Dejar huella

Huellas

Caminante, son tus huellas, el camino y nada más;

Caminante no hay camino, se hace camino al andar.

Al andar se hace camino y al volver la vista atrás

Se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino, sino estelas en el mar.

Este poema de Antonio Machado, que utiliza Serrat en una de sus canciones, me sirve para introducir un bonito concepto, sobre una de las opciones que tenemos en la vida: dejar nuestra huella en otros.

Somos transitorios. Y somos una fracción minúscula de la humanidad. Con la mejor suerte nos recordaran una, máximo dos generaciones después de la nuestra. Si hemos sido próceres o hemos logrado pasar a la historia, la suerte nos permitirá que nos recuerden a través de una estatua en un parque. Y si hemos sido un gran personaje de la historia, pues si, nos recordaran más. Pero esa es suerte de muy pocos.

Por eso creo que quizá nuestra mejor opción es tratar de legar lo mejor de nosotros mismos en quienes nos siguen, y así probablemente logremos “perpetuarnos” a través de otros. Dicho de otra forma, dejar en nuestro legado aquello que a su vez recibimos como legado (valores, raíces, costumbres, etc), y lo que la vida nos ha enseñado que es valioso.

¿Quien ha dejado huella en nosotros? Pudo haber sido por ejemplo un jefe que nos formó y nos ayudó a ser mejores profesionales, un maestro del colegio que nos enseñó a pensar, un abuelo que nos transmitió su sabiduría  con ‘regaños cariñosos’; obviamente, nuestros padres, quienes probablemente nos transmitieron su legado principalmente a través del ejemplo. Un amigo, un suegro, un sacerdote (¿por qué no?). En fin, hay multiplicidad de opciones.

Lo interesante acá es la transmisión de valor, especialmente de valor humano. Cuando transmitimos valor, perpetuamos valor en otros. Les ayudamos a ser mejores personas. A alcanzar la mejor versión de sí mismos.

Y un día finalmente ya no estaremos. Pero de alguna forma u otra habremos contribuido a otros, y de esa forma nos perpetuaremos un poco. Los que vienen detrás harán lo mismo; y así sucesivamente. No necesitaremos perpetuarnos mucho más; nuestro legado ya habría cumplido su misión.

Cuando vamos a visitar la tumba de un ser querido, predecesor nuestro, quizá vamos a agradecerle habernos dejado huella.

Sufrimiento

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Últimamente la naturaleza nos ha mostrado su furia. No más en nuestro continente los huracanes con su fuerza devastadora (Harvey en el Golfo de México, Irma en el Caribe y la Florida – foto, de nuevo José y María en el Caribe), o los terremotos, que parecen haberse enseñado con México, repitiéndose  32 años después en el mismo día, en coincidencia inexplicable, un muy fuerte terremoto, con réplicas posteriores serias.

Así, la furia de la naturaleza deja una estela de sufrimiento en miles de personas. Quienes pierden sus casas, su patrimonio, sus seres queridos, toda noción de seguridad.

Llamo a este sufrimiento “INEVITABLE”. No depende del ser humano que no suceda. Por mucho puede prevenirlo un poco, y quizá amortiguarlo algo cuando ya ha sucedido.

A la par, hay sufrimiento que causa el mismo ser humano. Veámoslo un poco. En su reciente visita a Colombia, en la misa campal en Villavicencio, en honor a las víctimas, me llamó mucho la atención la cara del Papa Francisco al oírlas a estas. Sin importar si los victimarios venían de la izquierda o de la derecha. La cara del Papa, a mi juicio, era de consternación. Como si el rostro no pudiera evitar decir “cómo se llega a poder generar tamaño sufrimiento”.

Veía en Netflix una película desgarradora (Primero Asesinaron a Mi Padre, foto), donde una niña lucha por sobrevivir en medio de la guerra de Camboya. Son terribles las escenas de los niños ahogados en el Mediterráneo huyendo de la salvaje guerra en Siria (foto); en Myanmar, país gobernado por una Nobel de Paz, está sucediendo un genocidio. Y claro esta, estos son unos de los muchísimos ejemplos, pasados o actuales.

A este sufrimiento lo llamo el EVITABLE. El problema de este es que potencialmente genera mas sufrimiento.

Comparo las dos situaciones. El dolor, el sufrimiento, es profundo en ambos. Pero hay uno que es evitable. Pudiendo evitarse, ¿por qué sucede? Pregunta ingenua, por lo muy compleja. Dado ello, me hago una reflexión, como todas las que me hago, simplista pero no por ello descalificable.

