Disfrutar, verbo crucial en la vida

Amigos Lennon

Si alguien vio hace unos años la película Amigos Inseparables, pudo apreciar como un joven de raza negra, inmigrante “vago”, transformó a un señor mayor, de clase alta francesa, muy rico pero parapléjico ( a la vez que fue transformado, pulido, por este). De un estado inicial donde su vida era sofisticada pero gris, pasó a una vida más alegre, más risueña. Si bien su paraplejia no cambió, su sentido de vivir si lo hizo. El joven negro le inyectó alegría de vivir, lo puso de nuevo en contacto con el amor real. Le enseñó a disfrutar.

Es un buen ejemplo de un tema fundamental: poder disfrutar como elección clave ante la vida. En mi opinión la vida no siempre es fácil: algunas veces puede ser muy dura, mientras en otras nos puede sonreír. Creo que, a pesar de lo relativo de la siguiente afirmación, es válida en algún grado: para todos la vida trae un mínimo de momentos buenos (nadie es tan de malas como para nunca tener buenos momentos), y un mínimo de momentos amargos (nadie es tan de buenas como para pasar sin sobresaltos y malos momentos). Dado ello, creo que el chiste en la vida es agregar buenos momentos a los ‘mínimos’ que nos da la vida, y no agregar malos momentos a los ‘mínimos’ que nos trae.

Un verbo fundamental entonces, que hay que poder conjugar lo más frecuentemente posible, es disfrutar. No en sentido hedonista. En el sentido de poder sacar de la vida lo mejor que esta nos pueda dar.

No es tanto tener, como poder disfrutar lo que se tiene.

No es tanto ser XXXX,  como poder disfrutar lo que se es, cualquier cosa que uno sea.

¿Qué se necesita para poder disfrutar? Creo que fundamentalmente poder aceptar las cosas en el mayor grado posible. Aceptar la vida como un regalo, con momentos buenos y malos. Aceptar lo que se es. Lo que se tiene. A quienes están alrededor. Y con base en aceptar, disfrutar.

Un caso que veo con frecuencia es el de la persona con muy altos estándares de excelencia, que se exige mucho a sí misma. Y logra muy altos niveles de perfección. Pero igual se observa cómo alcanzar esta excelencia no le llena, pues no puede disfrutarla. Siempre puede ser mejor, por lo que el hoy nunca lo complace.

Curiosamente en casos de anorexia he visto mucho este fenómeno. Me parece que la anoréxica está atrapada en una trampa, donde no puede disfrutar lo que es, pues siempre está insatisfecha. Y ello porque tiene planteado el tema sobre sí misma como un inalcanzable. Nunca le va a gustar lo que ve en el espejo. Siempre va a estar gorda, así esté famélica. El problema no está en lo que ve en el espejo, sino en la mirada, que distorsiona lo que ve.

Muchas veces aconsejo a los pacientes, cuando están en situaciones difíciles, de alto estrés, de crisis, etc., que mientras no puedan cambiar las circunstancias, se permitan buscar espacios donde puedan disfrutar momentos simples pero que les reconcilien con la faceta amable de la vida. Por ejemplo: “vea una buena película, camine al aire libre, prepare una buena comida….”. Son simplezas, pero al generar pequeños disfrutes pueden balancear lo que en determinado momento se presenta como adversidad.

Concluyo esta breve reflexión con un comentario del que llamo el poeta de Liverpool, John Lennon (foto). Tiene una excelente frase, que probablemente conozcan: “la vida es aquello que se nos pasa mientras hacemos otras cosas”. Al final es genial, pues sí nos pasa con frecuencia que nos enredamos en los temas del día a día (lo económico, el trabajo, los problemas, el tráfico, la corrupción, etc.), y perdemos perspectiva de lo que es esencial: la vida como hecho único e irrepetible, y limitado en el tiempo. Un don invaluable.

Así que mi recomendación es: siempre que se pueda, conjugar el verbo ‘disfrutar’. Lo vamos a necesitar mucho para balancear las dificultades de la vida diaria. Poder disfrutar genera alegría de vivir…..

Quiet

QuietBarbra Streisand

Ya alguna vez había citado este libro. Es interesante pues se constituye en una especie de defensa de la introversión, ‘tan poco valorada’. Me sirve este tema para analizar, nuevamente, algo que creo es clave en la vida del individuo. La aceptación y consecuente afirmación de sí mismo. O dicho más sofisticadamente: la alineación con su esencia.

