Sobre la resiliencia

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En el muy interesante libro de la foto, el autor define la resiliencia, poderoso concepto, así: “La capacidad de un sistema, empresa o una persona, de conservar su propósito central e integridad cuando se ve enfrentado a circunstancias dramáticamente cambiantes”.

Este concepto viene de la ingeniería de materiales, si no estoy mal. Lo interesante es que aplica a ecosistemas, comunidades, organizaciones, y entre otros, a las personas. Se afirma con el apoyo de investigaciones, que un 80% de los seres humanos son resilientes. Estoy convencido de que así es. He analizado mucho este tema, y otros relacionados (fuerza interior, crisis & oportunidades, zonas de confort vs crecimiento, etc.). Cuando recién inicié este blog, traté básicamente estos temas.

Creo que el ser humano viene diseñado para luchar. Es un sobreviviente, por naturaleza. Y a veces, lo que un autor ya citado llama, un superviviente. Es el concepto de los “twice born”, los que ante dramáticas circunstancias se redefinen a sí mismos (a propósito, nunca me convenció el término “reinventarse”; no creo que hubo una primera invención de sí mismo; pero en cambio, si creo que hubo una definición original de sí mismo; a todas estas, demasiado contaminada por lo externo, por el entorno social que rodea al niño).

Pero, ¿a dónde voy con esta breve reflexión? Solo quiero analizar la definición del autor.

La capacidad de … conservar su propósito central e integridad (en el sentido de mantenerse unido internamente, de no desboronarse en pedazos)….cuando se ve enfrentado (no tanto cuando la persona misma genera sus propios cambios)…a circunstancias dramáticamente cambiantes…….

La capacidad: La resiliencia es una facultad que está en el interior del individuo. Pero no siempre la busca. Muchas veces solo se ve obligado a buscarla, con la fortuna de que la encuentra, ante grandes crisis. Una quiebra, un cáncer, la pérdida de un ser querido, etc., etc., etc.

Conservar su propósito central: Para mí, este es el tema crucial. La visión bien definida, el sentido de vida, el proyecto de vida con sentido, etc., son la brújula que ayuda a recuperar el camino cuando todo se ha oscurecido. Esto es muy alineado con las afirmaciones de Víctor Frankl.

Integridad: Este tener claro ‘quién soy’, ‘de dónde vengo’, ‘qué quiero’, ‘para dónde voy’, son el combustible que mantiene el espíritu de lucha, el deseo de seguir, cuando se “atraviesa el desierto”, cuando “se sobrevive al naufragio y se navega a la deriva en una balsa, al rayo del sol y a merced de la sed”. A esto lo llamo “la alineación consigo mismo, con el núcleo, con la esencia”. De ahí emana la fuerza.

Circunstancias dramáticamente cambiantes: Al fin de cuentas, ¿qué es la vida sino una cadena de circunstancias dramáticamente cambiantes? Desde el momento en que el bebé sale al mundo, dejando el cómodo y seguro útero, la vida le hace saber que el tema ya dejó de ser fácil y cómodo, para siempre. Solo cuando la persona se acerca a su último suspiro puede dejar de luchar….ya no lo necesita.

Si analizamos la vida de las personas, probablemente nos demos cuenta de dos cosas: la primera, que nadie pasa por la vida sin atravesar momentos de quiebre, en cualquier sentido; y la segunda: probablemente esos momentos son los que más nos hacen crecer.

Termino con unas frases, relacionadas:

“Cría a tus hijos con un poquito de hambre y un poquito de frío” (Confucio)

(Para que desarrollen fuerza y espíritu de lucha)

“Lo que no me mata me hace más fuerte” (Nietzche)

“Si no podemos evitar las tormentas, si podemos construir mejores barcos” (Andrew Zolli, autor del libro citado)

Y la mía:

“La vida a veces nos aboca a momentos de quiebre, donde solo hay dos opciones: o luchar o sucumbir. Si se opta por luchar, paradójicamente, aparece una fuerza insospechada; la que viene en el ADN del ser humano”.

PS: Reflexionar es un excelente ejercicio…este es el sentido de escribir este blog: dejar una pequeña reflexión sobre temas interesantes en la vida de las personas.

¿El poder, para qué?

Echandia

Darío Echandía (foto) político tolimense que en varias ocasiones fue Presidente de la República (transitoriamente), conocido como la “conciencia jurídica de la nación”, se hizo famoso por frases como “este es un países de cafres”. Pero quizá su mejor frase es la que lleva el título de este blog: “¿ y el poder, para qué?”. ¿Una pregunta ingenua? ¿O profundamente filosófica?

El poder es en mi concepto el elemento crítico de la vida en sociedad, sea a nivel micro (relaciones uno a uno) o a nivel macro. Quizá exagero, pero en algún grado u otro todo gira en torno al poder, a controlar a otros.

Como motivación humana opera a la inversa de otras motivaciones, por ejemplo, como la sed y el hambre. En estas se genera un estado de deprivacion, que ‘dispara’ la necesidad de saciarlos. Una vez se sacia, por un periodo, la motivación se mantiene ‘tranquila’. El poder en cambio es insaciable; se parece a tener sed siendo un náufrago, sin nada para beber; toca beber agua salada, que por instantes sacia la sed, para poco después crear una sed mayor.