¿Por qué hacemos sufrir a otros? ¿Qué nos lleva a ese miserable comportamiento? ¿Querer primar sobre otros, por temas económicos, políticos, religiosos, etc? ¿Suplir nuestras inseguridades hundiendo al otro, como sucede cuando hacemos bullying o cuando somos prejuiciosos racistas? ¿Descargar el dolor, el resentimiento y el odio que otros ejercieron sobre nosotros en la crianza, como en el caso del padre maltratador? ¿Simplemente, nos gusta ver sufrir a otros?

¿Podrá algún día ser diferente? ¿O aquella linda canción de John Lennon, Imagine, nunca pasará de ser un bonito sueño?

Colombia:

El pais ha sufrido mucho durante varios años. Antes de la guerrilla se dio la violencia entre liberales y conservadores, atroz; sucedió básicamente en el campo. Muchos adultos mayores de hoy cargan aún las cicatrices de las profundas heridas que se produjeron entonces. Por odios políticos. Después, durante 50 años, hemos tenido la guerra entre la guerrilla (Farc) y el Estado (aún sigue con el ELN). Y ayer y hoy, las Bacrim, el Clan del Golfo, los narcosparamilitares, las mismas fuerzas del estado (ejemplo, falsos positivos), etc, etc, etc.

Hoy hay un país polarizado, con un acuerdo de paz con la guerrilla en el que no se ponen de acuerdo la mitad del país con la otra mitad. Una elección presidencial crucial, que va a darse en medio de esta polarización y con altos ribetes de guerra sucia. El sufrimiento de otros no importa; importa es acabar con la fracción que representa a los que “hicieron sufrir”. Todos de alguna forma hemos contribuido al sufrimiento ‘colectivo’, en forma activa (que si los paras, que si las Farc, que si el ejército…), o pasiva (como dice la monumental frase de Ghandi: “no me asusta la maldad de los malos, me aterroriza la indiferencia de los buenos”). La ideología de cada uno busca acabar con los “hacedores de sufrimiento” que están en la otra orilla. Sin darse cuenta que como vamos, seguiremos generando sufrimiento.

Por todo eso a veces me pregunto: ¿Si será Sapiens el Homo Sapiens?

Las situaciones tipo “arena movediza” (crisis)

Arena movediza(Un viejo blog que me encontré)

Hay situaciones en que nuestro comportamiento es muy paradójico. Y generamos círculos viciosos en nuestro actuar, que más parecen ‘espirales descendentes’. Llamo a estas situaciones “tipo arena movediza”.

Recuerdo películas en las que se veía que una persona caía en arena movediza. Aparecía alguien que le decía “no se mueva pues entre más se mueve más se hunde”. Sin embargo, el miedo que producía el hecho de haber quedado en esta emergencia sencillamente llevaba a la persona a moverse desesperadamente. Y más se hundía.

Mi experiencia me muestra que con frecuencia caemos en este tipo de situaciones. Lo que aparece acá es el miedo, que se sale de control, produciendo pánico (miedo que genera más miedo). Qué hacer?

El buen piloto imagino que se distingue por mantener la serenidad en la crisis. Si al avión se le apagan 2 de 4 motores, creo que puede seguir funcionando. Pero si se le paniquea el piloto….caos.

Creo que en un momento tan difícil lo crucial es lograr mantener la calma, para evitar que la mente se ‘nuble’ y pueda actuar con su debida inteligencia. No es fácil, pero no hay otra opción. Hay que romper un círculo vicioso potencial; o mejor, una espiral descendente.

Desde el punto de vista psicológico, o mejor, emocional, creo que hay dos opciones clave: Ante todo, aceptar la emergencia. Suena simplista, pero es crucial. Incluso, poder lidiar con el “peor escenario”. Y la otra, buscar recursos dentro de uno para hacerle frente a la situación. Dicho en forma de chiste bobo, buscar el “Mac Giver interno”.

O quizá no sea tan bobo. Al final, la crisis, la adversidad, muestran que en estas situaciones se pude encontrar mucha fuerza interior, siempre que uno no opte por la opción de “sucumbir”, sino por la de “luchar”.

Uso con frecuencia una especie de parábola para ejemplificar esto. Imaginen dos personas en una barca, sólida, en un río turbulento. Imaginen que las dos personas son comunes y corrientes, que tienen mucho en común y mucho diferente, como es de esperar. pero imaginen que hay algo que los diferencia: uno sabe nadar y el otro no. Pero como la barca es sólida esta disimilitud no origina gran diferencia en como se sientan en la travesía, salvo que uno de los dos irá un poco nervioso y el otro no, o menos.