Creo que es válido afirmar que la introversión es uno de los polos de una dimensión crucial en la personalidad: la ‘extroversión – introversión’, y que esta dimensión tiene un alto componente genético. Los expertos parecen coincidir en esto. Visualizo esta dimensión como una linea recta con un punto medio; hacia un lado, digamos en este caso el izquierdo, estaría la extroversión, y en el otro, la introversión. Creo que en qué lado queda uno situado es un tema con el que se nace; pero qué tan cerca del extremo de una de las dimensiones queda uno, lo va a determinar el ambiente, en particular, el contexto de crianza. Es así como digo que el introvertido no debe tratar de ser extrovertido, pues no está en su naturaleza. Pero si puede buscar evolucionar dentro de su introversión; es decir, tratar de ir lo más posible hacia el punto cero o centro de la dimensión. Por conveniencia si se quiere, no por ‘mandato social’.

Dentro de este simplista modelo digamos que la timidez sería cuando se tiende al extremo de la dimensión. De acuerdo con ello, esto se produciría cuando el introvertido (por esencia) termina rechazándose a sí mismo (vergüenza social…). Y este es el punto crucial, que es el que quiero analizar.

Cuando nazco con una condición que va a determinar un ambiente favorable de crianza, por ejemplo y en este caso, la extroversión – que va a permitirme una sociabilidad más fluida, quizá me va hacer más probable alcanzar la popularidad y la aceptación social, desarrollar una buena imagen de mí mismo será fácil que ocurra. La extroversión es mucho más popular que la introversión; de paso, Susan Cain hace un interesante análisis de como surge el “Ideal de la Extroversión” como producto de la dinámica poblacional ligada al proceso de urbanización (de lo rural a lo urbano).

El problema es cuando la persona  llega al mundo con una condición que le va a poner en desventaja frente a la aprobación social. Otros de los muchos casos, además de la introversión, serían por ejemplo: tendencia a una constitución gruesa; baja estatura; rasgos físicos prominentes pero que hacen a la persona poco agraciada; o más extremo aún, nacer con limitaciones físicas extremas. Lo difícil en esos casos es construir una imagen de sí mismo positiva, cuando probablemente el contexto empujará en el sentido contrario.

Hay condiciones de nacimiento que pueden hoy en día corregirse, por ejemplo a través de procedimientos médicos. La cirugía estética puede corregir una nariz o unas orejas prominentes, que ‘acomplejan’ al individuo. La cirugía bariátrica puede corregir problemas de obesidad extrema. Y eso está bien. Pero desde mi ángulo nunca suplirá el valor que la aceptación de la condición de sí mismo tiene como generador de bienestar para el individuo. Pongo como ejemplo el caso de la actriz de la foto (Barbra Streinsand), quien hizo de su nariz una fuente de encanto personal. Igual se la hubiera operado, pero no sería igual de encantadora.

Volviendo al introvertido: lo que no debe hacer es pretender ser lo que no es: extrovertido. O lamentarse de su condición y pelear consigo mismo por ello. Lo que tiene que hacer es ante todo aceptarse tal y como es, no dejando que el concepto de sí mismo se centre en una condición superflua (en el fondo) que le es desventajosa, y con esta base, AFIRMARSE A SI MISMO. Esto es lo crucial en la vida del individuo. En este caso nuevamente, la afirmación de sí mismo probablemente le permita evolucionar hacia el centro de la dimensión ‘extroversion – introversión’, pero no por querer no ser lo que es sino como consecuencia directa de la buena energía que genera respecto de sí mismo.

Para finalizar este corto análisis, el libro de la señora Cain es interesante, porque resalta entre otras el gran valor que los introvertidos tienen para el mundo. En el arte, la ciencia, la música clásica, la literatura, etc. , el aporte de los introvertidos ha sido enorme.

Raices

Gracias a las redes sociales, recién me reencontré con amigos del colegio, varios de los cuales migraron a otros países. Cuando conversamos me sorprende ver cómo “la patria hala”. Cómo aprecian lo colombiano. Por otro lado, como hoy en las cercanías de la Tercera Edad, volvemos al rescate del pasado, cuando crecimos juntos ; lo habíamos dejado atrás.

Ello me lleva a otra pequeña reflexión sobre “temas de la vida”, en  este caso, sobre algo fundamental para la persona: sus raíces, la afirmación de estas. Comienzo por lo que creo es la antítesis: el renegar de los orígenes. Cito  dos casos: el de Michael Jackson y el del arribista social. En el primer caso, un cantante famoso de origen afroamericano, termina siendo de piel blanca. Producto de múltiples y supongo muy complejas operaciones. En el segundo la persona se avergüenza de sus orígenes sociales y busca a toda costa negarlos y ser reconocido como lo contrario; aunque en la práctica la realidad lo delate. Solo digo que hay que ver cómo muere MJ. Y pienso en la dinámica interior del arribista, que le hace necesario vivir con una máscara “que ojalá nunca se le caiga”. Cómo ser feliz o estar satisfecho así?