El político con vocación mesiánica, el político sin vocación mesiánica, aquel Cardenal De la Iglesia que aprovecha su posición para abusar impunemente durante años de niños vulnerables, o aquel otro que aprovecha su dignidad para controlar las finanzas del Banco Vaticano. O aquel productor de cine que abusa de jóvenes que quieren rápidamente llegar a la fama, sin importar los obstáculos. O aquel jefe mediocre que neutraliza la competencia retadora para el, de aquel joven talentoso que le reporta. En fin, miles de ejemplos. Todos abusadores del poder.

En la política, estanque de tiburones donde se juega uno de los más sucios juegos que se da en sociedad, el sistema se basa en alcanzar, y casi que indefectiblemente, conservar a toda costa el poder. Un candidato honesto que logra llegar al poder, tarde o temprano, en general, sucumbe a la presión del sistema; quizá llega limpio, pero el sistema, y su propio engolosinamiento con el poder, tarde o temprano lo transforma en uno más del sistema que quizá algún día quiso cambiar.

¿Entonces, fue ingenua la pregunta del Maestro Echandia?

Acá me ayuda el artista marcial consumado, que entiende que la fuente del poder está en su interior, en el sano control de si mismo. Mientras no logra ese control de si mismo, está a merced de otros, que lo controlarán. Intentar controlar el entorno (control externo) es un espejismo, mientras no haya control interno. Y a veces, ni aunque lo hubiera; la capacidad de controlar el entorno y los sucesos de la vida es muy limitada para el ser humano, por “poderoso” que sea. Acudiré a ejemplos extremos: Steve Jobs controlaba la industria tecnológica en buen grado, y era muy rico, pero no controlo el cancer de páncreas. Julio Mario Santodomingo P. era multimillonario pero no logro hacer nada contra el cancer de su hijo mayor. Carlos Ardila Lula con todo su dinero no logro evitar quedar reducido a una silla de ruedas tras un resbalón en la piscina de su mansión.

Una concepción muy válida para mí del liderazgo es que empieza por liderarse a si mismo, para poder liderar bien a otros, para así poder liderar bien las organizaciones. Liderarse a si mismo tiene que ver con encontrar el poder dentro de si mismo, para aprovecharlo para llevar a otros a un mejor vivir. Quizá así le hubiera contestado al Maestro su pregunta. El poder no está afuera, está adentro; y sirve para ayudar a si mismo y a otros a vivir mejor. A ser seres humanos que “vuelen a las alturas a que vuelan las águilas, y no a las alturas a que vuelan las aves rastreras.”

El amor, en su mejor concepción, es el antídoto. El poder mal concebido (para beneficio propio) es la antítesis del amor bien concebido.

“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles.”

mandela

Vi en estos días la película sobre la vida de uno de los personajes que admiro en la historia reciente, Nelson Mandela, de quien ya he escrito algunas cosas. Me concentraré un poco en él, y luego buscaré hacer una generalización. El tema de fondo es el liderazgo, más concreto, como unos seres humanos, por definición imperfectos, alcanzan niveles superiores de “humanidad”. Y muy “gracias a, y a pesar de….”.

Mandela fue un hombre combativo, diríamos que guerrillero. Lideró el Consejo Nacional Africano, en una Suráfrica convulsionada, marcada por enormes odios raciales y desigualdades sociales. Una raza blanca soberbia que despreciaba la raza negra, y que se apodero durante muchos años de las riquezas de este país austral del sufrido continente africano (Apartheid). Partidario de la confrontación para liberar un pueblo oprimido. Conoce luego de un primer matrimonio a quien seria su compañera de lucha, y esposa, por largos años, Winnie Mandela.

En un momento crítico lo apresan, y lo confinan, con sus compañeros de lucha, en la Isla Robben, donde pasa largos años. Varios años más adelante lo cambian de cárcel. La presión internacional, cada vez más fuerte, incluidos los interesados mercados financieros, se vuelve tan intensa, que el entonces Presidente de Suráfrica, Frederik Le Klerk, inicia un proceso de negociaciones que termina en la liberación de Mandela y la convocatoria a elecciones, que como es sabido, gana Mandela. El profundo temor de los blancos era que Mandela canalizara el odio que sembrado durante tantos años, había convertido a Suráfrica en un polvorín y amenazaba con la aniquilación de los blancos. El odio estaba desbordado.

Efectivamente ganó Mandela. Después de estar en prisión durante 27 años, y tal como lo esperaba su esposa Winnie y el Consejo Nacional Africano, lo predecible era que saliera a arrasar con los blancos y afirmar la primacía de los “reales dueños del país”. Pero ya Mandela no era el mismo. Había entendido que el odio no era el camino. Que segregar no era la opción. Que Suráfrica era un país en el que podían convivir todos, dejando atrás los odios. Tomó un camino que lo alejó de Winnie, pero que evitó que el país se lanzara a una guerra fratricida. La película de Clint Eastwood, con ese gran actor que es Morgan Freeman, acompañado de Matt Demon, Invictus, muestra como utiliza el deporte tradicional de los blancos, ligado al Reino Unido, el rugby, para fabricar un sueño común que le generara orgullo a un país maltrecho luego de tantos años de odios.

La frase con la que termina la película El Largo Camino Hacia la Libertad, es de maravilla:

” Yo se que mi país no fue hecho para ser una tierra de odio. Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel. La gente aprende a odiar. Se le puede enseñar a amar. Porque el amor es mas natural para el corazón humano”.