Ahora imaginen que ven de pronto que se entra agua a la barca. Quiere decir “EMERGENCIA”….la barca se va a hundir. Ambos tienen la misma situación de crisis, pero supongamos cómo va a actuar cada uno. El primero sabrá que solo tiene una opción: tirarse al río y nadar con su mayor esfuerzo para alcanzar, a como de lugar, la orilla. Y el que no sabe nadar supongamos que se paniquea, y se termine hundiendo más por efecto del pánico, que por el hecho mismo de no saber nadar.

Qué se puede concluir? Que la reacción a la emergencia va a depender de si sentimos y pensamos que tenemos recursos internos para hacerle frente. Si sentimos que si, lucharemos. Si sentimos que no, sucumbiremos.

O sea que al final todo termina en un hecho básico: lo crucial es el concepto que tengamos de nosotros mismos (“puedo luchar, tengo con que”). Esto es esencial en la vida. Y se ve en su real magnitud en las crisis, en la adversidad, donde las decisiones se simplifican en últimas al aparecer solo dos opciones extremas y opuestas: luchar o sucumbir.

La buena noticia es que el ser humano es resiliente por naturaleza, más de lo que se imagina (lo muestran los estudios). Está diseñado para luchar. Como dice la frase de Nietzche: “lo que no me mata me hace más fuerte”. Pero hay que no dejarse atrapar mucho por las agradables zonas de confort en que nos es facil caer y mantenernos. Acá es muy buena la frase de Confucio: “cría a tus hijos con un poquito de hambre y un poquito de frío”. Esto, para que nunca olviden luchar.

Así que, todo son opciones….

Una reflexión sobre la religión

sinagoga

Francsico 1mezquita

Estos días tenemos en Colombia un hecho de mucho valor: la visita del Papa Francisco. Tremendo personaje, a mi gusto. Pero no voy a escribir sobre él, sino sobre algunas reflexiones en torno a la religión, que se originan en discusiones que he tenido estos días en las redes sociales.

Creo que la espiritualidad, de la cual creería que forma parte la religiosidad, es muy importante para el ser humano. Creer en algo superior sencillamente creo que ayuda a encontrar sentido de vida, como lo dice el excelso psiquiatra Victor Frankl (El Hombre en Busca de Sentido: «Es esta libertad espiritual, que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito»). Creo que dependiendo de en qué contexto sociocultural nace y se cría el individuo, va a optar por si creer en una religión específica y en este caso, cuál (ver fotos: mezquita – musulmán, sinagoga: judío; Francisco – católico; solo una muestra). Dado lo anterior, no puede haber religión mejor que otra. Para cada cual la suya es la que hay que seguir.

Aunque sobre esto hay mucho que se puede decir, me concretaré a un tema. Se basa en una teoría muy primitiva mía, pero que dado su simplismo facilita entender y transmitir mensajes.

Creo que el ser humano está básicamente constituido por dos elementos fundamentales: lo emocional y lo racional. De estos, el emocional representa la parte compleja de la persona; ahí están las pasiones, las emociones, los sentimientos (dolor, ira, alegría, etc). Digamos que es la parte animal, el sustrato que tenemos en común con el resto de las especies. A pesar de su enorme complejidad, soy un profundo admirador de lo emocional. Creo que es la mejor parte del ser humano, pero la más difícil de manejar. Creo que el ser humano sufre por lo emocional, pero también creo que de allí mismo es que deriva su fuerza.

Sobre lo emocional, que daré en llamar la base de la pirámide, se aposenta lo racional. La razón es aquel muy poderoso instrumento que hace del ser humano un prodigio. El cerebro, digamos que la mente humana, es comparable en complejidad, por parte de expertos, con el universo. La relación entre lo emocional y lo racional es muy interesante, pero ya alguna vez la traté aquí. Baste decir que muchas veces los problemas se dan cuando uno de los dos invade el campo propio de la otra.

Si complejizo un poco mi ‘modelo’, agrego dos partes: lo social (la interacción con el medio que rodea al individuo, que le es esencial a este), y finalmente, en la cúspide de la pirámide, colocaría lo espiritual, lo cual  concretaré en la religiosidad de la persona. Tendremos así una base, lo emocional, sobre la que se aposenta lo racional; sobre estos dos, lo social, y sobre todos, lo espiritual.

De qué puede servir este análisis? Mi concepto es que la persona debe evacuar primero lo más primitivo, lo emocional. Si este está bien, lo racional funcionará mejor (la mente brilla cuando lo emocional está bien; esto se parece un poco al concepto de “flujo”, en algún grado ligado a la felicidad).

Si lo emocional y lo racional están bien, sin duda lo social estará bien. Porque lo que va a irradiar la persona es este bienestar, que permeará sus relaciones. En términos simples: buena vibra genera buena vibra.