Creo por otro lado que el desarraigo le es muy doloroso al ser humano. En nuestra realidad, el desplazado que debe dejar su terruño y el de sus ancestros, en el campo, para venir a la agreste ciudad a buscar sobrevivir en un medio para el cual no está adaptado. O aquel irlandês que migra a EEUU con su familia huyendo de una pavorosa hambruna. O aquel sírio que lo deja todo y se lanza a una peligrosisima aventura en el Mediterráneo. La patria queda atrás, y atrás queda una parte fundamental de si mismo. Quizá por eso se ven en ciudades como Boston o Nueva York las “Little Italy”, o en San Francisco la Chinatown.

Lo contrario al desarraigo es el arraigo. El sentirse parte de…, el ser fiel a los orígenes. Crucial para el individuo. Esté donde esté,  creo que necesita sentir que tiene raíces.

Creo que en la vida de la persona en muy buen grado su fuerza, su fuerza interior, surge justamente de sus raíces. Sus valores, sus costumbres, sus recuerdos….creo que en el núcleo del ser humano están sus raíces. Así como sucede con el árbol, muchas veces usado como símbolo, se sostiene es por sus raíces. Es a través de estas que el árbol se nutre.

Creo también que la base de la resiliencia está en la fortaleza de las raíces. Si estas son fuertes, el árbol se sostiene en pie en medio de la tormenta. Lo sostienen sus raíces.

Sanar

Sanar

Ya antes he expresado mi enorme gusto por los verbos. Pero no desde el punto de vista lingüístico sino más desde lo emocional, desde lo humanista (si se quiere). Hay verbos terriblemente importantes, como por ejemplo: disfrutar, merecer, legar, fluir, perdonar, amar, crecer….en fin. Voy a hacer una breve referencia a uno de una dimensión gigantesca, muy apropiado para la coyuntura del país.

Cuando en la vida de la persona han pasado cosas como haber sido maltratado de niño; haber sido víctima de una vejación sexual; haber sido víctima de matoneo….O por un lado menos drástico, más por “golpes de la vida”: haber perdido el padre muy temprano, siendo el hermano mayor, y haber tenido que dejar de ser niño para asumir las responsabilidades de la familia (adulto precoz por fuerza de la vida). O haber tenido una crianza muy difícil, donde por ejemplo hiciera su mayor esfuerzo por alcanzar la admiración de sus padres y nunca lograrlo (el “no soy lo suficientemente…”, del cual algún día escribiré). O haber tenido un padre alcohólico, o peor aún, cuando este se ha suicidado. En fin, multiplicidad de circunstancias en la vida de las personas.

Cuando a la persona le ha tocado alguna de estas rudezas de la vida, creo que quedan heridas profundas en el “alma”. Que parecen nunca cicatrizar. ¿Qué opciones tiene acá la persona?

Acá es donde entra en juego el verbo del título. La pregunta es ¿en qué radica sanar?

El libro de la foto es de un médico que se dedicó a este tema. Para hijos de familias disfuncionales, en especial de alcohólicos. A quienes quedan grandes cicatrices, porque el sustrato es un profundo dolor. Y el dolor le es muy difícil de manejar al ser humano. El título habla de sanar, pero también de aquel niño interior, con el que hay que reconciliarse. Redescubrirlo. Y muy pero muy paradójicamente: perdonarlo. Tema complejo de explicar. Utilizaré como ejemplo el del niño que deja de ser niño para hacerse prematuramente adulto, para asumir las responsabilidades que deja el fallecimiento del padre. Digamos que es el hermano mayor, tiene 10 años, y debe salir a trabajar desde esa edad. Y lo hace con enorme responsabilidad. Y lo hace bien. Y entonces saca adelante a sus hermanos, les da estudio, los “deja organizados”. Pero él no pudo estudiar….tocaba sacar adelante a la familia. Loable tarea. Solo un pero….

Ese niño que debe crecer precozmente, no puede salir a jugar con otros niños. Mientras trabaja, oye a lo lejos el bullicio de los demás niños jugando en el parque. Y le duele. Porque también quisiera jugar, pero no puede. No debe. Y como decía en blog previo, el asunto es cómo expresa el dolor. Cómo este “sale” (un paréntesis…digo que el quid de las emociones es expresarlas. Las “buenas” y las “malas”. Si se quedan adentro se quedan “intoxicando” a la persona. Se parece a la comida: la comida dañada cuando se ingiere intoxica el organismo; solo que en este caso el organismo tiene un reflejo que se encarga de expulsar el alimento descompuesto. Lo emocional no tiene ese reflejo).

Vuelvo al tema…el niño no juega; se dedica a ser responsable. Pero no puede ser niño. Y esa parte de sí mismo se queda sin vivir. Solo un pero: nunca podrá ser pleno. Porque si como la serpiente cuando cambia de piel, que deja la piel vieja en el camino, si se van dejando atrás partes de si mismo (en este caso, que no pudieron vivir), y no se recuperan, y a diferencia de la serpiente a la que le sale nueva piel, el ser humano queda “incompleto”.