El 5 de diciembre de 2013, bordeando los cien años, muere Nelson Mandela en Johannesburgo. Ese día Suráfrica derrama lágrimas por uno de sus hijos que como dice la hermosa frase del poema de Bertold Brecht, pertenece a aquella exclusiva categoría de los imprescindibles.

Ahora, la reflexión.

De los grandes personajes del siglo XX, admiro en particular a cuatro: Mandela, Gandhi, Churchill, y, la Madre Teresa de Calcuta. Todos ellos unos gigantes, para mi, que merecen con creces estar en la categoría máxima que define Bertold Brecht.

Gandhi, de quien en sus CDs sobre la Historia de las Civilizaciones la amena historiadora Diana Uribe dice que “salvó al Siglo XX de la vergüenza” , tiene mucho de similar con Mandela. Son los principios (la ‘no violencia’; no es por el camino del odio…) los que los llevan a entender que la paz y la convivencia se construyen “a pesar de ….”. Que por la vía del “ojo por ojo, y todos nos quedaremos ciegos”, se entra en una espiral descendente y auto destructiva. Quizá estas reflexiones y el ejemplo de quien inició su carrera de abogado en Suráfrica, llevaron a Mandela a entender que el camino de congregar es muy difícil pero que construye convivencias más sólidas. Gandhi es de maravilla….

Churchill es el otro polo, pero juega un papel crucial en la Segunda Guerra. Y con su “solo les puedo prometer sangre, sudor y lágrimas”, hace que el decadente Imperio Británico levante la cabeza y la mantenga erguida, luchando para no caer en las hambrientas fauces del Führer.

Entre Gandhi y aquella casi diminuta monja católica que se dedica a recoger y cuidar leprosos en la muy pobre Calcuta, hay una extraordinaria semejanza, que me llevó a algún día decir la siguiente frase: “seres humanos gigantes, encerrados en cuerpos pequeños”.

La reflexión de fondo es esta, después de tantas vueltas: ¿Mandela, Churchill, Gandhi, la Madre Teresa, son seres superiores? ¿O son seres humanos como Usted y yo, pero que se logran elevar a las alturas en las que vuelan las águilas, evitando volar a las alturas en las que vuelan las aves rastreras?

Y finalmente: ¿cuanto necesita en este momento el país de un Mandela? De alguien que nos lleve a volar a las alturas en las que vuelan las águilas, y que nos haga trascender odios e intereses individuales, para soñar con un país mejor, en el que logremos caber todos.

La excelencia, un yugo ?

Whisplash

Veía estos días en Netflix la película de la foto, de un joven baterista. Me activó muchas reflexiones en torno a un tema que me encanta analizar: la búsqueda de la excelencia. Y confieso que me confundió. Buscaré explicar por qué.

Se trata de un joven baterista, que ingresa a una escuela de alto nivel en música. Su único sueño de vida es ser un gran baterista de jazz; pasar a la historia. Y tiene la madera para ello. Recién empieza la película lo oye tocar un maestro que es una celebridad, pero de un altísimo, casi “inhumano”, nivel de exigencia. No voy a reseñar la película, pero si a citar un comentario que le hace el maestro al joven, explicando el porqué de tan alto nivel de exigencia; dice algo así como: “si no es así no volveremos a tener gente como Duke Ellington. El jazz va a terminar muriendo”. No sobra decir que el nivel de exigencia casi destruye al joven, tanto que termina denunciando en secreto al maestro, lo cual determina la expulsión de este último de la escuela de música.

Recordé a Steve Jobs, ese brillante transformador del sector tecnologico. Un tirano; obsesivo con la perfección de los productos. Y su mayor legado, Apple, sigue siendo gran icono de las grandes compañías multinacionales. Le dejó impregnado su ADN.

¿Por qué me confundí? Me parece en parte válido el argumento de que si no hay un altísimo nivel de exigencia, no hay una gran estrella. La excelencia no es fácil de alcanzar; cuesta. Exige muchísima disciplina, constancia, sacrificio. La excelencia es el final de un camino arduo.

El problema está en el costo, y en la justificación de este. ¿Excelentísimo baterista, con una vida personal vacía? ¿Atentando incluso contra la salud? Como sucede en la película.

Acá es cuando vuelvo a tener claridad. El asunto de buscar la excelencia es para mi quizá la mejor opción del ser humano. Sin duda. El tema álgido no es el qué, sino el para qué. Creo que la excelencia más que un yugo (si y solo si…), es una brújula. Le sirve a la persona para orientarse hacia buscar dar lo mejor de sí, esforzarse por alcanzar la mejor versión de sí mismo, rendir tributo a los dones con que llegó al mundo, etc.. Pero cuando es un yugo, cuando la búsqueda de esta es una obsesión casi salvaje, como en la película de marras, creo que independientemente de que se alcance un excelente resultado, va a haber una desbalance; va a estar basada esta búsqueda en “huir de la mediocridad” (de ahí el componente obsesivo). Y ese no es un motivo saludable para buscar la excelencia.

Concibo la búsqueda sana de la excelencia como un fluir constante, donde no hay producto terminado, pero igual donde lo ya alcanzado es suficiente, aunque se busque más. “Como estoy, estoy muy satisfecho; pero creo que puedo dar más. No para buscar ser perfecto, sino para hacer de mi un ejemplo de la grandeza que puede alcanzar un ser humano”.