Y si todo lo anterior está bien, lo espiritual le servirá a la persona para trascender. Para volar, como muy bien dijo Francisco estos días a los jóvenes, no como aves rastreras, sino volar alto. A las alturas a que vuelan las águilas.

El problema se genera, desde mi punto de vista, cuando la persona avanza en su consolidación en desorden. Cuando se sobredesarrolla lo racional sin tener ordenado lo emocional. O cuando se construye lo social sin tener ordenadas las bases descritas. Pero yendo al tema central: cuando se busca lo espiritual, en especial lo religioso, sin tener sólidas las bases constituyentes. Un ejemplo, con todo respeto: cuando un obispo, hombre brillante y selecto miembro de su comunidad, pero con una sexualidad agobiantemente asfixiada (lo sexual está fundamentalmente en lo emocional), sucumbe ante un jovencito vulnerable; he aquí al pederasta. O cuando una señora de alta alcurnia y muy beata trata como esclava a quien le ayuda en el servicio doméstico: muy desarrollado lo social (en el sentido de ‘clase’), muy desarrollado lo espiritual, pero muy subdesarrollado lo otro; la base del prejuicio está en lo emocional, en este caso la seguridad (emocional) se basa en buscar garantizar la superioridad sobre otros, aparentemente más ‘débiles’ o menos valiosos.

No podemos ser buenos, en mi caso, católicos, si socialmente no somos, por ejemplo, buenos ciudadanos. Duele ver por ejemplo en las imágenes de la TV estos días, como aplauden los sermones y discursos de Francisco aquellos que sabemos están profundamente involucrados en la corrupción que asfixia al país.

No podemos ser buenos ciudadanos si no somos buenas personas; no podemos ser buenas personas si no admitimos nuestra esencia (animal). En fin, no podemos estar bien con otros, y menos tener una sólida religiosidad, si no tenemos una buena relación con nosotros mismos. Ahí está la esencia de todo.

 

 

 

 

Como ve la mente de principiante las macro tendencias de hoy

Tengo 58 años. Creo que puedo decir que soy aún acorde a mi época. Nací y he vivido en épocas de cambio constante, acelerado. No como los milenios quizá, pero si mucho más adaptado al cambio que mis antecesores. Mi padre fácilmente nació en un mundo donde aparecía como gran revolución el radio transistor; el avión. El cine sonoro. Un día, la Gran Caja Mágica (TV). El jet, los computadores, internet, los celulares. En fin, en una misma vida, “de la mula a la hiperconectividad”. Antes los de mi generación precedente no colapsaron. Más aún cuando el cambio tecnológico rebasa con creces el cambio cultural. Mientras la tecnología no para en su evolución, la persona tiende a conservadurizarse; incluso esto es muy comprensible.

Y a pesar de estar más adaptado a un mundo de cambio constante, no dejo de parecer como aquel indio que en las costas americanas ve aparecer un barco, con unos personajes que generaban terror: un solo cuerpo donde la mitad inferior es un animal y la superior un hombre. Y además, con unas cosas maravillosas, como aquellas en las que uno podía ver lo que ve en el reflejo de una laguna.

La Mente de Principiante. Me siento así, ante el mundo que veo a mi alrededor. Quizá el haber podido vivir en ese mundo cambiante me lleva a no asustarme, pero si a quedarme perplejo con el mundo que veo a mi alrededor. El cambio no solo es la constante; no solo es acelerado. Es como una montaña rusa hiper moderna en algún gran parque de los EEUU. Da vértigo. Produce adrenalina en grandes cantidades.

Veamos una breve muestra: la Cuarta Revolución Industrial; Uber, Airbnb, el genoma humano, la medicina a distancia, la robótica, la impresión 3D, los carros sin conductor manejados por un software, Waze, etc, etc, etc.

A dónde voy con esto?

Estos días sale en la prensa la noticia de que la muy exitosa compañía, icónica de los tiempos modernos, Amazon, compra Whole Foods, supermercado de comidas sanas en los EEUU. A la par, hace algunos meses Warren Buffet, el llamado Oráculo de Omaha, el gran inversionista que es si no el segundo, si el tercer hombre más rico del mundo, vende sus acciones en Wal Mart, el gigante del retail. Qué ve en el horizonte WB?

Así como compañías como Apple incursionan en el sector automotriz (!), donde aparentemente no tienen nada qué hacer, Amazon incursiona en el mundo de las grandes cadenas. Para qué? Al final no es difícil: hay un consumidor muy ilustrado, multicanal, que maneja prácticamente todo desde su celular. Me imagino que cualquier día de estos este consumidor está en un sillón descansando, cuando su esposa le dice que se acabó el queso y que hay que comprar otro. Este consumidor sencillamente le dirá: “tranquila , ya lo pido a Amazon, que en 10 minutos lo trae un dron”.