Pero vuelvo al dolor: “cuando no sale se queda adentro”. Y digamos que en algún grado se “dirige contra sí mismo” (complejo de explicar…quizá algún día me le mida).

Lo que hay que hacer es volver a ese niño. Conectarse con él. Dejarlo que llore….Lograr que se “perdone delitos que nunca cometió”. Creo que así se sana.

Un ejemplo real, que parece fantasioso. Pero me ha tocado más de una vez. Una joven. 30 años. Recién me cuenta su problema hablamos de esa “niña” (en este caso el tema era el abandono). Un día le digo: “imagínese que la tiene enfrente….mírela a los ojos….¿qué ve ? (la respuesta: tristeza, dolor)….si pudiera hacer algo con ella, qué haría? (la respuesta: abrazarla)”. Más adelante me cuenta que abrió un diario, pero que le escribe a esa niña. Meses después le pregunto “¿se acuerda de la niña ?”…se sorprende, no sabe de que hablo…le recuerdo…y me dice algo sorprendente: “es que la niña ya es parte de mí”.

Sanó. Había que dejar sangrar bien la herida para que sanara. Se reconcilió. La herida cicatrizó.  Finalmente. Tiene que ver con el pasado. Creo que nunca se olvida. Todo queda en la memoria del sistema. Así sea en algún lugar recóndito. No se trata de olvidar. Quizá más lo contrario: de recuperar. Lo que hay que hacer con el pasado no es borrarlo. Es lograr que el efecto negativo del pasado no contamine el presente. Que es otra cosa. Para eso sirve el perdón. En este caso, el ‘auto perdón’.

Excelente opción que tiene el ser humano….Cosa buena.

 

Bipolar

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Escribiré sobre algo que reconozco es muy complejo, y que potencialmente genera mucha polémica, lo cual es algo que no me interesa. Y lo haré no como si escribiera en una revista científica (tampoco me interesa). Solo quiero transmitir un mensaje simple pero útil.

Con mucha frecuencia la gente me dice que está deprimida. O igual se escucha mucho decir hoy en día “es que soy bipolar”. Igual con frecuencia la gente le cuenta a uno que ha sido medicada psiquiátricamente. Respeto muy profundamente la medicina, y la muy compleja especialidad de la psiquiatría. Mi único tío paterno vivo tiene 91 años, y fue un brillante psiquiatra. Siempre me generó mucha admiración, especialmente por su gran amplitud mental. Mi mejor amigo del colegio se hizo psiquiatra. Hombre brillante. Sin embargo, creo que la psiquiatría con frecuencia abusa de la medicación.

Hasta donde entiendo, porque estos temas no los volví a estudiar desde la universidad (1984), parece indiscutible que la real depresión (mayor, bipolar, maniaco depresión…) tiene indefectiblemente un componente neuroquímico. No estoy tan seguro que se pueda afirmar con plena validez científica que es la causa (el ser humano es extremadamente complejo y multideteminado, como para simplificarlo y reducir la explicación a una o pocas variables). Quizá lo que hay es una fuerte predisposición, que dado un medio adverso, va a tomar la forma de la depresión real. En todo caso, creo que para estos casos si es necesaria la medicación. No hay mucho más por hacer, lastimosamente.

Pero creo que afortunadamente hay muchas personas que en su esencia son sanas. No son depresivos. Menos bipolares. Son personas con problemas que trae la vida, la crianza. Para estos casos, creo que la medicación no solo sobra, sino que evita que la persona busque la solución donde probablemente está: en su interior. Pero se encuentra con un sistema de salud que “medicaliza” los problemas, que se basa en “corregir lo que está mal” en vez de buscar la salud como el estado natural del individuo. Un sistema de salud que empuja al médico a solucionar lo más rápido posible (tiene 15 minutos para atender a ese ser humano emproblemado), y al menor costo, una situación problema;  el paciente es uno entre muchos, y no hay tiempo para adentrarse en sus complejidades emocionales. Y un sistema muy determinado por el poderoso andamiaje de la muy poderosa industria farmacéutica, que presiona hacia la receta de medicamentos como primera opción. Es así como aquella persona fundamentalmente sana pero emproblemada, pasa a basar su salud emocional en pepas como el Xanax, a concebirse a sí misma como enferma (lo cual desencadena un círculo vicioso que como todos, tiende a perpetuarse).

Desde mi visión, cada vez más humanista, creo que en muchos casos lo que pasa con la persona es que está distanciada de sí misma. Es imposible que la persona esté bien cuando está desalineada de sí misma, de su núcleo. En estos casos lo que hay es que alinearse, si se quiere, rescatarse. Pero ahí no hay Xanax que sirva. Como tampoco sirve la hoy tan promovida ‘píldora de la felicidad’ (“instant happiness”).