Para finalizar, cito de nuevo una frase de un personaje señalada por un gran experto en liderazgo, Noel Tichy (The Leadership Engine), el Padre Cunningham (reseñé en otro blog la historia), que es – la frase- quizá la mejor definición de liderazgo que he visto: “Liderazgo es llevar a las personas a sitios que nunca hubieran soñado alcanzar”. No hay liderazgo si no hay en el líder una concepción de la excelencia, y una convicción de que las personas pueden alcanzarla. Y para ello, les debe elevar permanentemente la barra; pero no como una esclavitud.

La gran tarea de cada uno es lograr la máxima expresion de si mismo. No es con cuanto naci, sino que hice con aquello con que naci: mis dones, fortalezas y talentos.

Dos analogías

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De mi infancia recuerdo que le tenía temor a los ríos. Los veía como algo peligroso, donde la gente se ahogaba. Ya en la fase idealista de la juventud, empecé a tenerles más admiración. Recuerdo así que comparaba los ríos con las personas: los ruidosos se me asemejaban a “poco profundos”, y los mansos y quietos, a “profundos”; había entendido que el río que suena quizá es más pandito y eventualmente menos peligroso, por ello mismo; y que el río ‘manso’ podía tener corrientes subterráneas fuertes. En cualquiera de los dos casos, como me recuerda un buen amigo cuyo hobbie es pescar: el río inspira respeto.

Hoy en día uso con frecuencia los ríos para hacer analogías. Sirva esta oportunidad para utilizar dos analogías, de las que ya he escrito.

La primera, relacionada con el manejo de las crisis una vez estas se presentan.

Supóngase que van dos personas en un río turbulento, en una barca sólida. Que ambos tienen muchas cosas en común, y que como es obvio, muchas cosas que los diferencian; pero supóngase que una diferencia es que uno no sabe nadar y el otro si. Pensaría uno que dado el caudal del río ambos tengan nervios, un poco el que sabe nadar y mucho más el que no. Pero dado que la barca es sólida, concluiría uno que esta diferencia no sería crucial.

Supóngase ahora que de repente notan que empieza a entrar agua a la barca. Para ambos es claro: quiere decir que la barca se va a hundir. O sea, hay una emergencia. Imagina uno que el que sabe nadar interpreta la situación y sabe que solo tiene una opción: tirarse al rio y a como de lugar nadar buscando llegar a la orilla. Pero imagina uno que el que no sabe nadar sencillamente sentirá pánico, se paralizará por este, y terminará hundiéndose, más producto del pánico que del hecho mismo de no saber nadar.

Acá la moraleja es sencilla: la reacción a la crisis, a la emergencia, va a depender de si la persona siente que tiene recursos para hacerle frente. Si es así, desplegará estos recursos y probablemente saldrá airoso. Para mi esta es la esencia del empoderamiento. He estudiado mucho el efecto de la adversidad en el ser humano, la resiliencia, y me parece claro que siempre la persona tiene los recursos para luchar; lo que necesita es buscarlos en su interior (la llamada “fuerza interior”).

La segunda analogía tiene que ver con la prevención de las crisis.

Supóngase que va uno en un río, turbulento. Cada vez más turbulento. Y de repente empieza a oír un ruido creciente, que parece indicar que se aproxima una cascada. Pero uno sigue navegando en su barca, confiando en que no es nada. Y sigue avanzando, y el ruido se hace creciente. Hasta que de repente ve uno que a lo lejos se ve una cascada enorme. Intenta buscar la orilla, pero ya es tarde. Por más que reme no lo logra: la cascada ya está cerca y la fuerza del río no lo deja acercarse a la orilla.

El muy buen consultor y autor, Jim Collins, en su libro ‘Why the Mighty Falls, and Why Some Companies Never Give In’ (2009) hace una analogía entre el declive institucional y una enfermedad severa como el cáncer: difícil de detectar en las fases iniciales pero más fácil de curar, y fácil de detectar en fases tardías, pero mucho más difícil de tratar.

Estas analogías me gustan pues se parecen a muchas situaciones que vivimos las personas. Es famosa la frase de George W. Bush (Jr) el día antes de que el Katrina devastara Nueva Orleans: “no va a pasar nada”. En nuestro entorno sería algo como: “los puentes no se caen”. La tendencia, muy humana, a suponer que no va a pasar nada; que las cosas se arreglan por si mismas, que las crisis se arreglan solas, “que el piso es firme”…..pero: el piso nunca es firme; necesitamos aceptar el cambio como constante de la vida y no dejarnos atrapar por las cómodas zonas de confort. Ello nos permitirá una mas temprana y quiza por ello mejor reacción ante la adversidad cuando esta llegue.

Quizá por ser hoy viernes me dio por los ríos, tan cargados de simbolismo. Termino así con el recuerdo del libro de Hermann Hesse, Siddharta, de la tan idealista juventud. Relata la vida de un hindú, que vive con mucha intensidad diferentes facetas de la vida: Siendo hijo de un sacerdote, se concentra en la religión, hasta que un día pasan por su pueblo unos ascetas; se va detrás de ellos, para vivir humildemente en los bosques. Más adelante se dedica a la vida mundana (mujeres, placer, etc.). No recuerdo mucho, pero lo que me llama la atención es que termina sus días feliz bogando en un rio, pasando gente de una orilla a la otra. Hay que decir que HH era muy místico, y dado ello creo que este final de la vida de Siddharta está cargado de simbolismo. Quizá reseñando que la felicidad tiene que ver mucho más con la simpleza en el vivir, que con cualquier otra cosa.