Vaya uno a competir contra esto.

Hace millones de años el rey del planeta era un gigante depredador. Los hijos de uno jugaban con muñecos que representaban a ese poderoso personaje. El Tyranosaurio Rex y demás dinosaurios.

Un día parece que cayó un meteorito. Y se extinguieron los dinosaurios. Estaban muy adaptados a un tipo de mundo. Casi que por ende, muy mal adaptados a un mundo cambiante.

Apasionante entorno en que nos movemos.

Crisis de liderazgo

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Leer el periódico el domingo es interesante, dado que hay tiempo y además, que se publican artículos de más fondo que entre semana. Pero: ¿cómo lograr no llenarse de pesimismo? Solo veamos una muestra de lo sucedido en los últimos días, en el país y en el mundo, cuyo recuento hace la prensa hoy.

En el mundo: Barcelona, se repite la historia de Niza el año pasado; qué fácil se muestra hacer terrorismo. Europa reacciona y se aumenta la polarización. Quienes promueven la contención de la inmigración ganan terreno. Venezuela: espantosa pantomima (payasos de circo de mala muerte), con un pueblo que sufre hambre mientras los corruptos perpetúan el saqueo. Estados Unidos: otro ‘payaso’ reacciona torpemente ante los sucesos nefastos de Charlottesville, que evidencian con creces el resurgir del racismo.

En el país: los escándalos de corrupción no cesan. Se estremece el país, muy tardíamente, ante las denuncias de profunda corrupción en las Altas Cortes. La justicia hiper corrupta, en total connivencia con los políticos y el gobierno de turno. Una economía estancada, con el chivo expiatorio de la caída de los precios del petróleo. Un país que avanza hacia unas elecciones cruciales, en medio de una profunda polarización, atizando odios en medio de un proceso de paz. Tamaña paradoja. Un país que hizo la paz con la guerrilla para dedicarse a la guerra entre polos del establecimiento.

Acude así a la mente la pregunta que hizo famosa una caratula de alguna revista gringa: ¿dónde están los líderes?

¿Quién saca un país del atolladero? Creo que es claro: solo un líder. Pero, un lider con estatura, con talla moral. Algo así como un F. D. Roosevelt (sacando a EEUU de la Gran Depresión), un Churchill (invitando a su pueblo a luchar para contener la gran amenaza hitleriana), un Ghandi (invitando a su pueblo a buscar la independencia sin acudir a la violencia, buscando que esta llegue por el desboronamiento “moral” del imperio), un Mandela (invitando a trascender el odio racial producto de un Apartheid de muchos años  y sufrimiento), un Lincoln (aboliendo la esclavitud a pesar de tener que atravesar una guerra fraticida). Alguien que “vuele más alto que el resto, que se eleve hasta donde vuelan las águilas y donde no llegan las aves de corto vuelo”.

Pero mi breve análisis tiene que ver con lo que este líder necesita hacer.

Acá hago una comparación, muy simplista. Con el hombre de la foto. Moisés (bueno, no es foto; es la estatua de Miguel Angel en Roma). Mis lejanos recuerdos de la historia sagrada (si, recibí mucha instrucción en religión, y no lo lamento) me dicen que lo que hizo Moisés fue llevar al “pueblo elegido” a la Tierra Prometida. A este concepto es al que le apunto.

Hace poco en otro blog hablé de la comparación con atravesar un desierto. Supongamos que uno por alguna circunstancia se vio abocado a atravesar un desierto. No hay retorno. Y empieza a caminar. No ve nada diferente a arena, en medio de un calor sofocante. No sabe si camina en círculo. Las noches son heladas, en brusco contraste con el día. Y camina y camina agotado. En muchos momentos desfallece, y ve como su mejor opción dejarse morir en medio del desierto. Y sin embargo, sigue.

¿Qué lo hace seguir? Hay momentos en que es más fácil rendirse que seguir. Acá es donde aparece el excelente concepto de TIERRA PROMETIDA. Hay un mejor mañana, hay un mundo mejor. Está más adelante. pero tiene un costo: hay que atravesar el desierto. Nada que valga la pena en la vida va a ser fácil.

El LIDER es ese Moisés que nos guía en medio del desierto. Que nos mantiene motivados con la ESPERANZA de una tierra prometida. de un mejor mañana. No le queda fácil. Así como a Colón se le sublevaron los marineros en su viaje a “la India”, así al líder le toca persistir, y mantener viva la esperanza de sus seguidores. Pero le ayuda el creer ferviente en las “promesas de un mundo mejor”.