Entonces cuando alguien me dice “es que me diagnosticaron como bipolar”, le pregunto: “¿hace cuánto apareció la depresión en su vida?”. ¿Por qué? Porque la enfermedad mental exhibe una continuidad a lo largo de la vida de la persona, y da señales claras desde muy temprano. Si le persona tiene por ejemplo 50 años, es profesional, tiene un trabajo y una familia, y me dice que “hace como dos años”, le digo: “Creo que Usted lo que tiene es otra cosa, cuya cura está en su interior”. Es muy difícil que un Depresivo Bipolar a esa edad tenga todo aquello (familia, trabajo, etc.).

Es grato  ver, cuando uno ayuda gente en procesos de cambio,  como en muchos casos la experiencia le da la razón. No por querer tenerla. Sino porque el concepto es esperanzador para muchas personas. Ver evolucionar a alguien que inicialmente está muy enredado, y verlo como se afirma a sí mismo y pasa a disfrutar mejor la vida, es simplemente una maravilla.

Un comentario final: a veces la gente confunde deprimido con triste. Nunca es lo mismo…la tristeza es parte de la vida, como tal hay que aceptarla, y permitírsela, ya que es la emoción más consecuente en un momento dado con el contexto. También se confunde con la rabia (que muy simplistamente digo que no existe en si misma sino que es un  derivado de algo más básico, el dolor); cuando la persona ha sufrido un dolor, y no puede expresarlo y aún más, “cobrarlo”, se lo “cobra a sí mismo”. Y de ahí surge algo que puede confundirse con la depresión, y que sencilla y llanamente es que la persona está molesta y mal consigo misma. Pero eso no es depresión.

En fin, ¿Qué quise decir con toda esta perolata? Que el bienestar es el estado más natural del ser humano, siempre que esté centrado en sí mismo. Ello no quiere decir que veo la vida tan simplistamente. La vida nunca será fácil. pero tampoco será siempre necesariamente difícil.

PS: Ojalá no llegara a leerme algún psiquiatra que quiera polemizar. No pretendo invalidar su muy valioso aporte a las personas. Los respeto mucho.

El poder de lo simple

Esopo

Tengo gratos recuerdos de la niñez sobre la lectura. Mi generación no tenía TV (muy pocas horas), internet, celular….Nuestros juegos eran sorprendentemente simples: bolitas de cristal (canicas), carreras de carros donde estos eran tapas de gaseosa llenas de cera para que en el trayecto no se voltearan, naipes (de verdad), etc. En algún parque (entonces existían para que los niños jugaran), o jardín (también existían los jardines). En este contexto tuve la fortuna de criarme en un hogar donde los libros eran objetos centrales.

Uno de estos, que he recordado siempre, eran las fábulas de Esopo (foto), aquel esclavo griego tan sorprendentemente, a mi juicio, sabio. Tenía el poder de transmitir conceptos profundos con sorprendente simpleza. De paso, recuerdo una definición de sabiduría que me gustó mucho: “sabiduría es el arte de reducir lo complejo a simple”.

Con esta introducción, citaré dos fábulas de Esopo, que curiosamente tratan conceptos que se volvieron con el tiempo muy importantes en la vida empresarial.

El primero: la fábula del ciego y el cojo. Van caminando por un sendero un ciego y un cojo…llegan a un río que deben vadear, pero que está crecido. En primera instancia se quedan perplejos, pensando que no podrán cruzar. Hasta que uno de los dos, creo que el cojo, le dice al otro: “Usted puede caminar y yo puedo ver…si me monto en sus hombros, le puedo señalar el camino y podremos atravesar el río”.

Esto tan simple es para mi la mejor definición de sinergia: la suma de las fuerzas, a pesar de las vulnerabilidades, creando una fuerza superior a la suma de las partes. O, dicho en números, 1 + 1 = 3. Excelente simpleza…no sobra decir lo crucial que es la búsqueda de sinergias en el mundo empresarial, y por qué no, en la vida. Una buena relación de pareja debe basarse, por ejemplo, en la sinergia.

El otro, el del leñador y sus hijos. Un viejo hacendado tiene 3 hijos. Ya está muy viejo y un día los reúne. Lleva un atado de palos, y les dice que aquel que logre partir los palos del atado se queda con todo. El mayor, con el primer turno, hace toda su fuerza pero no logra romper el atado. Viene el segundo, con gran arrogancia (“yo si puedo”), hace lo mismo pero tampoco lo logra. Y lo mismo pasa con el menor. Ante ello, el viejo hacendado toma el atado, lo desata, y uno por uno rompe los leños. Y les dice: “así como el atado, si Ustedes se mantienen juntos no los podrán derrotar, pero si se separan, los vencerán muy fácil”. Así el hacendado les deja su mejor herencia con un simple ejemplo.