¿Sensible = Débil?

Patch Adamas

Creo que la fortaleza del ser humano está en lo emocional. El hoy tan popular concepto de Inteligencia Emocional, que sacó a flote Daniel Goleman, es crucial, por ejemplo en el liderazgo. Inspirar, competencia clave del líder, es un asunto emocional.

Pero la cultura nos aleja de lo emocional. Más al hombre que a la mujer. Hoy no tanto, quizá. Pero aún se nota. En particular, en el punto que voy a tratar brevemente.

Una de las más erradas concepciones de la cultura (¿occidental?) es la que polariza entre FUERTE y DEBIL. Lo que de paso equipara FUERTE con guardar las emociones, no expresarlas (bueno, ciertas emociones), y DÉBIL con expresarlas. En particular, con el llanto y cualquier expresión de la sensibilidad (por ejemplo, la ternura).

Creo que lo saludable con las emociones es expresarlas. Incluso las ‘negativas’, como la rabia. Las emociones que se quedan adentro, que no se expresan, actúan como la comida dañada: si se quedan adentro intoxican al organismo. La diferencia es que el cuerpo tiene un reflejo que se hace cargo de expulsar el tóxico; en lo social esto suele no suceder.

Cuando se trata de expresar emociones, digamos que las negativas, lo crucial es graduar la forma. Puedo expresar mi molestia, pero si lo hago insultando al otro, invalido con la forma un contenido que puede ser válido. El asunto es que la gente reacciona a la forma, no al fondo, no al contenido de lo expresado.

Cuando la crianza, la socialización (que busca ajustarnos a la cultura del medio al que llegamos), nos enseña a esconder nuestra sensibilidad, quizá nos logramos adaptar a ello. Aprendemos a no dejar ver el que considero de lejos el más importante constituyente del ser humano (“lo que lo hace humano”). Nos adaptamos, logramos que no se burlen de nosotros, que nos admiren por “no derramar una lágrima ni en los momentos más difíciles”. Pero el costo es en últimas enorme. ¿Por qué?

Cuando uno sub desarrolla una faceta de sí mismo (en este caso, la sensibilidad), o súper desarrolla otra (ejemplo, lo racional), limita la quizá más grande opción que tiene como persona: alcanzar la plenitud. Es inconcebible esperar ser pleno, mientras no se tienen todas las facetas constitutivas desarrolladas al mismo tiempo. Se parece esto al concepto de la silla de tres patas: dos patas fuertes no hacen una silla sólida.

Esconder la sensibilidad bajo la máscara de FUERTE, es realmente un sinsentido. Pretender no llorar cuando las circunstancias hacen que lo lógico sea expresar este sentir, es como pretender no reírse cuando todo invita al esparcimiento y al buen humor. Como lo expresa en El Profeta Khalil Gibran, libro de la idealista  juventud que viví:

Algunos de ustedes dicen: “La alegría es mejor que el dolor”, y otros dicen: “No, el dolor es el mejor”. Pero yo os digo que son inseparables. Juntos vienen, y cuando uno se sienta solo contigo en tu mesa, recuerda que el otro está dormido en tu cama.

Tanto la tristeza como la alegría se ‘sienten con el mismo instrumento’, la sensibilidad. Pretender que esta, la sensibilidad, solo funcione para la alegría, es como tener un botón de ON / OFF: menos mal que no existe. De ahí a la psicopatía no hay mucho trecho.

Tanto llorar, expresión de lo triste, como reír, expresión de lo alegre, son enormemente terapéuticos. Una sola lágrima, que en si misma será una gota de agua con algunos componentes químicos, sirve en momentos para descomprimir al organismo de una fuerte tensión. Opera como la válvula de la “olla exprés” que se levanta para sacar vapor, evitando que la olla estalle al acumular mucha presión.

Igual que la risa. Como lo mostró aquella bonita película con Robin Williams, Patch Adams, basada en la vida del irreverente pero genial médico Hunter Doherty (foto), cuyo ejemplo se ha extendido.

¿A dónde voy con todo esto? Como expresa el reconocido Warren Bennis en su clásico ON BECOMING A LEADER, el buen líder lo es por sus fortalezas y a pesar de sus vulnerabilidades. Estas hay que aceptarlas y administrarlas; no esconderlas. Por eso digo que hay una concepción errada de fondo: la sensibilidad es en sí misma una fortaleza, si se administra bien. O mejor, es la fuente de la fortaleza. Eso me dice mi experiencia trabajando por 34 años con personas.

Los paradigmas

Daniel Reid

Daniel Reid, buen conocedor del taosimo, dice en su libro sobre Medicina Tradicional China (foto), algo que se me quedó grabado en la memoria. Cito textual:

“Según un antiguo axioma medico chino, ‘el buen medico enseña a sus pacientes a mantener la salud’. En las familias tradicionales chinas, se contrataba al médico de la familia no solo para tratar a los enfermos, sino también para mantener sanos a todos los que vivían en la casa, incluidos los criados….mientras los habitantes de la casa estaban sanos, el médico recibía una suma todos los meses, pero si alguno enfermaba, dejaban de pagarle hasta que devolviera la salud al paciente, ¡pagando de su propio bolsillo!”