Volviendo a la realidad nuestra: ¿de dónde vendría ese anhelado líder? ¿Podría fabricar un sueño volando al nivel de las aves rastreras, invitando a la polarización, al odio, a doblegar a quien piensa diferente? ¿Podría hacer “soñar” al país con una “tierra prometida”, pero no negándole que hay que atravesar el desierto? ¿Qué forma tendría esa tierra prometida? ¿Por ejemplo, un país donde “todos quepan”, donde a pesar de las profundas diferencias de opinión se puedan construir consensos que permitan canalizar las energías hacia grandes metas, como llegar rápidamente a pertenecer al selecto club de países desarrollados? ¿Donde se genere riqueza, pero sin avasallar a quien ya tiene, pero sin descuidar tampoco el propósito de sacar tanta gente de la pobreza?

Son las grandes crisis también las que permiten grandes soluciones. Pero insisto, necesitamos una brújula, y un gran navegante que nos congregue, nos invite a ser mejores personas, nos lleve a fabricar un sueño donde todos cedemos un poco en algo porque ganamos “un mucho”. Donde sin descuidar nuestro árbol nos concentremos en cuidar el bosque.

Colombia se dirige a una elección presidencial crucial. Ojalá aparezca ese “Moisés” que logre hacernos adentrar en el desierto a pesar de la dificultad, porque nos hace creer que si existe una tierra prometida.

De lo contrario, como dicen los jóvenes con una expresión que me encanta: PAILAS.

Lo que pienso de la droga

Marimba

Me preguntan con frecuencia sobre la droga. En general contesto diferenciando dos categorías: la marihuana, y las que llamaría las drogas mayores (cocaína, LSD, etc). Por mi oficio, dejo cualquier juicio lo más de lado posible al dar mi respuesta.

Las drogas mayores me parecen cosa seria. Que si es ocasional, que si la persona las controla, que si…. Para mi, el tema clave acá es que si creo que son potencialmente dañinas. Rehabilitar a quien cae en la droga es extremadamente difícil (al igual que ayudar a un alcohólico consumado a salir del alcohol; cosa seria). Basta con ver casos extremos como los que publicaban los periódicos cuando desalojaron la gente que había en el Bronx. He visto gente joven que ha sido atrapada por la droga; con pesar digo que son personas probablemente con su vida irremediablemente dañada.

Pero no quiero hacer de esto un tratado sobre drogadicción. La literatura es exhaustiva. Solo quiero al final transmitir un concepto muy simple.

Ahora, la marihuana. Es lo mismo? Hay diferencia con el alcohol? El uno es socialmente aceptado y el otro no (bueno, ya menos), pero ambos son lo mismo?

Creo que un riesgo de la marihuana es que si puede abrir la puerta a las drogas mayores. Y que si, son muy similares con el alcohol. Pero….

Tuve mucha experiencia personal de joven con este tema. He tenido muchos pacientes que consumen marihuana (pero cuando hablo con ellos hablo sobre ellos, no sobre la droga). Con base en ello, mi real opinión sobre este asunto:

“Si no puedo producir por mi mismo el bienestar que me da la droga; si no puedo escuchar música y “sollarme” con ella y sin requerir una sustancia, si no puedo hacer el amor con alguien sino con droga, etc, etc; cual es el chiste? Mi bienestar en realidad no depende de mi; depende de una sustancia externa. No es un real bienestar. Por lo tanto, se me puede ir. No puedo tenerlo sino mediado por algo externo. Y eso no es real bienestar. Creo que el individuo debe lograr conseguir el bienestar fundamentalmente buscando en su interior. Ese si perdura; es genuino. El resto es un espejismo”

 

 

 

 

La legitimidad del líder 

Se pueden ver hoy en día en Netflix dos series que giran en torno al mismo tema: el poder, las intrigas, Washington; etc.

House of Cards, la cual vi solo hasta cierto punto, es la versión “fea” del juego del poder. Una pareja extremadamente manipuladora y corrupta, que llega al cenit del poder, en el país más poderoso del mundo. Designed Survivor, por otro lado, es más refrescante. Solo he visto unos capítulos hasta ahora. Pero creo que lo esencial no debe cambiar a lo largo de la serie. Prescindiendo de las consideraciones de realismo, un breve análisis. Con un paréntesis: Frank Underwood (House of Cards) es un colegial frente a muchos políticos nuestros.