Esta sería la fábula del trabajo en equipo. Al final, muy parecido al anterior. La unión hace la fuerza…

Sinergia y trabajo en equipo…temas cruciales en la vida empresarial, en las familias, en la vida. Y hace unos miles de años un esclavo griego (esclavo no por origen sino por haber sido preso por efecto de una guerra), con su poder de observación y la gran facultad de ver lo simple dentro de lo complejo, ya transmitía ese saber. Simpático, pues las Fábulas de Esopo en teoría son para niños. Como los grandes juguetes, los disfrutan más los adultos, aquellos niños grandes en que nos convertimos con el paso del tiempo.

 

 

Fortalezas y vulnerabilidades

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Una breve reflexión, volviendo a temas tratados hace varios meses.

Las personas estamos compuestas de rasgos. De entrada, están anclados en la genética (no nos ‘auto – diseñamos’, quizá afortunadamente). Digo que lo que hay es una plastilina, con la que llegamos al mundo. Y la interacción con el medio va a definir qué forma toma la plastilina.

De los rasgos que nos conforman, y dependiendo del contexto, algunos los llegaremos a calificar como Fortalezas. Y otros como Debilidades, o mejor, Vulnerabilidades. Sin embargo, es interesante como esta calificación, como cualquier otra totalmente arbitraria, es muy frágil. Por ejemplo, los expertos en estos temas dicen que el exceso de una fortaleza se convierte en una vulnerabilidad. Por ejemplo, el extremadamente obsesivo se puede volver muy lento en el trabajo; lo hace muy meticulosamente, pero se demora demasiado, y termina dándole importancia a detalles que no son relevantes. Pero si no se va a al extremo, el obsesivo es un excelente trabajador. Otro ejemplo, la persona que no gusta de tomar riesgos. Excelente por ejemplo para manejar los seguros de una institución: va a ser muy eficaz en la evaluación y control de riesgos. Pero puede volverse muy rígido en sus apreciaciones. Y el último, qué mejor encargado de la seguridad, que alguien con rasgos paranoicos. Se cuidará de todo el mundo. Pero no confiará ni en su sombra.

A dónde voy con todo esto? A un punto que creo es crucial en el bienestar del individuo. Me explico….

El problema surge cuando se CALIFICAN los rasgos, sean ‘positivos’ o ‘negativos’ (va a depender del entorno). Cuando por ejemplo la persona nace con una predisposición a la introversión (de lejos menos valorada socialmente que la extroversión). La definición de sí mismo va muy probablemente a tener elementos “no deseables”, que van a afectar el concepto de sí mismo, y por ende, su auto estima. En el caso contrario, la persona “bonita” va a tener un elemento que le va a ayudar mucho a construir una buena imagen de sí misma. En los dos ejemplos anteriores, el introvertido debe aprender a definirse a sí mismo trascendiendo la calificación potencialmente negativa a la que lo empujará el entorno; y la “bonita” tendrá que hacer igual, pues el elemento definitorio va a ser un rasgo que no va a perdurar.

Dado ello, creo que lo crucial para el individuo es aprender a entenderse a sí mismo prescindiendo de las calificaciones. La aceptación de los rasgos que lo componen a uno, que uno no determinó (genética), y cuya expresión en buen grado depende de la relación que se haya tenido con el entorno, va a ser crucial en la que considero que es la mejor opción para la persona: la búsqueda de la autenticidad. Como dice el título de un libro de Rollo May (connotado humanista): El Hombre en Busca de Sí Mismo (Man’s Search for Himself, 1953).

Vuelvo a los ejemplos. En mi práctica ayudando a las personas en sus procesos de cambio, es muy frecuente que digan: “es que soy demasiado sensible”. De inmediato pregunto: “Y eso, es bueno o malo?”. Y casi siempre la respuesta es “Malo”. Y mi respuesta es: “Vea, creo que la sensibilidad es lo mejor que tiene el ser humano; quítesela y tiene un personaje muy complejo, el psicópata….lo que pasa es que no es fácil de administrar…por la puerta de la sensibilidad entran tanto el dolor y el sufrimiento, como la alegría y felicidad”. En torno a esta, la sensibilidad, lo que se observa es que por ejemplo en el caso del hombre, se le enseña (sociedades machistas) a negar su sensibilidad. El niño tiene el rasgo, pero debe reñir con este porque su entorno lo empuja a ello (“no sea nena, no llore”).

Volviendo atrás: la mejor opción de la persona es aprender a verse a sí misma tal como es. Ver “su esencia“. No la calificación de esta, que es socialmente determinada y arbitraria. Lo que la persona debe propender es por aceptar y apreciar lo que ES (realmente), sus rasgos constitutivos; AFIRMARLOS; y expresarlos. Esta es la visión que tengo de ser autentico. Cuando la persona busca ser auténtica, se obtiene la mejor expresión, la mejor versión de sí mismo. El comportamiento tenderá a ser espontáneo (obvio, salvo en entornos sociales que exijan otra cosa, como por ejemplo en los contextos donde la persona interactúa en situaciones de poder).