¿A dónde voy con esto? Antes, un comentario sobre el excelente concepto de paradigma, que alguna vez traté ya en algún blog previo. Recuerdo que en alguna materia sobre la ciencia se hablaba de la enorme importancia de los paradigmas. Se citaba cómo la humanidad avanza cuando hay grandes cambios en los paradigmas; algunos ejemplos: Galileo ( a quien se atribuye la famosa frase “y sin embargo se mueve”), rompiendo el profundamente arraigado paradigma de la Iglesia Católica sobre la tierra como centro del universo; Darwin con su teoría de la evolución de las especies rompiendo el paradigma que establecía que el hombre era único en las especies y estaba hecho a imagen y semejanza de Dios. Freud rompiendo el paradigma de la racionalidad del hombre. Quizá Colón llegando a América acabó con el paradigma de que el mundo era plano. Etc.

Lo interesante del concepto de paradigma es que se sostiene ‘prácticamente solo’, incluso a pesar de claras evidencias en contrario. Tiende a perpetuarse, hasta que una ‘revolución’ (de ideas) lo destroza. Pero mientras esto no suceda, el paradigma tiende a perpetuarse.

Ahora si, al punto. Así como la medicina tradicional china se basa(ba) en la prevención de la salud, y no en la corrección de los desvíos (enfermedad) como punto central, en la psicología y en la consultoría de empresas, hay gente que ha cuestionado el paradigma centrado en ‘buscar lo que está mal y arreglarlo’. La escuela de la Psicología Positiva (Martin Seligman), hoy tan ligada a la felicidad, y grandes consultoras como Gallup, abanderan el cambio de paradigma hacia buscar aprovechar lo que está bien, en vez de concentrarse en arreglar lo que está ‘mal’. Gallup ha trabajado mucho el concepto de centrarse en las fortalezas, y no en las vulnerabilidades (para arreglarlas) como secreto en la fórmula de la búsqueda del éxito (ejemplo: Ahora Descubra Sus Fortalezas, M. Buckingham y D. O. Clifton, 2007). Han estudiado unos 2 millones de personas que pueden considerarse exitosas, en diferentes terrenos, y atribuyen con firmeza la causa de su éxito al apalancamiento en sus fortalezas.

Me alineo con ese concepto. Somos lo que somos ‘gracias a’ y ‘a pesar de’. Gracias a nuestras fortalezas, y a pesar de nuestras vulnerabilidades. Quizá la competencia más fundamental del liderazgo, ligada al Liderazgo de Sí Mismo, es el auto conocimiento (self awareness), donde la clave es diagnosticar muy bien tanto las fortalezas (para construir sobre esta base) como las vulnerabilidades (para administrarlas).

Pero debemos cambiar de paradigma. Estamos muy imbuidos en el paradigma de “arreglar lo que está mal”. Como personas, somos mucho más conscientes de nuestros defectos y debilidades, que de nuestras fortalezas y valores. Ni qué decir de las organizaciones. La clásica evaluación del desempeño, que todos ‘odian’ (evaluador y evaluado), padece de este defecto. Y un mejor ejemplo en el mundo de hoy: la cultura de buscar y señalar el error, y por ende, poder asignar la culpa a alguien (distinto de uno mismo, más si es gerente), es un gran obstáculo para construir una cultura favorable a la innovación, capacidad organizacional crítica en el competidísimo mundo actual.

Si logramos bajarnos del paradigma del falso éxito, cuna de la búsqueda de sobrevalorar un éxito mal entendido y de avasallar su opuesto, la vulnerabilidad, el error…(‘no éxito’), quizá nos vaya mucho mejor. Si no, quizá al menos podamos ser un poco más felices.

Pensando en la educación

escultor

Recuerdo mucho la película The Wall, basada en la música de Pink Floyd. Llevada al cine por Alan Parker en 1982, me parece una muy fuerte crítica social. Hay un escena muy significativa, que sucede mientras suena aquella excelente canción (“We don’t need more education….”). En esta hay una banda móvil en la que van pasando niños, que terminan cayendo a algo como una tolva, al final de la cual todos terminan como ladrillos, que pasan a conformar la pared (The Wall). Lo que recuerdo es que esta es una virulenta crítica a la educación estandarizadora. El producto final es estandarizado, aunque la materia prima sea diferente.

Al pensar en esto me puse a volver a ver un video de Michael Moore, gran crítico de la sociedad estadounidense, sobre la educación en Finlandia; buscando la explicación de cómo Finlandia pasó al primer lugar en calidad de la educación, dejando lejos a los EEUU, encuentra uno explicaciones tales como: no hay tareas, la jornada es muy reducida, “el niño aprende jugando e interactuando”, no hay exámenes estandarizados, aprenden lo que los hace felices, la educación no es un negocio……

Entiendo que el mundo actual es extremadamente competitivo; es feroz la competencia. Los grandes talentos ahora están en Oriente (China, India, Corea del Sur). Y hay que preparar a los niños y jóvenes para este mundo. La pregunta es: ¿a qué dar prioridad?

En el video de MM, en un apartado los educadores finlandeses se extrañan de que en EEUU han quitado del currículo el arte, la poesía, la cívica, la historia….claro, que tan poco práctico estudiar humanidades!