Mientras HoC muestra la parte sucia pero realista del juego del poder, DS muestra la faceta opuesta, con el mismo entorno de fondo. En HoC se ve la búsqueda del poder por si mismo, sin importar el costo. En DS, en medio de una intriga, un hombre honesto queda designado por un asunto burocrático como Presidente de EEUU en caso de fallo del Presidente y los sucesores de primera instancia. Inicialmente tomado por sorpresa, y con ninguna legitimidad (ni el mismo se la cree), este hombre acepta el reto de sacar adelante a  su país en medio de una profunda crisis de seguridad, básicamente por su sentido de responsabilidad. En un entorno muy complejo, va ganando legitimidad con base en su sólido sentido ético. Nada fácil, en medio de los profundos dilemas que se le van presentando.

La legitimidad moral como base fundamental del liderazgo. Tema clave. Yo me la creo. Como dice Warren Bennis, tantas veces citado por mi, la base del poder es moral. 

“…how leaders generare and sustain trust and use the metaphor of a trípod: one leg of the trípode is ambition; another is competentence, and the third leg is integrity, moral fabric” (On Becoming a Leader; Warren Bennis, 1989).

¿Por qué puede ser relevante esto? Dos temas actuales:

Hoy Venezuela vive momentos críticos (elección constituyente tramposa). Mi análisis es que un régimen corrupto tarde o temprano cae, especialmente porque se desmorona por dentro. Viene a mi memoria el Gran Mahatma, que logra la independiencia de la India con base en la política de la no violencia, con el trasfondo de que la India merece su independencia. 

El otro tema tiene que ver con funcionarios de muy exitosa carrera en el sector privado, honestos probablemente y brillantes, que terminan enredados en temas ligados a la contratación estatal y la corrupción. Como en DS, el estanque es de tiburones. La única forma de nadar sin sucumbir es con una transparencia y rectitud muy consistente. De lo contrario, el entorno se hará cargo de enredarlo a uno.

Dario Echandia, gran político tolimense, se hizo famoso por preguntarse “¿el poder para que?”

Quizá el poder solo tenga sentido para hacer del mundo un lugar mejor, y para que las personas den lo mejor de sí mismas. De resto, creo que solo hay ganancias individuales. Egos.

Brillar el lingote

Lingotes

Utilizo analogías muy simples, a veces algunas muy fantasiosas. Pero ayudan a transmitir mensajes. Este breve blog va con una.

Le digo a la persona, cuando la conversación lo propicia, que imagine lo siguiente: “Pongo una mesa con dos objetos que parecen ser unos ladrillos. Pero los he cubierto de polvo, de modo que se intuye que son eso, pero no se puede estar seguro. Le digo que escoja uno de los dos, y si quiere que se  quede con él”. La persona imagina que escoge uno, digamos el de la derecha; lo toma, le quita el polvo, y ve que efectivamente era un ladrillo. ¿Qué va a hacer con este? No parece muy útil el premio. Le digo entonces que por qué no ve qué es el otro. Lo toma en sus manos, le quita el polvo, y, mala suerte, era un lingote de oro. Así que le digo: “de malas, por no saber distinguir más allá del polvo”.

Demasiado simple, sin duda. Pero permite tomar algunas conclusiones valiosas:

  • Si uno deja que lo cubra el polvo, y “uno es un lingote”, lo van a confundir con un ladrillo.
  • Si uno no sabe discernir más allá de la apariencia, va a perderse de muchos “lingotes”, en este caso, personas valiosas.

Más allá de la vida, esto es práctico por ejemplo en el terreno laboral. Sea el lingote el entrevistado, o esté entrevistando lingotes el reclutador.

En forma similar hago una comparación respecto a como se maquillan las mujeres (como no soy experto, es muy posible que me equivoque; igual lo importante es el mensaje). Digo que la mujer poco agraciada se maquilla “para disimular su fealdad”, mientras la mujer bonita lo que hace es “resaltar su belleza”. Digo así que en la vida lo que hay es que maquillarse como lo hace la mujer bonita: no está ‘falseando’ nada, solo está resaltando lo que ya existe.

Así que si se ‘brilla el lingote’, no se está cambiando la esencia de sí mismo. Pero si le está dando más esplendor, dentro de lo que se es.

Concluyo la charla con la persona con la que hice el ejercicio fantasioso del lingote y el ladrillo: “LO QUE HAY QUE HACER NO ES TRATAR DE SER LO QUE NO SE ES. CON BASE EN LO QUE SI SE ES, LO QUE HAY QUE HACER ES BRILLAR EL LINGOTE”.

La afirmación de sí mismo, la búsqueda de la autenticidad, es “brillar el lingote”.

Once Born vs. Twice Born

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Hay temas que me gustan bastante, por su valor humano. En este blog me centraré un poco en la resiliencia del ser humano…digo que este viene en alto grado diseñado para luchar.