Por todo ello es que digo, volviendo a mencionar mi gusto por los verbos, que el verbo crítico en el bienestar de la persona, es FLUIR. No hay que buscar ser, no hay que moldear los rasgos según la calificación social….lo que hay que hacer es dejar fluir lo que uno es.

Ética, corrupción y tonalidades de color

 

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El tema de la corrupción es muy complejo. Voy a analizar un ángulo, que tiene que ver con los colores.

Las cosas no son ni blanco ni negro. Ok. Pero en cuanto a la ética me temo que cuando no es así, es muy fácil pasar sin darse cuenta del blanco al negro. El asunto empieza cuando admitimos que “no hay que ser radical”, “una leve tonalidad de gris no está mal”…”es solo una vez”…etc.

Y así, un día admitimos una leve tonalidad de gris. Luego viene otra ocasión, y ya no es una leve tonalidad de gris; ya es “un poquito gris, pero no tanto….”. Y así sucesivamente. Hasta que un día nos percatamos que estamos sin darnos cuenta, en el negro.  Y no entendemos a qué horas pasó eso. Pero ya no hay forma de volver al blanco.

Se parece a como debe ser cuando una persona empieza a hacer trabajitos para la mafia. No es parte de ella, de acuerdo. Pero ya no hay reverso. Probablemente la mafia ya no lo deja volver a atrás. Esto es lo malo de hacer pactos con el diablo: son buenos hasta que al diablo le da por cobrar.

Con esta base, me pregunto: ¿es lo mismo la corrupción en “chiquito”, que en grande? ¿Más censurable si alguien hace un peculado por miles de millones, que si un estudiante compra una tesis?

Con frecuencia compramos bultos de naranja, al ir a la finca de mis suegros. Muy buenas, dulces. Lo interesante es ver cuando una se daña, se “apicha”. Si uno no la retira del resto, empieza a ver como a las del lado les empieza a salir un color blanco, muy leve. Aún no está podrida. Se puede tomar y está perfecta. Pero a los pocos días está ya perdida. Esta es un poco la base de la teoría que explica la corrupción como un asunto de contagio.

Pienso en que lo clave sucede en el individuo. Como en todo, creo que sobre este actúan dos tipos de fuerzas: las que lo inhiben de hacer algo no ético, y las que lo estimulan a hacerlo. Ejemplos de las primeras son las presiones sociales venidas de la crianza (ejemplo en casa, etc.), el temor a las consecuencias negativas, estándares propios interiorizados atrás, que le dicen al individuo “lo que está mal”, etc. Los segundos son más claros: “aproveche su cuarto de hora como funcionario”, “es que si no le doy plata no puedo hacer negocios”, “no sea tan iluso, todos los hacen”, “con la ética no se compra mercado”. Y todo va a girar en torno al balance entre estas dos fuerzas. Cuando prima la “ética”, el individuo se abstiene. Y lo contrario.

El asunto se complica cuando el sistema consta de muchos individuos en los que el balance de fuerzas se inclina a favor de que prime la ganancia individual sobre la del colectivo. Y ahí es cuando el bulto de naranjas se daña con sorprendente rapidez.

Imagino que así es el cáncer en sus fases terminales. El organismo está invadido de células neoplásicas. Las muy pocas que quedan sanas se van cada vez viendo más disminuidas por el contagio abrumador de las otras.

¿Por qué todo esto? Porque creo que nos quejamos, con razón sin duda, del grado de podredumbre. Odebrecht, los robos de la plata para la alimentación de los niños en la Guajira, el Carrusel de la Contratación, los escándalos de compra de fallos en la muy honorable (?) Corte Constitucional, etc., etc., etc.

Pero no nos percatamos si en algún grado le hacemos el juego a estos fenómenos. Al darle $ 50.000 a un policía para que no se lleve el carro a los patios. Al hacer “copy paste” en el trabajo de tesis. En fin, son infinitos los ejemplos. Así es como vamos admitiendo  las tonalidades.

Y después nos aterramos de haber llegado, en lo individual o en lo colectivo, del blanco al gris y del gris al negro “sin saber a qué horas”.

Lo más aterrador es cuando el corrupto es generador de admiración. Cuando es motivo de reconocimiento social. No solo puede ver a sus hijos a los ojos sin sentir pena; ve que en los ojos de sus hijos lo que hay es admiración. “Mi papá es un duro”.

En fin…..

 

 

Regreso

Por alguna razón que no entiendo, dejé varios meses de escribir en este blog. Quizá me concentré en otras cosas. Pero siento igual que me gusta analizar los temas, de muy variado tipo. Escribir. Compartir. Por eso vuelvo. Hay tantos y tantos temas interesantes, complejos, importantes, impactantes. Tal vez solo voy a hacer un breve repaso en ellos..