Por otro lado, sorprende un fenómeno que se repite con alguna periodicidad en EEUU. Un joven tímido, retraído, de repente llega a la escuela con un rifle automático, y desarrolla una terrible matanza. ¿Falla del sistema educativo? ¿ Un loco? ¿Nadie se dio cuenta antes de que este joven quizá sufría, que no se adaptaba?

¿Y qué decir del bullying, que pulula en nuestros colegios? Un sistema hiper competitivo que convierte a niños y jóvenes que buscan la primacía sobre los demás, en ‘hacedores de daño’, a través del más dañino instrumento de que dispone el ser humano: la burla. O del uso & abuso de la fuerza física.

Creo que algo no está del todo bien en cuanto a nuestra concepción de la educación. ¿Para qué está? ¿Qué debe hacer por las personas?

¿Estandarizarlas, convertirlas en feroces competidores de los demás, en una búsqueda loca por una excelencia definida por estándares sociales implacables?

¿O ayudarlos a ser la mejor persona que puedan llegar a ser? Si por ejemplo el niño tiene una vocación netamente artística, al fin de cuentas para qué enseñarle matemáticas, las que seguro terminará odiando?

Mi concepción de la educación, sin desconocer la alta competitividad del mundo actual, se parece a la imagen de la foto: la de un escultor.

Creo que llegamos con una base genética; si se me permite, somos una especie de plastilina. Esa sería nuestra esencia. Pero es el medio el que va a determinar qué forma toma la plastilina. O volviendo a la escultura: somos la piedra que el escultor toma en bruto, y si lo hace bien, esculpe una obra de arte. El escultor no cambia la esencia de la piedra; solo obtiene de esta la mejor escultura que puede obtener. O la peor; también es posible.

Para mi esto es educar. Ayudar a la persona a SER ELLA, a EXPRESARSE, y así, a alcanzar su MEJOR VERSIÓN. La educación que estandariza quizá sea como el escultor que busca que la piedra se adapte al contexto; podrá lograrlo. Pero quizá nunca hará de su escultura una obra de arte.

¿Cómo es que es esto de la ética empresarial?

Accion Samsung

La foto corresponde a la evolución de la acción de Samsung, gigante de la electrónica. Sumamente exitosa, a pesar del problema el año pasado con los Galaxy 7. El consumidor los quiere; no hay duda; el accionista también. A pesar de asuntos tan complejos como el gran escándalo por corrupción en la cúpula (soborno; VP en la cárcel).

Es decir, ni al consumidor ni al accionista en últimas les importa el tema de la ética empresarial; salvo como herramienta de mercadeo (branding), interno o externo.

Sale hoy, a nivel local, la noticia de que SI existió un Cartel del Cemento. Como el de los pañales (donde grandes multinacionales, algunas líderes indiscutibles en rankings de Buenos Empleadores – Great Place to Work, etc, quedaron involucradas), y el de los cuadernos (mismo comentario).

Se trata ahora de Cementos Argos, una de las insignias del Grupo Empresarial Antioqueño, y con calificación PLATA en los Indices de Sostenibilidad del Dow Jones (en breve, sostenibilidad: ligado a responsabilidad con la comunidad; y esta, con la ética y el consumidor). Además, Cemex (de ingrata recordación en el escándalo de las lozas de Transmilenio), y Holcim (rimbombante multinacional suiza). Pueden tener multas de $ 140.000 millones cada una. (No debe importar, las ganancias del cartel de lejos deben rebasar esta cifra). ¿Cuál es el problema? Se abusa del  consumidor. En este caso se repartieron (según la Superintendencia de Industria y Comercio) las zonas del país y elevaron hasta 30% los precios. En cualquier código de conducta empresarial se destaca el rechazo a la competencia desleal, que es de lo que se trata en este caso.

Hace pocos días, una mujer reconocida como Modelo Empresarial, Luz Mery Guerrero, cofundadora de Servientrega, Presidenta de esta y otras filiales, como Efecty, termina presa e imputada por 7 delitos. En medio de una fuerte disputa con su hermano por el control accionario del Grupo Empresarial. A la par que la Misión de la empresa habla del “alto sentido de compromiso con nuestra familia y nuestro país”, y en su Política Integral habla de la “implementación de controles para blindar la compañía de actividades ilícitas, y….el cumplimiento de la legislación y la normatividad”.

El país “hiede” por la corrupción. Los políticos (Ñoños, Odebrecht), los grandes jueces (El Cartel de la Toga), etc, etc, etc. Y el empresario se queja, disgustado, decepcionado. Pero cuando se trata de él, la lógica es simple: “business are business”.

El gran educador es el ejemplo. Cuando un papá le dice al hijo que debe controlar sus impulsos y no agredir a nadie, pero a la par maltrata a la mamá (del niño), en primera instancia el niño se confunde; pero rápidamente aprende a resolver el dilema que le queda con los ‘comandos’ confusos. Ya entiende: “no atiendas mis palabras, atiende mis actos”.

Y después nos extrañamos de todo lo que pasa. Juan Pueblo solo espera conseguir un puesto en la burocracia estatal, para poder “aprovechar su cuarto de hora”. El camino del trabajo duro, la honestidad, etc, es pedregoso; mejor tomar el “fast track”.

