizá lo que si nunca pase es que se borren las cicatrices de aquel niño que un día tuvo que ser llevado por sus padres a huir del país.

Admiro a Gandhi. Un gran líder, “en empaque pequeño”. Tiene una frase de lujo: “No me asusta la maldad de los malos, me aterroriza la indiferencia de los buenos”.

Tenemos que recuperar la capacidad de asquearnos. Ante estos fenómenos, y ante la monumental corrupción que nos asedia. O si no, terminaremos envenenados por el CO2 que cada vez abunda más en el aire que respiramos. Y terminará en nuestros pulmones.