Por la parte pesimista: el mundo cada vez más convulsionado. Brexit, Trump, Siria, Rusia, Corea del Norte, etc. Nuestro vecino Venezuela en una situación cada vez más patética, de la cual teme uno que solo se salga con un fuerte derramamiento de sangre. Siente uno a veces que volvemos a épocas como la década de los 30 del siglo pasado. Digo que se parece a un gran escape de gas, donde se necesita que nadie vaya a prender un fósforo. Los políticos decepcionando a sus electores, y estos a veces tomando decisiones muy irracionales. Hoy parece que este ciclo frena un poco con las elecciones en Francia.

Ha retornado el racismo. Los enormes problemas migratorios. La globalización decepcionó a muchos, pero algunos países se van al extremo del aislacionismo.

La corrupción a nivel local y mundial nos asfixia. Hoy está en boga el escándalo de Odebrecht. Ayer fue otro, mañana será otro.

En Colombia se producen lamentables noticias, que dejan perplejo. Hace unos meses nos asqueamos con la violación y asesinato de una niña  de 7 años, Yuliana Samboni, por parte de un adulto de clase alta. Hoy la noticia es la violación y asesinato de una niña de 3 años, en Armero (Sara Salazar). Una sociedad enferma que produce individuos enfermos.

Por el lado optimista: a la par, vivimos una época muy interesante. Basta con citar las grandes tendencias que se aprecian y que van a transformar mucho nuestra forma de vida. La Cuarta Revolución Industrial – increíble para donde vamos, apasionante. La tendencia creciente a la longevidad. En fin…

Cuál es la brújula? La linterna que nos saque del túnel?

Quizá un fuerte liderazgo. A todo nivel. Educadores que logren que las personas den lo mejor de sí mismas. Individuos preparados que se la jueguen por cerrarle espacio a los políticos corruptos. Padres que ayuden a sus hijos a encontrar sus fortalezas, sus pasiones, y les enseñen a luchar para sobrellevar las rudezas de la vida. Empresarios éticos y sin embargo fuertes y competitivos que lleven a las personas a elevar sus estándares de excelencia. Líderes espirituales que a quienes busquen llenar esta faceta clave del ser humano, quizá como el Papa Francisco, muestren el camino.

Y sobre todo, individuos sólidos. centrados en sí mismos. Empoderados y dueños de su destino.

Como dice el poema que inspiró la película de Clint Eastwood, protagonizada por Morgan Freeman, sobre Nelson Mandela (Invictus):

Mas allá de la noche que me cubre,
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que puedan existir
por mi alma inconquistable.

En las azarosas garras de las circunstancias
nunca he llorado ni pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yacen los horrores de la sombra,
sin embargo, la amenaza de los años
encuentra, y me encontrará sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigos la sentencia,
yo soy el amo de mi destino:
Soy el capitán de mi alma.

En fin, fui confuso tal vez. Pero ante todo, quería ‘volver’. Ya me inspiraré mejor más adelante.

 

 

 

 

“La verdadera felicidad es la ausencia de la búsqueda de la felicidad” (Chuang-Tse)

Me encontré esta frase en mi agenda…..me hizo pensar que es muy interesante, muy ‘oriental’, quizá budista…..pero me puse a analizarla y pensé que Chuang-Tse hubiera podido añadirle un pequeño complemento……¿cuál?

Vivimos una época en que la felicidad “se puso de moda”. Muy bien…..pero, ¿qué quiso decir Chuang-Tse? ¿Si no se trata de buscarla, que si se debe hacer?

Se me ocurren unos pocos temas….Tienen que ver con los verbos (me encantan los verbos).

1. La felicidad se APRECIA. Es decir, no se busca porque está ahí. Pero lo que se necesita es apreciarla. Por ejemplo, no sería TENER lo que llevaría a encontrar la felicidad, sino apreciar lo que ya se tiene. Es decir, sería más un asunto de SER que de TENER. De valorar lo que se tiene en vez de tener para valorar.

2. La felicidad se CONSTRUYE. Excelente verbo. No se daría sola, sino que se haría en el presente y en el día a día. Por ejemplo, construyendo buenos momentos con las personas cercanas.

3. La felicidad se MERECE. O dicho mejor…..se consigue por que se siente que se merece. Concepto crucial.

En fin, hay mejores verbos que BUSCAR. Habrá muchos más.

Termino este muy breve blog con un comentario: con sátira me burlo un poco, con respeto pero con sentido crítico, de la que llamó INSTANT HAPPINESS. La Felicidad que creemos que es FÁCIL, BARATA (sin esfuerzo), RÁPIDA, INDOLORA. Me imagino el día en que algún poderoso laboratorio farmacéutico multinacional saque la píldora mágica, la que produciría INSTANT HAPPINESS. Ups….