Mujeres al comando

Angela Merkel

La semana anterior sucedió un hecho muy interesante en el convulsionado mundo actual. El partido de Angela Merkel vuelve a ganar las elecciones (en un contexto confuso, en el que aparece de nuevo en el parlamento la ultraderecha, de tan ingrata recordación en Alemania). Inicia su cuarto período de 4 años como Canciller, algo que solo ha sido logrado por su mentor, Helmut Kohl, quien lamentablemente salió del gobierno por un escándalo de donaciones a su partido.

Creo que Alemania es un gran país, se le quiera o no; creo que aún  hoy la sombra de la Segunda Guerra Mundial ensombrece la percepción que tenemos de este pueblo germano, tan culto y disciplinado. En la reciente turbulencia económica disparada por la crisis de la deuda hipotecaria en EEUU (Salomon Brothers, etc), creo que la dinámica de crecimiento de la China salvó al mundo del colapso, y la Locomotora Alemana salvó a Europa de su debacle (cuando España, Grecia, Irlanda, Portugal e Italia, y en general casi todo el continente europeo colapsaba económicamente), sacando adelante la economía. Y en un entorno actual tan ‘complejizado’ por los problemas de inmigración, terrorismo y demás, Angela Merkel sigue al comando, dando ejemplo de liderazgo positivo (como los grandes líderes de la historia), mientras en el resto del mundo los lideres generan vergüenza (Berlusconi, el ‘Sheriff’ Trump, Maduro, David Cameron con sus tiros al pie – Brexit, etc).

Todo ello a propósito del tema de la mujer en posiciones de liderazgo. Con el tema en la cabeza, y a pesar de que aún es muy baja la participación de la mujer en las posiciones de comando de las grandes corporaciones (ya no liderazgo en el gobierno sino en el sector privado), me puse a buscar en Google qué mujeres están al mando en grandes corporaciones. Me quedé sorprendido, gratamente. La lista es comparativamente larga. Solo cito unos pocos ejemplos, que aparecen en Google al clickear “mujeres CEO”:

Indra Nooyi (Pepsico)

Ginni Rometty (IBM)

Meg Whitman (HP)

Mary T. Barra (General Motors)

Extracto de un curso sobre Liderazgo Femenino  en Coursera (Women and Leadership: Inspiring Positive Change; Diana Bilimoria), un dato de un estudio de Businessweek, sobre donde tiene mejores competencias para el liderazgo la mujer que el hombre. En síntesis:

Son mejores que el hombre en cuanto a motivar a otros, manejar la comunicación, producir trabajo de alta calidad, y escuchar a otros.

En otro estudio citado la autora da el dato de una serie de competencias en que la mujer supera al hombre (estudio de assessments 360 de liderazgo, para 7.280 líderes a lo largo del mundo); entre otras:

Iniciativa, auto desarrollo, integridad & honestidad, inspiración a otros, etc

Hasta acá los estudios; ahora mis “teorías” (producto de mi experiencia y observación, obviamente sin validez científica).

Creo que la mujer viene mejor diseñada que el hombre para muchas tareas, entre otras, las administrativas (en amplio sentido), y las ‘pro-sociales’. No en balde es el factor aglutinante de la familia.

Creo que, al menos en el trabajo, lo que la hace “mejor” son sus actitudes: más alto sentido de responsabilidad y de ética. Recuerdo por ejemplo un estudio global de Price Waterhouse sobre corrupción en el entorno empresarial, en el que el dato era que algo así como el 80% de los fraudes internos los cometían los hombres.

Creo que gradualmente le ha tocado ganarse su espacio, en un mundo que venía siendo monopolizado por el hombre; quizá esto la ha hecho esforzarse por demostrar su valor, mientras el hombre siente de entrada que es “bueno” y no tiene que esforzarse por demostrarlo; así, luchar habría obligado a la mujer a dar más de sí misma.

Y para no cansar: creo que lo que le da fuerza a la mujer, es también lo que más se la quita: lo emocional. La mujer por cultura está mucho más cerca de su parte emocional que el hombre (“no llore, no sea nena”; ello en nuestra cultura). Y mi teoría es que la fuente de FUERZA en el ser humano es lo emocional. Pero creo que a la par que es su fuente de fortaleza, la hace muy vulnerable por no saber siempre administrarla bien (quizá por su mayor complejidad hormonal).

Además, quizá por cultura, al menos en las empresas lo que he visto es que la mujer tiene un fuerte problema con “ella misma”, en el sentido de ser mujer: es terriblemente competitiva, envidiosa; como si el hecho de que una mujer tenga “valor” por definición se lo quitara a ella. Digo que el “peor enemigo de la mujer es otra mujer”. Todo ello con mucho respeto, claro está.

Pienso en todo ello cuando veo una mujer como Angela Merkel, y trato de entender qué hace que sobresalga en un entorno donde tanto líder decepciona. Es sencilla, discreta, lenta en su toma de decisiones, pero obviamente acertada; perseverante. No tengo un retrato verbal sobre ella; solo veo los hechos que produce. Una física de profesión sobresaliendo en el mundo del poder (que llamo “estanque de tiburones”). En un mundo que va hacia el odio racial y la fobia anti inmigración, esta mujer desgasta su capital político promulgando lo contrario. Menos mal el mundo tiene hoy y por cuatro años más a esta mujer al comando de Europa. Da cierto “frescor”.

Las mujeres tienen uno, mejor, varios ejemplos a emular. Mis respetos por ellas.

Pero quizá antes SE LA TIENEN QUE CREER MÁS!