Hay un concepto muy interesante que conocí por primera vez leyendo a uno de los mejores expertos en liderazgo, Warren Bennis, un tipo estupendo. Con fuerte sentido humanista. Hace un análisis muy interesante en uno de sus libros clásicos (foto), citando a Abraham Zaleznick, profesor emérito de Harvard, quien decía que hay dos tipos de líderes: los ‘once born’ (nacidos una vez) y los ‘twice born’ (nacidos dos veces). Más o menos el análisis es que los primeros han sido moldeados por el ambiente (y digamos que ahí se quedan, y está bien). Y los segundos, se han terminado de hacer a si mismos. Sobre estos dice WB citando a AZ:  “…cuando se hacen mayores se vuelven realmente independientes, basándose totalmente en sus propias creencias e ideas. Los líderes que son nacidos dos veces son dirigidos desde el interior (inner directed), se aseguran a sí mismos (self assured), y como resultado, son realmente carismáticos”.

Me vuelvo a encontrar más adelante de nuevo con este concepto, en un best seller sobre resiliencia (Broken Open: How difficult times can help us grow; de Elizabeth Lesser). Y descubro que el concepto se rastrea al gran filósofo estadounidense William James, quien dice que hay dos tipos de personas en el mundo: los Once Born, que no se salen de la zona de confort de las definiciones sociales de quienes deben ser, y los Twice Born, que “ponen atención cuando el alma asoma su cabeza sobre las nubes de una vida vivida a medias. Sea por opción o por calamidad, el Twice Born se adentra al bosque, se sale de la línea recta, comete errores, tiene pérdidas, y afronta aquello que tiene que cambiar en su interior para poder vivir una vida más genuina y radiante”.

En el libro de la otra foto, D. B. Feldman y L. D. Kravetz hacen un muy interesante análisis de las personas que no solo sobreviven grandes traumas o calamidades (sobrevivientes), sino que aún más, “no solo crecen sino que revolucionan sus vidas…estos supersobrevivientes se desvían radicalmente de sus líneas de vida previas, muchas veces transforman aquel ‘peor  hecho’ que les sucedió, en el ‘mejor hecho’…”. La autora ha iniciado con un buen ejemplo, de una joven ejecutiva, muy exitosa pero que sufre un cáncer, a partir de lo cual termina haciendo algo que le genera pasión en la vida: tocar violín. Redefine por completo su vida.

¿A dónde voy con todo esto? Creo que todos tenemos, por ejemplo, algún pariente, amigo o conocido, que ha tenido que enfrentar el cáncer (utilizo este como un ejemplo de adversidad). La persona está bien, cree tener buena salud, y un día….aparece el “enemigo”. Y todo cambia. Y viene un muy difícil proceso interior. Hay que enfrentar este enemigo poderoso e implacable. Da mucho miedo. Rabia con el propio cuerpo (“Cómo me hace esto”). Creo que luego de mucha dificultad interna, la persona termina aceptando lo mejor que puede la enfermedad, y empieza la lucha.

Viene la extracción quirúrgica del órgano (en la mujer, por ejemplo, la mastectomía, con esos terribles efectos en su imagen corporal y su vanidad natural). O la quimioterapia.  O la radioterapia. O todos al tiempo. El pelo se cae. El cuerpo sufre el efecto del “veneno destinado a salvarlo”. La persona pierde peso. Si trabaja debe entrar en períodos de incapacidad. El proyecto de vida se suspende, por motivos obvios. La persona, supongamos, ve sus hijos, a quienes adora, y sabe que es probable que no pueda acompañarlos más adelante en el sendero de la vida. O si es joven aún para tener sus padres vivos, los mira e intuye el profundo dolor que pueden llegar a sentir. Épocas muy turbulentas: la vida mostrándole su faceta más ruda.

Pero supongamos que la persona ‘pasa la prueba’. Después de las grandes turbulencias sale adelante. El pelo volvió a crecer. El cuerpo volvió a tener su energía y fuerza normal. Y la vida sigue.

¿Qué no habrá seguido igual? Creo que la persona. Creo que verá la vida con otros ojos. Probablemente la apreciará mucho más profundamente. Que optará por buscar una vida más sana. Relaciones con los otros más llenas de sentido. Más basadas en el amor y menos en la persecución egoísta de un éxito plagado de definiciones sociales.

Habrá nacido por segunda vez. Ejemplo excelente de lo que a veces la adversidad puede hacer por nosotros. No es que solo crezcamos gracias a ella. Pero tiene el efecto de ponernos en el punto de quiebre: o luchamos o sucumbimos. Acá es donde digo que afortunadamente el ser humano viene diseñado para luchar.